Experiencias escuelas uruguayas
Las flores de Chacras de Pintado
Esta experiencia de trabajo con la comunidad se lleva a cabo en la Escuela N° 4 de la localidad Chacras de Pintado, ubicada en el km 9 y ½ de la ex ruta 30. Se encuentra inmersa en una zona agrícola, pero fundamentalmente tabacalera. Cabe resaltar que todo este trabajo que se expresará a continuación fue y es posible debido a que la Directora, Sonia de Vargas, que desempeña funciones en la escuela, hace ya veinte años que lo hace en este mismo centro educativo. El problema se presenta en el año 1990, con la preocupación por la preservación del medio ambiente por daños provocados por el uso constante de agrotóxicos en toda la zona. Se elabora un proyecto cuyo objetivo fue mejorar el medio ambiente, contrarrestar los efectos de los agrotóxicos tanto en el suelo como en la salud de los niños quienes presentaban sangrado en las manos y deformaciones.
Una de las acciones que se realizaron fueron charlas, talleres para padres y vecinos, de carácter informativo – preventivas, con técnicos de la Intendencia Municipal de Artigas (IMA), el Dr. Luis Eduardo Juan y el Ing. Agr. Ariel Díaz. A nivel de aula, se trabajó en la creación de un periódico escolar, que se editó tres veces en el año, donde los niños publicaban, entre otras cosas, entrevistas con personas de otras zonas para ver las posibilidades de trabajar de otra manera. En el año 1992 se quiso mostrar en ese momento que era posible, además se trató de promover el consumo de verduras por parte de los niños. Entonces se comenzó con un Proyecto de Huerta Orgánica, esta vez con el apoyo del Cuerpo de Paz. Cada dos meses venía un técnico y realizaba talleres con padres y niños. Se trataba de cómo producir sin contaminar. Había entonces que elaborar el propio fertilizante. Comenzaron con composteras. Trajeron cajas con lombrices californianas, de las cuales una quedó en la escuela y la otra fue llevada a la casa de vecinos que tenían criaderos de cerdos.
Ya en el año 1994 los niños habían construido huertas en sus casas motivados por el trabajo realizado en la escuela. Aprovechaban el abono orgánico que tenían, ya que habían aprendido en la escuela a hacer composteras. Se trabajaba además con un producto natural elaborado con cáscaras, líquido, el cual se aplicaba haciendo surcos en los canteros. Lógicamente este trabajo se realizaba con el apoyo de técnicos del Cuerpo de Paz. Con las huertas en sus casas se incrementaron los ingresos sin costos de mantenimiento y desterrando un poco la cultura del monocultivo aplicado hasta entonces en la zona que era la plantación de tabaco. En el año 1996 en la Escuela se experimenta con un pequeño invernáculo. Nuevamente se cuenta con el apoyo de la Tabacalera que en esta oportunidad dona el nailon y además un vecino dona la madera para la construcción del mismo. Se experimentan otras técnicas agronómicas como camas altas. Se invitaba a los padres y vecinos a que concurrieran a la escuela a ayudar, pero la finalidad era que aprendieran nuevas técnicas. Los padres traían el maíz para colocar en los canteros. Era como un intercambio de materiales por conocimientos.
Ya en el año 1994 los niños habían construido huertas en sus casas motivados por el trabajo realizado en la escuela. Aprovechaban el abono orgánico que tenían, ya que habían aprendido en la escuela a hacer composteras. Se trabajaba además con un producto natural elaborado con cáscaras, líquido, el cual se aplicaba haciendo surcos en los canteros. Lógicamente este trabajo se realizaba con el apoyo de técnicos del Cuerpo de Paz. Con las huertas en sus casas se incrementaron los ingresos sin costos de mantenimiento y desterrando un poco la cultura del monocultivo aplicado hasta entonces en la zona que era la plantación de tabaco. En el año 1996 en la Escuela se experimenta con un pequeño invernáculo. Nuevamente se cuenta con el apoyo de la Tabacalera que en esta oportunidad dona el nailon y además un vecino dona la madera para la construcción del mismo. Se experimentan otras técnicas agronómicas como camas altas. Se invitaba a los padres y vecinos a que concurrieran a la escuela a ayudar, pero la finalidad era que aprendieran nuevas técnicas. Los padres traían el maíz para colocar en los canteros. Era como un intercambio de materiales por conocimientos.
Las semillas eran proporcionadas por la IMA. En el año 1997 hay una toma de conciencia, una necesidad de cambio en el manejo del suelo. Se promueve entonces, siendo la escuela siempre el centro, la recuperación del suelo a través de la aplicación de abonos verdes. En ese momento la Tabacalera siente la presión de los diferentes organismos ya sean ONG como también estatales y grupos ambientalistas como Artigas 86. Se realizan talleres con técnicos regionales contratados por la tabacalera. El tema era la rotación y recuperación del suelo mediante el uso de abonos verdes. Se comprometió a todos los productores a que luego de cada cosecha debían plantar lupinus, ervillaca y porotos. El resultado de estas prácticas fue notorio. Los vecinos plantaron sandías en ese mismo suelo y se obtuvo una cosecha muy buena. En la escuela también se acompañó todo ese proceso ya que el centro experimental era ella. A esta altura se había logrado el objetivo planteado inicialmente.
