miércoles, 17 de diciembre de 2014

Prácticas

ADMINISTRACIÓN NACIONAL DE EDUCACIÓN PÚBLICA
CONSEJO DE EDUCACIÓN INICIAL Y PRIMARIA
DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN PARA EL MEDIO RURAL

Proyecto I+D EDU2009-13460 (Universidad de Barcelona)
"La eficacia y la calidad en la adquisición de competencias caracterizan a la escuela rural: ¿es un modelo transferible a otra tipología de escuela?"


Prácticas educativas en
aulas multigrado:
una mirada desde la enseñanza

Descripción, interpretación de resultados y conclusiones

-Uruguay-

  1. Descripción de los escenarios.
  2. Categorías descriptivas de la observación con datos complementarios de la encuesta y las entrevistas.
  3. Interpretación de las categorías descriptivas de la observación.
  4. Conclusiones.

Autores: Mtros. María Cristina Guimaraens (Salto), Alejandra Viola (Paysandú), Susana Fernández (Colonia), María Cristina Robaina (San José), Susana Navarro (Rocha), Roselin Pereyra (Rocha), Soledad Pereyra (Flores), Isabela Urdampilleta (Florida), Adriana Álvarez (Canelones), Lilián Miraballes (Maldonado), Herman Molina (Rocha), Alberto Fernández (Treinta y Tres), Mónica Rodríguez (Lavalleja), Julio Ibarra (Lavalleja), Serrana Correa (Lavalleja), Alejandra Dego (Canelones), Elsa Gómez (Durazno), Silvia Estefan (Lavalleja).
Coordinador: Mtro. Lic. Limber Santos
  1. Descripción de los escenarios

  1. Aplicación de la observación participante
El equipo uruguayo de investigación aplicó la metodología de observación participante en cuatro escuelas rurales -dos unidocentes y dos bidocentes- de contextos socioeconómicos y geográficos diversos, en duplas de investigadores que realizaron sucesivas visitas a las escuelas hasta que se produjo la saturación de datos. Cada dupla tuvo instancias posteriores a cada sesión de observación para el intercambio de registros, la realización de un primer nivel de análisis y la planificación de las siguientes sesiones. Las observaciones de clase realizadas en la tarea de campo oscilaron entre siete u ocho por escuela, llegando a un grado de saturación de datos en lo que se refiere a las pautas seleccionadas para la observación participante. Se entiende por saturación de datos cuando en sucesivas observaciones de recolección de datos, en un número suficiente de evidencias que garantizan la credibilidad de lo observado, éstos no muestran nuevos elementos, sino que se van confirmando los ya observados.
Como elemento metodológico sui generis, se conformaron cuatro nodos1 de trabajo en torno a los cuatro casos, que sesionaron integrando a otros compañeros del equipo que no estaban participando de las sesiones de observación, y que se ubicaban desde cierta exterioridad. Estos nodos de análisis permitieron ampliar y enriquecer la mirada de los observadores, reorientando la observación para enfocarla en elementos y detalles que parecían más interesantes. Los nodos funcionaron en cuatro enclaves geográficos diferentes, asociados a las escuelas observadas y la procedencia de los investigadores. Cada nodo produjo un producto primario derivado del análisis de las observaciones. Éste se realizó sobre la base de dos insumos fundamentales: las notas de campo aportadas por los observadores y el corpus teórico previamente definido, un conjunto de textos seleccionados para el trabajo interpretativo.
A partir de esa dinámica se realizaron varias reuniones plenarias en las que se elaboró una treintena de categorías descriptivas de lo observado. Esos hallazgos fueron nominados, descriptos en base a elementos teóricos y ejemplificados con las notas de campo; en la búsqueda de conocimiento nuevo al respecto. En un primer documento, luego conocido como “informe artesanal”, las categorías se agruparon en función de las escuelas donde se generaron y que fueron identificadas como del sur, del oeste, del centro y del norte.
En un segundo documento, esas categorías se organizaron en cuatro grupos. El primero se denomina “Autonomía y control: interacciones maestro-alumno en el aula multigrado”, incluyendo categorías tales como “atención individualizada a priori”, “modelo controlador con apariencia de autonomía”, “la docente trabaja con todo el grupo multigrado todo el tiempo”, “pauta y apuntalamiento inicial”, “dependencia y control” y “autonomía y participación.” El segundo grupo es el de “Tutoría y trabajo colaborativo: interacciones entre niños en el aula multigrado” e incluye categorías tales como “tutoría de niños grandes hacia chicos”, “tutoría legitimadora”, “tutor que asume el rol de la maestra”, “colaboración de los grandes hacia los chicos”, “tutoría entre todos” y “trabajo en equipo colaborativo”. En tercer lugar, el grupo “Ubicaciones y desplazamientos: espacios y tiempos en el aula multigrado” reúne categorías como “distribución del salón sin frente”, “desplazamientos de la maestra”, “niños ubicados en forma individual”, “salón con frente y dos columnas de bancos Varela”, “maestra que se desplaza sólo en el frente del salón”, “niños ubicados por grados, sin cambios”, “niños ubicados por niveles”, “salón con frente hacia el que se orientan mesas individuales”, “maestra que se desplaza por todo el salón, con lugar de referencia”, “salón con frente y bancos Varela en semicírculo” y “niños ubicados en un lugar de referencia, cambiando según la actividad”. El último grupo se denomina “Temas, contenidos y circulación: los saberes en el aula multigrado” y está conformado por las categorías “emergentes como temas en sí mismos”, “pauta como seguimiento, entendido como intervención docente”, “actividades centradas en los temas”, “apertura, diversificación y cierre”, “circulación de saberes” y “frecuentación de contenidos en términos de profundización y relacionamiento”. Como se puede sospechar, algunas categorías dan cuenta de fenómenos conocidos y ya explicitados en los textos del marco teórico, pero otras remiten a acontecimientos didácticos inesperados o que traducen una insospechada distancia entre los elementos teóricos referidos al multigrado y su materialización en la práctica.
Durante 2012 funcionaron otros cuatro nodos, esta vez para la producción de textos a partir del enfrentamiento entre estas categorías y diversas fuentes teóricas.2 Este proceso de producción intelectual concluyó parcialmente con la redacción de un texto interpretativo de los hallazgos que arrojó la aplicación de la metodología de observación participante.


