Didáctica
multigrado e instituciones educativas
Mtro.
Limber Santos
Resumen
En
el trabajo se realiza una rápida mirada al desarrollo del corpus
teórico denominado Didáctica multigrado, en relación a los
acontecimientos didácticos que ocurren en grupos multigrado, sobre
todo de escuelas rurales. En esa construcción teórica se pueden
evidenciar indicadores que dan cuenta de prácticas educativas que
suponen una ruptura con las que las instituciones educativas admiten
y controlan. Estas prácticas encuentran en esas dinámicas
institucionales tradicionales, varios obstáculos a superar, pero
también sus posibilidades de realización.
Palabras
clave: Didáctica, multigrado, instituciones
Introducción
La Didáctica multigrado es un campo teórico en construcción, a
partir de la investigación académica y la reflexión sobre las
prácticas educativas que se desarrollan en grupos con estructura
multigrado. En nuestro país, el escenario por excelencia donde se
ubican los grupos multigrado, es el de la escuela rural, aunque
también se manifiesta en escuelas urbanas y por extensión, en
cualquier situación didáctica. La Didáctica multigrado se
configura a partir de la atención de la diversidad desde lo
didáctico, planteando una diversificación de propuestas de
enseñanza a partir de la diversidad en las formas de aprender que
caracterizan a cualquier grupo. Esta diversificación busca romper
con ciertas lógicas tradicionales en el campo de la didáctica y de
las instituciones dentro de los sistemas educativos occidentales. La
escuela graduada, el uso de ciertos espacios configurados como aulas,
el manejo de los tiempos y determinada organización de los
contenidos que se enseñan, forma parte de pautas institucionales ya
muy naturalizadas, con las cuales se enfrentan los docentes a través
de prácticas que es necesario establecer en grupos multigrado.
Desarrollo
Didáctica
multigrado1
Desde la conformación misma de la matriz pedagógica uruguaya, los
diagnósticos y propuestas surgidos en el contexto de la escuela
rural, se han extrapolado y consolidado luego, en todos los ámbitos
educativos. En nuestra historia de la educación, el período
comprendido entre 1933 y 1961 es un buen ejemplo de ello. Un período
identificado y caracterizado por las experiencias pedagógicas hacia
el medio rural pero cuyos efectos, sin embargo, se dejaron ver y aún
se evidencian en todos los contextos educativos. Quién puede dudar
que obras como “La enseñanza primaria en el medio rural” de
Agustín Ferreiro o “Vida de un maestro” de Jesualdo Sosa para
citar sólo dos ejemplos de la vastísima producción pedagógica de
la época, constituyen referencias teóricas y prácticas de carácter
general, trascendiendo el ámbito específico que le dieron origen.
Como telón de fondo de la conformación de esa matriz pedagógica
estuvo siempre sin embargo, la discusión acerca de la especificidad
del medio rural. De manera cíclica y recurrente se desarrolló una
fermental discusión sobre si la educación en el medio rural
presentaba características contextuales, sociales y pedagógicas con
un grado de especificidad tal que justificara la existencia de un
Programa, planes, proyectos y hasta una formación de los docentes
diferente.
Más
allá de los términos en que esa discusión se puede desarrollar en
la actualidad y más allá de los cambios sociales y pedagógicos que
han operado en estas décadas, la existencia de un grupo con
estructura multigrado en las escuelas rurales sigue siendo un hecho
de la realidad. Por lo tanto se producen allí, situaciones
didácticas adaptadas a esa estructura tan singular. Sin embargo y
si bien en primera instancia se podría suponer que hay una
especificidad didáctica referida a la educación rural
exclusivamente; las situaciones didácticas
generadas y desarrolladas en los grupos multigrado de acuerdo a sus
necesidades, pueden y deberían proyectarse a todos los grupos (tanto
de escuelas rurales como urbanas) como una auténtica atención a la
diversidad desde lo didáctico.
A partir del multigrado
se debe considerar la posibilidad de pensar el fenómeno de la
circulación compartida de diferentes acercamientos al saber, en
todas las situaciones didácticas, se desarrollen o no en grupos
multigrado. Si bien allí esto parece necesario, es deseable que
ocurra en todo grupo y en función de la diversidad de posibilidades
e intereses por parte de los alumnos para aproximarse a los saberes.