Ahora se plantea o surge otro objetivo que es el de mejorar los ingresos de los hogares en épocas del año que no tienen la zafra del tabaco (invierno-primavera). Se instrumenta un invernáculo más grande en la escuela (8m x 4m), realizado con el apoyo de los padres. Monte Paz donó nuevamente el nailon y las semillas para la Escuela y para los vecinos y productores donó semillas. A nivel de la Escuela se establece una comparación entre la huerta a campo y la protegida, empleando un manejo orgánico en las dos. Los padres aprovechan esta experiencia, cultivando en los túneles con materiales sobrantes de la plantación de tabaco. Se obtuvieron muy buenos resultados. En ese momento una vecina comienza a vender en la feria de la ciudad lo producido en su huerta (Liliana Melgarejo). Otros vecinos motivados por este hecho comienzan a probar también de vender sus producciones (Ávila y Núñez). Se logró una creciente recuperación del suelo tanto a nivel huerta como en la plantación de tabaco, empleando todo lo aprendido a través de los años en los talleres: abonos verdes y cama de gallina ya que se instaló en la zona una avícola.
Ahora se plantea o surge otro objetivo que es el de mejorar los ingresos de los hogares en épocas del año que no tienen la zafra del tabaco (invierno-primavera). Se instrumenta un invernáculo más grande en la escuela (8m x 4m), realizado con el apoyo de los padres. Monte Paz donó nuevamente el nailon y las semillas para la Escuela y para los vecinos y productores donó semillas. A nivel de la Escuela se establece una comparación entre la huerta a campo y la protegida, empleando un manejo orgánico en las dos. Los padres aprovechan esta experiencia, cultivando en los túneles con materiales sobrantes de la plantación de tabaco. Se obtuvieron muy buenos resultados. En ese momento una vecina comienza a vender en la feria de la ciudad lo producido en su huerta (Liliana Melgarejo). Otros vecinos motivados por este hecho comienzan a probar también de vender sus producciones (Ávila y Núñez). Se logró una creciente recuperación del suelo tanto a nivel huerta como en la plantación de tabaco, empleando todo lo aprendido a través de los años en los talleres: abonos verdes y cama de gallina ya que se instaló en la zona una avícola.
También se notó un cambio en la calidad de vida de los agricultores. Notaron que al disminuir el uso de los agrotóxicos y al manipular la hoja del tabaco ya no se agrietaban ni sangraban las manos. Algunos niños hasta habían perdido las huellas digitales. Varios vecinos comienzan a vender lo producido y descubren una nueva alternativa. Se promueve desde la escuela el trabajo cooperativo. Se realiza intercambio de plantines y también intercambios luego de la cosecha. En el año 2000 se consigue desde la escuela un curso con UTU sobre cocina, elaboración de conservas, licores, mermeladas y mazas. Este trabajo constituyó una nueva fuente de ingresos ya que lo que elaboraban lo vendían. Las madres montaban ferias en la ciudad para vender todo lo que producían. En el año 2003 se gestiona a través del CAPDER el apoyo de Fundación Logros con el Programa Huerta Orgánica en las Escuelas. Se construyen dos invernáculos de 12m x 8m. También se adhiere a este trabajo Uruguay Rural con floricultura. Se realizan diferentes talleres para padres y vecinos de la zona con técnicos de Fundación Logros a través del proyecto “Educando saber hacer – Cultivamos el Desarrollo”.
También se realizan visitas a los hogares con Ingenieros Agrónomos, Asistente Social y Mtro. Coordinador del CAPDER para realizar el seguimiento del proyecto y atender las necesidades de los vecinos y productores de la zona. También se organizaron talleres donde Uruguay Rural acercó técnicos de IMA para trabajar sobre floricultura. Se experimentó en el invernáculo de la escuela con copetes, statiches y clavelinas. Se distribuyó entre los que participaban en dicho proyecto bandejas con diferentes variedades. El técnico realiza el seguimiento en los hogares y además realiza la gestión para la comercialización de las flores producidas por los vecinos, todo con manejo orgánico. Actualmente continúan trabajando en este tema. Participan en encuentros con floricultores en Salto. También varios vecinos de la zona poseen grandes invernáculos de producción orgánica y comercializan lo producido. Se han logrado los objetivos planteados. Lógicamente siempre surgen nuevas inquietudes por parte de la comunidad y la escuela está siempre abierta para ellos. Hay que resaltar la importancia de que el Director permanezca en la misma escuela y se preocupe por la calidad de vida y la salud de sus alumnos para que se pueda dar todo este proceso en la zona.
Mtro. José María Maciera Coordinador CAPDER de Artigas
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