  1. Descripción de las escuelas observadas
Las cuatro escuelas rurales seleccionadas para desarrollar allí la observación participante, surgieron de la aplicación de un criterio mixto. Este criterio tuvo en cuenta elementos vinculados con la formación de los docentes y los resultados educativos de las instituciones, según algunos indicadores objetivos y según la percepción de las Inspecciones Departamentales respectivas. Por otro lado, se tuvieron en cuenta criterios de distribución geográfica -se consideraron cuatro departamentos de regiones diferentes del país-; contexto socioeconómico -agrícola, lechero, ganadero-; y carácter de la escuela -unidocente y pluridocente-. De este modo, surgieron estos cuatro escenarios:

    1. Escuela del sur
Se trata de una escuela unidocente ubicada en un departamento del sur del país, a unos 70 km de Montevideo. La maestra reside en la zona de la escuela y trabaja allí desde hace más de 12 años, con un gran reconocimiento de la comunidad. El contexto socioeconómico es el de una zona rural de producción predominantemente agrícola, con la presencia de pequeños productores con economías familiares. Se trata de una zona de población dispersa pero con una densidad demográfica muy superior a la media nacional.

    1. Escuela del oeste
Se trata de una escuela pluridocente en la cual trabajan dos maestras, una de las cuales se desempeña como directora de la institución. Está ubicada en un departamento del oeste del país, a unos 150 km de Montevideo. Desde el punto de vista de los resultados educativos y de la percepción de la supervisión docente, la escuela y el desempeño de sus docentes está considerado como de excelente nivel. El contexto socioeconómico es el de una zona rural de producción lechera, con población nucleada, de buen nivel económico.