Este segundo punto de partida es fundamental en términos de
construcción de teoría didáctica, ya que implica proyectarse hacia
la elaboración de pautas universales, saliéndose de las situaciones
singulares de los grupos multigrado, que le dan origen. Atender a
la diversidad desde lo didáctico, a partir de la singularidad del
multigrado, supone concebir una tarea que, tanto en su aplicación en
los grupos multigrado como en grupos que no tengan esa condición,
debería contemplar las siguientes posibilidades:
- Considerar a los saberes, manifestados como contenidos de enseñanza, en el centro de la propuesta didáctica.
- Considerar diferentes posibles relaciones de los alumnos con el saber, por medio de acercamientos diversos en función del grado en el que se encuentran y/o sus diferentes posibilidades.
- Concebir cada uno de esos acercamientos igualmente dignos e importantes para cada alumno, en función de la singular apropiación individual y la complementariedad en pos del trabajo colectivo.
- Diversificar las actividades para posibilitar abordar un objeto de conocimiento desde diferentes ángulos y/o niveles de profundidad.
- Alternar esas actividades individuales o en pequeños grupos con instancias en común donde los saberes circulen a nivel del grupo total.
La
realidad del multigrado constituye un enorme desafío: poder
comenzar a llenar el vacío de investigación al respecto, lo cual
implica construir conocimiento, elaborar líneas teóricas que
permitan fundamentar las prácticas que ya se realizan y a partir de
allí, recorrer caminos para mejorarla y potenciarla. En general y
quizá debido a la existencia de esa falta, las cuestiones didácticas
derivadas del grupo multigrado son caracterizadas como problemáticas.
El multigrado supone una dificultad, una configuración de las
relaciones educativas difícil de sostener por parte del docente.
Sin embargo y más allá de la ineludible complejidad –ineludible
riqueza- que supone el multigrado, es posible partir de una premisa
ubicada en otro lugar: lo didáctico
manifestado en un grupo multigrado supone para los procesos de
enseñanza y de aprendizaje un enorme potencial, tanto para los
análisis de la cuestión desde lo psicológico como desde lo
epistemológico.
Por
lo tanto, como primer punto de partida de
la didáctica multigrado, debemos
considerar su potencial como situación didáctica deseable para una
circulación de los saberes no siempre determinada por el formato de
los grados y sus programas. Esto favorece el aprendizaje a partir
del diferencial acercamiento al objeto de conocimiento por parte de
los niños, para luego compartir esas distintas aproximaciones con el
grupo total. El potencial está determinado por la renuncia a la
uniformidad de cómo se manifiesta lo que se transmite y lo que se
recibe, pautando múltiples caminos de circulación de los saberes en
el aula; ya no sólo en un sentido unívoco donde tiene una fuerte
presencia la ilusión que lo que el maestro enseña es asimilado de
la misma manera por parte de todos los alumnos. En el multigrado, y
por extensión en todo grupo, la circulación de los saberes está
pautada por las muy diversas formas que tienen los participantes de
la situación didáctica de vincularse con el saber que está puesto
en juego. Atender esa diversidad desde lo didáctico supone una
nueva forma de atención a la diversidad, una manera que exige una
diversificación de propuestas de enseñanza en función de las
diferentes formas en que los niños pueden acercarse al saber. Es
importante tener en cuenta que esas diversas formas supone, desde el
punto de vista didáctico, colocar en el centro de la atención a los
saberes, su naturaleza, pertinencia, relacionamiento con otros
saberes; de tal modo que se pueda pensar en la generación de
propuestas de enseñanza que favorezcan y potencien la relación de
cada niño con los saberes a aprender. Esto permite pensar acerca de
qué puede tomar cada niño de ese saber, cuál es la puerta de
entrada más adecuada para comenzar su apropiación, con relación a
lo que ya sabe y a lo que saben los demás.
Las dificultades para aprovechar
ese potencial están vinculadas a la complejidad y riqueza del
multigrado, por lo que éstas son más aparentes que reales. En
general las dificultades están vinculadas con la planificación de
actividades simultáneas diferentes y con la consiguiente
coordinación de espacios y tiempos que ello supone. Una postura
didáctica de concebir los saberes en el centro facilita el
aprovechamiento del potencial del multigrado, a la vez que libera su
circulación de las ataduras formales que la división por grados
establece. Esto no supone, sin embargo, que se deban desatender los
contenidos que específicamente se deben trabajar en cada grado; muy
por el contrario, esos contenidos deben constituir el punto de
partida y los insumos principales para la generación de la
pretendida circulación.