    1. Escuela del centro
Se trata de una escuela pluridocente con dos dos maestras, una de las cuales es directora y maestra de los grados superiores. Está ubicada en un departamento del centro del país, a unos 220 km de Montevideo. Es una escuela catalogada por sus resultados y por la experiencia de la directora -de extensa trayectoria en la escuela- como de referencia. El contexto es de transición entre la producción lechera y la ganadería extensiva, aunque la escuela se encuentra en un pequeño pueblo rural, de los pocos que existen en esta región.

    1. Escuela del norte
Se trata de una escuela unidocente, con escaso alumnado, ubicada en un departamento del norte del país a 525 km de Montevideo. Pertenece a un contexto rural caracterizado por la ganadería intensiva, zona de tambos, chacras e invernáculos, con una población muy dispersa, baja densidad demográfica y muy próxima a la ciudad capital del departamento. La mayoría de los propietarios de los establecimientos no viven en la zona. La maestra directora está calificada en el nivel de excelente y cuenta con experiencia en el medio rural. Algunos de los alumnos son hijos de empleados de esos establecimientos productivos. Los demás provienen de estancias cercanas.

  1. Técnicas complementarias
La observación participante aplicada en cuatro escuelas rurales fue la técnica central de trabajo durante esta investigación. Esto fue acompañado por la aplicación de dos técnicas que vienen a aportar datos complementarios en la descripción de las escenas observadas: la encuesta y la entrevista.
La encuesta fue aplicada a 33 maestros rurales de todo el país, mientras que la entrevista fue realizada a 15 maestros rurales, también de diferentes departamentos. En ambos casos se recogieron datos emanados de la percepción de los docentes sobre las categorías iniciales acordadas. Tanto la encuesta como la entrevista fueron aplicadas antes de la observación participante.






  1. Categorías descriptivas de la observación con datos complementarios de la encuesta y las entrevistas.

  1. Descripción de categorías
De estos cuatro escenarios y en relación a las estrategias didácticas, organización del espacio y del tiempo, materiales didácticos, evaluación y contexto socio-cultural, surgieron estos cuatro grupos, cada uno de los cuales presenta un conjunto de categorías descriptivas, algunas de las cuales son ilustradas con ejemplos tomados de las notas de campo. Se indica en cada caso, una denominación tentativa de la categoría, la escuela de donde surgió y una breve descripción. Se incluyen aquí también, a propósito de las categorías que se describen, datos emanados de la encuesta y de las entrevistas realizadas a maestros rurales uruguayos, de forma complementaria y a partir de la observación que fue la técnica principal de trabajo.
De esta manera, la clasificación en los cuatro grupos de categorías descriptivas que se presentan a continuación surgen de los datos de la observación participante. En algunas de las categorías descriptivas así generadas se agregan datos de la encuesta y/o de las entrevistas, tanto sea en el mismo sentido que lo observado como en sentido contrario. En cada grupo de categorías se consignan las categorías iniciales que están implicadas y que constituyen aquellas categorías que estructuraron toda la investigación y las técnicas que se aplicaron: estrategias didácticas, organización de tiempos y espacios, materiales didácticos, evaluación y contexto socio-cultural.













  1. Grupo de categorías Nº 1. Autonomía y control: interacciones maestro – alumno en el aula multigrado.
Categorías iniciales implicadas: estrategias didácticas.

    1. Modelo controlador con apariencia de autonomía (escuela del sur)
La primera impresión que se tuvo al participar del aula, fue la de que los niños tienen gran autonomía, ya que realizan algunas tareas solos, sin preguntar a la maestra. Por ejemplo, a la hora de pasar al comedor, cada uno, sin preguntar, toma su bolsita con los artículos de limpieza personales y se dirigen al baño, sin orden de hacerlo. Luego pasan al comedor donde se gestionan su almuerzo, organizados para servir el agua y el postre. Otros ejemplos observados en el aula fueron los siguientes: a la hora de poner un título, todos lo hacen con colores y decoran el mismo según su gusto; al terminar un trabajo, los niños de Nivel Inicial sacan una fotocopia de una carpeta personal y sin esperar indicación de la maestra comienzan a trabajar.
Estas situaciones y otras, nos hicieron pensar en un clima de libertad, donde los niños son quienes gestionan los recursos para el aprendizaje. En las siguientes observaciones sin embargo, comenzamos a ver que tal clima de libertad y autonomía estaba presente sólo en algunas actividades y momentos como los ya descriptos, y en realidad estas situaciones representan hábitos y rutinas muy arraigados, pero que fueron impuestos por la maestra a través de los años. No hay verdadero trabajo autónomo ni gestión de recursos para el aprendizaje, ya que los niños consultan a la maestra cuando van a utilizar un recurso para trabajar y el uso de este no fue indicado por ella o no aparece su utilización en la consigna de trabajo que se les entregó.
También se nota el modelo controlador que subyace, en la atención que presta la maestra a cada cosa que los niños van a escribir. Ejemplo de esto es la siguiente situación. Se estaba trabajando con todo el grupo sobre el tema del Censo de Población 2011. Estaba presente una censista a la que la maestra propuso hacerle preguntas e indicó que una niña escribiera en el pizarrón las respuestas. Se dio en varias oportunidades que si un niño preguntaba algo, la maestra reformulaba la pregunta o incluso hacía una nueva inmediatamente después. También cada vez que la niña iba a escribir algo en el pizarrón, se le preguntaba: “¿Qué vas a poner?”. Lo expresado por la niña se aprobaba o no y entonces la maestra lo reformulaba y dictaba.


    1. Dependencia y control (escuela del centro)
No se ve un trabajo autónomo secuencial, sólo esporádico, pero siempre bajo la dependencia y control de la maestra. En forma continua los niños necesitan del aval de ella para avanzar en la tarea. Pocas veces realizan trabajos individuales donde se tienen que enfrentar solos a buscar estrategias para resolver una situación.
La docente manifiesta que ella los tiene “contenidos”, refiriéndose a los niños, porque es un grupo “sin autonomía”, que si los deja trabajando solos “no resuelven y se entretienen en otra cosa”. El control de clase se hace proponiendo tareas todo el tiempo. No hay “tiempos muertos”. La maestra teme al desorden y a no controlar el grupo, ya que el año anterior fue maestra unidocente.
Este control de parte de la maestra, donde al parecer siempre está presente, no se corresponde, sin embargo, con lo que declararon los docentes encuestados, en que la estrategia didáctica “clase expositiva” no aparece mencionada, al tiempo que sí aparecen las estrategias de proyectos, centros de interés, investigación en el medio y, en menor medida, resolución de problemas y simulación-juegos. Sin embargo, en una de las entrevistas sí aparece explícitamente la cuestión del control: “los (espacios) fijos son los rincones que son los utilizados por los niños de Inicial. El escritorio está ubicado en un lugar estratégico del salón donde yo los pueda visualizar a todos y llevar el control, aunque nunca me siento (ríe)” (entrevista U2).

    1. Autonomía y participación (escuela del oeste)
Los niños se muestran autónomos, percibida la misma como algo enseñado. Atienden las consignas y trabajan sin esperar a que la maestra los supervise. Suelen consultarse entre ellos y a la docente si es necesario. Cuando quedan solos, se mantiene el mismo clima de trabajo, lo mismo que cuando salen a realizar tareas fuera del aula. No se advierte dispersión acerca del tema que los convoca. Pueden pararse, conversar, gesticular, pero siempre están enfocados en la temática. Participan oralmente en forma activa, con buen vocabulario, el cual es continuamente acrecentado por la docente, la cual solicita sinónimos, “otra forma de decirlo”, etc. Se muestran entusiastas frente a las tareas propuestas.
En una de las entrevistas, un maestro observa en la autonomía la razón por la que no hay tiempos muertos en su aula: “no hay, es imposible que los haya, la dinámica de la forma de trabajo, la autonomía que se gesta en el/la niño/a y la multiplicidad de situaciones y hechos a ‘resolver’, harán la fluidez del hacer permanente” (entrevista U5).