La cuestión institucional
La ruptura con la lógica graduada desde las prácticas de
enseñanza, chocan contra el conservadurismo institucional y que, más
allá del discurso didáctico, hace que ciertas lógicas y
estructuras permanezcan inalterables. La escuela graduada de
nuestros sistemas educativos nacionales ha generado una fantasía
didáctica basada en la creencia de que un grupo de niños, por tener
todos la misma edad y pertenecer formalmente a un mismo grado,
aprenden de igual manera y al mismo tiempo. Nada más lejos de la
realidad, ahora que reconocemos que la diversidad en las formas de
aprender -inherente a cualquier grupo que aprende- no está asociada
sólo a lo evolutivo, sino a múltiples factores de índole social y
cultural. Y si hay diversidad en las formas de aprender, también
debería haber diversidad en las formas de enseñar. Pero la matriz
institucional tiende a la homogeneización de propuestas de enseñanza
según esa estructura graduada. Una estructura tan matrizada y
naturalizada en las instituciones educativas, que hace olvidar su
condición de invención y por lo tanto susceptible de ser
modificada. Forma parte de la “cultura institucional”, como un
“sistema de valores, ideales y normas legitimados por algo sagrado
(mítico, científico o técnico) (Garay, 1996: 141)
Como
expresa Lucía Garay, la “instancia institucional en sí” implica
límites estructurales establecidos, fronteras que determinan un
adentro y un afuera, creando en esa formulación un “clima
institucional”. Pero uno de sus efectos más importantes generados
detrás de esas fronteras es que para constituirse “necesita
reprimir la diferenciación individuante; limitar el reconocimiento
de los otros a otro análogo,
estructurado por un modelo común”. (íbid) Aún cuando se hable
del respeto por la individualidad, la condición de existencia de las
instituciones educativas es “esta negación de la individuación.
De cómo se resuelva esta contradicción en distintos momentos
históricos de las instituciones educativas dependerá el modelo
socioeducativo imperante” (íbid)
Los incipientes trabajos de
investigación sobre Didáctica multigrado en nuestro país, parte de
la reflexión sobre las prácticas que se realizan en las escuelas
rurales. Se evidencia en ellas, intentos de formular estrategias
didácticas que consideran al grupo multigrado como una unidad, más
allá del grado a que pertenece cada alumno, porque la esencia del
potencial está en las posibilidades de interacción entre pares
asimétricos, entre niños de diferentes grados, en determinados
momentos. Esa interacción supone compartir no sólo el espacio
áulico, sino las actividades didácticas y en especial, los saberes
que circulan allí. Estas acciones didácticas deben convivir, sin
embargo, con una estructura graduada idéntica a la existente en
escuelas rurales; por lo que, más allá de otras variables
vinculadas con los niveles de conceptualización o capacidades de los
alumnos, tanto la estructura administrativa del sistema como las
familias y los propios alumnos, esperan que cada alumno evolucione en
el ciclo escolar pasando de grado en grado. Aunque la institución
escolar no presente en estos casos, un salón de clase para cada
grado como es habitual en las escuelas públicas, la pertenencia
formal de cada niño a un determinado grado, no desaparece.
A este elemento estructural
vinculado con la estructura graduada y las promociones de los
alumnos; existe otro elemento institucional contra el que también
choca la propuesta didáctica del multigrado: la estructura
curricular. En ésta estamos considerando el currículum en sentido
amplio que incluye, aunque no en forma exclusiva, el Programa como
currículum prescripto. En un grupo multigrado, la propuesta del
docente aborda el currículum en términos globales y, aunque no
desconoce lo que cada alumno debe aprender en función del grado en
el que se encuentra, suele formular prácticas que implican una
organización de los contenidos pautada por la integración, el
planteo de hilos conductores comunes a todo el grupo y la
complementariedad de contenidos abordados en uno y otro grado. Estas
prácticas integradoras suelen tensarse con las exigencias
institucionales con respecto a los contenidos por grado, por lo que
es un elemento crítico de consideración durante las evaluaciones y
prácticas de los supervisores.