    1. Atención individualizada “a priori” (escuela del sur)
La propuesta de enseñanza que hace la docente está basada en la atención individual a sus alumnos. Decimos que ésta se da “a priori”, ya que desde la planificación las actividades diarias se piensan en forma individual. La maestra propone actividades comunes a los niños del mismo grado pero a ser desarrolladas individualmente. Durante las siete jornadas de observación que se realizaron, la maestra propuso solamente dos actividades en forma conjunta a todo el grupo e igualmente la atención fue individualizada a la hora de supervisar el trabajo autónomo de los niños.
Se observó que si bien la atención que brinda la maestra es individual, no responde a las modalidades de aprendizaje ni a las dificultades de los niños, y que tampoco se contemplan estos aspectos en las actividades, que son iguales para todos los alumnos del mismo grado. El recurso empleado por excelencia, es el ejercicio fotocopiado, que se entrega a cada niño para ser pegado en su cuaderno.

    1. La docente trabaja con todo el grupo multigrado, siempre (escuela del centro)
En la tarea colectiva “Lectura de la pintura de Sandro Botticelli: La Primavera”, sentado todo el grupo en la alfombra, la maestra les muestra el cuadro con la pintura. La observan detenidamente y se toman un tiempo. Un niño comenta: “esos azahares que están en el suelo son de árboles de naranjo”, asociando con los azahares que había visto en la recorrida que previamente habían realizado por el predio de la escuela. ¿Y el aroma, dónde aparece representado en la pintura?, pregunta la maestra. Así continúa la docente, tratando de que los niños interpreten en profundidad la obra, que describan los elementos presentes y reflexionen sobre lo que quiso expresar el autor, valiéndose de preguntas problematizadoras. Busca que los niños se interesen y se “metan en la pintura”, tratando que todo el grupo participe y opine. A la docente nunca se le escucha decir o llamar a los niños por su grado. En ningún momento pregunta “que opinen los niños de 4to año”, o el niño de 3er. año, o de 5to. o 6to. año.
La maestra ubicada en el frente del salón comienza a hablar sobre las diferencias entre el hombre y la mujer, para todo el grupo. “El sexo es lo que nos diferencia”. Ya trabajaron el tema del aparato reproductor masculino y femenino. Ahora van a hablar de la persona y la maestra lee lo que escribió en la pizarra: “varias dimensiones de la persona, persona como ser integral”. Le entrega tarjetas a los niños y deberán realizar la lectura y el trabajo en parejas: cada dupla colocará la tarjeta en la dimensión que cree que corresponde (biológica, psicológica, social, etc.). Alumnos atentos y participativos, permanecen sentados en duplas en los bancos de frente a la pizarra y la Maestra adelante. La maestra los conduce para ir abordando cada una de las dimensiones. No hay diferenciación de grados, desde el niño de 3º hasta el de 6to. Se culmina la ubicación de las tarjetas en cada dimensión y realizan una actividad: Describir a una persona que admiren teniendo en cuenta los aspectos biológicos, psicológicos, sociales, históricos, sexual, lúdico, creativo. Es una propuesta para realizar en forma individual. No hay actividad diversificada ni por grado ni por nivel.
La frase comenzaba: “La Persona es un ser…” , y las tarjetas decían:
  • porque está ubicada en un tiempo y en un espacio (dimensión histórica)
  • porque se relaciona, se comunica, vive en grupo e interactúa con los demás (dimensión sexual, dijo una niña, otros dicen que es social; y se aceptaron las dos)
  • porque siente, piensa se imagina, quiere… (dimensión psicológica)
  • porque nace, crece, se desarrolla, se reproduce y muere (dimensión biológica)
  • porque inventan, se expresan, desarrollan ideas (dimensión creativa)
Otro ejemplo tiene que ver con los deberes. Siempre mandó tareas domiciliarias para todo el grupo por igual, sin diferenciación de grados ni niveles. Por ejemplo, “deberán reducir a la mitad los ingredientes de la receta”. Esta tarea se refiere a una receta de arroz con leche que se elaboró en clase y se trabajó con los ingredientes y sus proporciones. “Realizarán una descripción de ustedes mismos teniendo en cuenta las dimensiones de persona que se trabajó en el día de hoy”.

    1. Pauta y “apuntalamiento inicial” (escuela del centro)
A los niños les cuesta comenzar a escribir el texto que deben producir. Aunque algunos están más entusiasmados que otros, tratan de formular enunciados en voz alta, pero no registran. La maestra recorre los bancos e interviene para que comiencen la descripción. Va dando una pauta a todo el grupo por igual para que vayan teniendo una guía para comenzar el texto. “Desde el punto de vista biológico, ¿cómo lo definen?, y ¿desde lo psicológico? A medida que observa que todos los alumnos comenzaron la tarea, los va dejando solos, siempre recorriendo los bancos y apoyando al niño que necesita de su intervención.
Un ejemplo se puede ver en una consigna dada por la maestra: “describan una persona conocida por ustedes, tengan en cuenta las dimensiones que hemos venido estudiando y que hacen a una persona como ser integral, desde lo biológico, psicológico, social, histórico, sexual, lúdico y recreativo”.


























  1. Grupo de categorías Nº 2. Tutoría y trabajo colaborativo: interacciones entre niños en el aula multigrado
Categorías iniciales implicadas: estrategias didácticas.

    1. Tutoría de niños grandes hacia chicos (escuela del sur)
Esta dinámica de trabajo se encuentra instalada en la clase y diríamos que en la escuela. Los niños de las clases superiores tutorean el trabajo de los niños de Nivel Inicial y primer año, sobre todo, explicándoles las consignas, controlando el desarrollo del trabajo y estimulándolos a realizarlo. La maestra solicita permanentemente la ayuda de los “grandes” hacia los “chicos” no solo en las actividades de aula, sino también en el comedor y baños.
En una de las entrevistas aparece la idea de tutoría que preferentemente se la considera posible de los grandes hacia los chicos: “de los más grandes a los más chicos porque es la herramienta que uno tiene para trabajar con un nivel o con un grado, si no hay que trabajar con fichas, entonces me parece que la tutoría da mucho resultado en el sentido que los gurises grandes aportan mucho a los más chicos. Si bien no quita que los chicos le pueden aportar a los grandes, generalmente nosotros al trabajar con los grandes somos los que avanzamos en la conceptualización” (entrevista U10). En otra entrevista y en este mismo sentido se expresa: “creo fomentar la independencia, la responsabilidad y el respeto por los tiempos de aprendizaje de cada alumno. Utilizo las estrategias de trabajo en grupo y las tutorías de los alumnos de mayor edad hacia los de menor con diferentes niveles. Aplico actividades semidirigidas, autónomas y colaborativas” (entrevista U11).

    1. Tutoría entre todos. (escuela del centro)
Juan quiere medir y pide a la maestra que le dé una regla. La maestra le dice que piense otra forma de poder medir sin hacer uso de los instrumentos de medición. No se le ocurre nada e insiste ¿cómo voy a medir si no tengo regla? Tania, que está a su lado le dice, “vamos a medir usando la lana, yo te ayudo a sostenerla”. María ayuda también. Les dificulta medir ya que la lana es finita y se les enreda. Midieron un largo, luego midieron el ancho. Perdieron ambas medidas de la lana porque no la marcaron ni la cortaron. Interviene Luis diciendo que se puede medir contando la cantidad de pies que entran en un largo y en un ancho. Así lo hacen los tres. Cada uno cuenta las veces que entra su pie en cada lado. A los tres les da diferente cantidad, pero logran el cometido.
Veamos una actividad de Geometría en el invernáculo. Juan que está en 6to. año tiene que buscar las medidas de la base del invernáculo usando medidas no convencionales. No sabe cómo hacerlo. Tania que está en 4to año lo ayuda aportando ideas. María y Luis, de 5to. año y 6to. año tratan de ayudarlo. Se trabajan nociones de geometría, todas para todos, y los niños participan sin diferenciación de clases. Lo hace, también, el alumno de 1er. año que en ese momento está a cargo de la maestra. Los alumnos se involucran en la tarea y buscan diferentes maneras de resolver las propuestas dadas por la docente e inmediatamente se ponen a hacerlo.
En las entrevistas, las cuestiones de las tutorías y de las tareas autónomas aparece en pasajes como este, en relación a los alumnos con capacidades diferentes: “los alumnos se muestran motivados y seguros de alcanzar logros por más ínfimos que sean ya que los mismos son destacados y compartidos con la totalidad de los compañeros. Además estos alumnos son incluidos en todas las propuestas delegándoles tareas autónomas que han fomentado un aumento en su autoestima que ha repercutido de manera favorable en los aprendizajes” (entrevista U6). En el mismo sentido, en otra entrevista aparece el siguiente testimonio: “en el caso de este niño, como yo veía que podía y le gustaba, yo le daba un poquito más, trabajó mucho con tercer nivel, no bloquearlo ni encasillarlo. Darle cosas de 4º y también contenidos de 5º y ver hasta dónde se apropia, no exigirle, darle la oportunidad. También me pasó al revés, casos de niños que no logran conceptualizar lo de su grado y se le hacen propuestas de niveles más chicos” (entrevista U10).