A estos dos elementos
estructurales hay que sumarle otros, propios de la práctica
educativa, y que también vienen a tensarse con algunas de las
prácticas propuestas por la Didáctica multigrado. La tradicional
concepción de aula, en tanto salón de clases, con determinada
gestión del espacio, uso de las paredes, disposición del mobiliario
y posición de aprendientes y enseñantes; no tiene lugar en una
propuesta didáctica para grupos multigrado. En primer lugar, esta
realidad exige abandonar la idea de que el aula está determinada por
las cuatro paredes del salón. No hay espacio predefinido como aula
por sus condiciones materiales. El aula es aquel espacio donde el
docente tome decisiones que haga que allí ocurran procesos del orden
de la enseñanza y del aprendizaje. Puede ser el salón de clase,
pero también pueden ser otros espacios del edificio escolar, del
predio o de territorios externos a éste, pero que en tanto se
cumplan las condiciones antedichas, se configuren como aula. La
complejidad y riqueza del multigrado, la necesidad de ambientar las
propuestas diversificadas que se ejecutan de manera paralela y
simultánea y las oportunidades dadas en una escuela rural en
particular, obligan a esta conceptualización de aula. Sin embargo,
una vez más, se trata de una forma de actuar que siempre mantiene
tensión con respecto a lo que se espera para la institución,
considerada el aula en tanto infraestructura y dinámica de
funcionamiento. Muchas veces, generar instancias didácticas en
aulas ubicadas fuera del salón de clase, desencadena conflictos con
las familias de los alumnos, si no se generan a la vez estrategias de
negociación con los padres.
La cuestión de la organización
y uso de los espacios educativos muestra otro elemento de la práctica
educativa que se manifiesta en tensión entre la propuesta didáctica
y los criterios institucionalmente aceptados. Tiene que ver con la
organización social de la clase, en términos de Antoni Zabala
(1997), esto es, la distribución de los alumnos en el aula y sus
movimientos. Existen discursos didácticos que abogan por la
desestructuración de la rigidez tradicional de las aulas, sobre todo
a partir de la Escuela Nueva y su enseñanza a través de la acción,
la vitalidad y la mesa colectiva. Sin embargo, aún dentro de ese
esquema, se utiliza el concepto de aula expandida, que supone en
definitiva, que el aula es el salón de clase y que en determinados
momentos, se puede expandir a otros territorios. Pero aún hoy se
suele caracterizar como desordenada un aula que habilite al
movimiento de los alumnos en varios espacios educativos; lo cual
lleva a que muchos docentes vean la movilidad interna del grupo, como
un peligro de “perder el control de la clase”. En las propuestas
para el multigrado, la organización social de la clase no responde a
un criterio fijo e inmutable; por el contrario, depende de dónde se
configure el aula, la actividad que se esté realizando y los saberes
que estén puestos en juego. Además, esta organización cambiante,
determinará el uso simultáneo de varios espacios educativos dentro
y fuera del salón de clase; por lo que los alumnos se manejarán con
cierta autonomía y bajo ciertas normas de funcionamiento que los
habiliten a transitar por distintos territorios, ya sea en forma
individual o en pequeños grupos, ya sea respondiendo a la propuesta
didáctica del docente para ese día o participando de rutinas
instaladas en el grupo multigrado, de forma permanente.
Vinculado con lo anterior,
debemos considerar otros dos elementos: los recursos didácticos que
formen parte de la propuesta didáctica y las relaciones interactivas
entre los actores. Los recursos deben constituirse a partir de la
decisión docente de incorporar un elemento del mundo a un
dispositivo didáctico. Al igual que en el concepto de aula, también
aquí se niega el estatuto de didáctico a un elemento por sí mismo,
lo es sólo en función de una propuesta didáctica. En las
instituciones educativas suelen identificarse ciertos objetos como
“recursos didácticos” aún cuando esto sólo se manifieste como
una formalidad y no como una funcionalidad al servicio de la
generación de acontecimientos de aprendizaje. Las relaciones
interactivas en una propuesta multigrado, también suelen
contradecirse a lo esperado; en tanto no se limitan a una interacción
maestro – alumnos, sino que adquiere relevancia las interacciones
alumno – alumno, que además se da entre alumnos de diferentes
grados y edades. Es en estas interacciones que se rompe con la
graduación, en tanto se promueven vínculos entre niños que tienen,
necesariamente, diferentes relaciones con el saber. Además estas
prácticas no profundizan siempre en la cultura de la respuesta por
parte de los alumnos, como es tradicional, donde el maestro pregunta
y el alumno es el que responde. Se busca formar una cultura de la
pregunta, poniendo en relación niños pequeños con niños grandes,
buscando que las preguntas se alejen de la formalidad propia de los
contratos didácticos y se acerquen al interés, la necesidad y la
curiosidad. En las preguntas que formulan los aprendientes se puede
encontrar un indicador de aprendizaje más potente que en las
respuestas. La forma en que un alumno formula una pregunta
generalmente es más potente como indicador de aprendizaje que sus
respuestas, generando además, una dinámica didáctica que
retroalimenta positivamente al interacción entre los pares.