    1. Tutoría legitimadora (escuela del sur)
La tutoría, siempre de los niños de clases superiores hacia los de los primeros grados, se realiza como paso previo a la consulta con la maestra, por eso decimos que es legitimadora. Los niños de Nivel Inicial, sobre todo, acuden a los niños de 4º, 5º y 6º año a quienes muestran su trabajo en busca de aprobación. Sólo una vez obtenida ésta, le muestran el trabajo a la maestra. Vemos entonces que la tutoría se convierte en un paso previo a la corrección de la maestra.
Se observó en algunas oportunidades, que el “niño tutor”, acompañara a su compañero al ir a entregar el trabajo tutoreado a la maestra; o que una vez contestada la consulta de su compañero, el “tutor” se la comentara a la maestra, no buscando confirmación a su respuesta, sino más bien en un plano de igualdad.

    1. Tutor que asume el rol de la maestra (escuela del sur)
Observamos que al realizar la tutoría, los que la ejercen asumen posturas y hasta repiten gestos de la maestra. Por ejemplo utilizan frases de aliento que ella usa frecuentemente.
Decimos que asumen el rol de la maestra por lo anterior y principalmente porque utilizan los métodos para orientar el trabajo que ella emplea. Por ejemplo, un niño de 5º año es requerido por un compañero de Nivel 4 para que lo ayude a escribir la palabra “pintura”. El niño de 5º va pronunciando letra por letra la palabra y haciendo recordar a través de asociaciones, con qué letra se corresponde el sonido. Este mismo método le vimos utilizar a la maestra en otras oportunidades.

    1. Colaboración de los grandes hacia los chicos (escuela del centro)
Sin mediar ninguna solicitud ni de Martín ni de la maestra, José que está en 5º año, se levanta del banco y se dirige al pizarrón para acompañar a resolver la división a su compañero. No se la resuelve, sólo controla que vaya haciendo el proceso bien, y si su compañero le pide una ayuda, se la da, pero no se adelanta. Lo acompaña en el proceso. Martín de 3er. año está tratando de realizar una operación en el pizarrón (división) y José de 5to. año colabora para que la pueda resolver con éxito. Se levanta y va a acompañarlo, lo hace por decisión propia. La maestra no lo manda a sentar, se nota que están acostumbrados.
Durante una de las entrevistas, un maestro ofrece este testimonio, muy ilustrativo de esta categoría: “hay una alumna de 6º que es espectacular, y yo a veces trato de hacerles entender algo a los chiquilines y ella en dos segundos se los explica y entienden. Fortalece el trabajo el que ella ayude a razonar o a pensar a los más chicos, como un monitor, es una líder total” (entrevista U3). En general, se entiende más natural que los grades sean quienes ayuden a los chicos: “generalmente no hay espacios libres donde los alumnos no tengan actividad, en caso que surjan los niños recurren a las computadoras, lectura o acompañan a los más pequeños (entrevista U12).