Por lo tanto, también los
instrumentos de evaluación tienen en las estructuras de grupos
multigrado, posibilidades muy interesantes y que pueden ser
aprovechadas desde las propuestas de enseñanza. No sólo en la
mencionada cultura de la pregunta, sino también en la puesta en
práctica de la circulación de los saberes en el multigrado.
Circulación que plantea la idea de que uno de los indicadores de
evaluación esté en la transferencia discursiva de cada alumno a sus
compañeros, constituyendo ésta una de las principales herramientas
de evaluación que se viene a sumar a otras clásicas como la
aplicación del conocimiento a la resolución de problemas.
Quizá la organización de los
tiempos sea el elemento de la práctica educativa que menos
distancias ha generado con respecto a la propuesta didáctica
tradicional aplicada a escuelas graduadas. Esto sucede aún cuando
en los grupos multigrado, los docentes, en función de la diversidad
de los alumnos, aplican estrategias de diversificación de prácticas
de enseñanza, desencadenando procesos simultáneos que le exige una
intervención de alternancia entre trabajo dirigido y trabajo
autónomo. El primero requiere la presencia directa del docente,
mientras que el segundo es efectuado por los alumnos sin el docente;
y ambos procesos se dan simultáneamente en el grupo multigrado.
Ahora bien, si como se plantea en una de las premisas iniciales de la
Didáctica multigrado, esta diversificación se aplicara en grupos de
un solo grado, sí generaría tensiones del tipo que señalábamos
antes.
Conclusiones
Las
tensiones referidas en el desarrollo de este trabajo, refieren a una
forma de pensar lo didáctico en la singularidad del multigrado, en
el marco de una institución educativa que mantiene sus estructuras y
dinámicas, ya consolidadas y naturalizadas. Esto provoca conflictos
cotidianos en lo didáctico, en tanto insumos para la reflexión en
la construcción de conocimiento con respecto a esta realidad
particular. Por lo tanto, lejos de considerar estas tensiones como
problemáticas en sí mismas, resultan de un enorme potencial para
avanzar conceptualmente en el acercamiento de lo didáctico -referido
a los acontecimientos de enseñanza y aprendizaje de cada día- a la
Didáctica como estructura teórica en construcción.
En el
caso narrado, esto es, el intento de construir una Didáctica
multigrado que dé cuenta de los acontecimientos didácticos que
ocurren en un aula multigrado, se dejan ver estos obstáculos
institucionales que se manifiestan recelosos de las aventuras
cotidianas de Maestros y alumnos. Algunas forzadas por lo singular
de las situaciones, otras intencionalmente planteadas como
alternativas a las prácticas tradicionales y las clásicas
configuraciones de los elementos de la práctica educativa. Sean de
una o de otra naturaleza, estas innovaciones demuestran la fuerza de
la institución para conservar sus configuraciones habituales,
legitimadas y naturalizadas; pero a la vez, las innovaciones
demuestran también la posibilidad misma de su existencia. Todas las
concepciones que hoy podemos identificar con la Didáctica multigrado
tienen su origen en la reflexión sobre prácticas que ya se realizan
y suceden desde hace mucho tiempo. La reflexión y la construcción
teórica sólo tienen lugar a partir de prácticas que ya han sido
posibles y, en todo caso, aquellos procesos suponen un paso más en
un proceso que comenzó hace mucho tiempo.
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- Zabala, A. (1999) Enfoque globalizador y pensamiento complejo, Barcelona: Graó.
- 1 Basado en textos anteriores sobre la concepción teórica de la Didáctica multigrado: Santos, Limber (2006) Atención a la diversidad: algunas bases teóricas de la didáctica multigrado, y Santos, Limber (2007) Didáctica multigrado: la circulación de los saberes en una propuesta diversificada, en Quehacer Educativo, ambos publicados en la Revista Quehacer Eductivo.
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