    1. Trabajo en equipos con el rol de liderazgo de los más grandes (escuela del norte)
En algunas actividades presentadas se veían muy buenas “relaciones interactivas” donde los más grandes lideraban la tarea. La docente desarrolla muy conscientemente, tareas colaborativas entre los niños, en el entendido de que los más grandes pueden ayudar a los chicos. Esto, en términos de que los más grandes poseen herramientas mecánicas o de procedimientos que los más chicos no tienen y en ese caso pueden ayudarlos en algunas tareas (recortar, pegar, leer, etc.) Entendemos que solo en raras ocasiones se trata de intercambios intelectuales en donde se pongan en juego conocimientos que motive cambios conceptuales para ambos pares.
Estas actividades eran frecuentes en Plástica, en Educación Física y en la huerta. La maestra ya tenía implícita la interacción cuando presentaba la actividad porque les decía: “cuando tengan dudas le preguntan a Rodney” o “para seguir avanzando le muestran cómo van”. En ocasiones ella preguntaba “¿quién puede ayudar a Fernando (niño de 3ro.) a buscar en el diccionario?”, “Lucía, vos que terminaste, podés ayudar a Marcos a pegar en la hoja” (niño de Inicial). El rol de liderazgo se tiene solo porque es más grande; las actividades asignadas no lo ponían en situación de pensar cómo hacer para ayudar.
En este sentido, ante el problema de rendimiento de un alumno pequeño, en las entrevistas un maestro expresa: “me basé en el niño de 3er. año para elevar o compensar su nivel, por ejemplo, en Ciencias Naturales y Sociales; los trabajé formando juntos equipos y puesta en común. Eso ayudó que la niña fuera tomando confianza para expresarse oralmente, ya que en forma oral no tenía dificultades. A fin de año, en las evaluaciones, me sorprendió en sus avances”. (entrevista U2).

    1. Trabajo en equipo colaborativo (escuela del oeste)
Todos los integrantes del grupo -incluida la maestra- tienen una función que cumplir y se complementan. En el grupo todos son importantes e imprescindibles realizando las funciones en las cuales se destacan. En el invernáculo está el alumno que sabe regar, los prolijos y pacientes que saben levantar el nailon del invernáculo, el secretario del grupo que sabe escribir con rapidez y claridad. Lo mismo sucede en clase, cuando trabajan en equipos se distribuyen las tareas y colaboran con los compañeros que tienen alguna dificultad para desarrollar alguna tarea.
En una de las entrevistas aparece esta misma idea acerca de las posibilidades del aula multigrado: “se fomenta el trabajo colaborativo, autónomo, donde el alumno al finalizar la tarea colabora con otro que aún no ha finalizado o realiza alguna de las tareas delegadas” (entrevista U7).


  1. Grupo de categorías Nº 3. Ubicaciones y desplazamientos: espacios y tiempos en el aula multigrado.
Categorías iniciales implicadas: organización del tiempo y espacio, materiales didácticos, contexto socio-cultural.

    1. Distribución del salón sin frente (escuela del sur)
El salón no tiene frente propiamente dicho, los bancos de los niños se encuentran distribuidos mirando hacia el centro del salón. No hay escritorio del maestro y hay varias pizarras que pueden ser visualizadas por todos los alumnos.
Esta distribución lleva a pensar en una primera impresión, en una forma de trabajo conjunto, en donde las actividades se comparten. Sin embargo, una vez conocida la modalidad de trabajo que prima, se piensa que la distribución responde a la poca utilización de pizarrones y/o papelógrafos, ya que cada alumno recibe su propuesta de trabajo fotocopiada.

    1. Salón con frente y dos columnas de bancos Varela (escuela del centro)
La distribución de bancos Varela es estática, cada niño reconoce como suyo su banco y su lugar. Se trata de bancos ubicados en dos columnas paralelas mirando hacia el pizarrón, que se encuentra al frente (norte) del salón. Cada columna tiene seis bancos Varela. Llamó nuestra atención, que el día que la maestra propuso sentarse en la alfombra para realizar un trabajo de observación de pinturas, los alumnos lo hicieron colocándose como si estuvieran en los mismos bancos, en columnas y de a dos. No rompieron la estructura. Es más, notamos cierta incomodidad por parte de ellos.

    1. Salón con frente hacia el que se orientan mesas individuales (escuela del norte)
La clase mantiene una frontalidad casi permanente. Las mesas de los niños están ubicados de frente al pizarrón y los alumnos se ubican por grados. Una mesa para una niña de 1ro., otra para un niño de 3ro. y otra para dos niños de 4to. con uno de 5to. En un plano más atrás el pupitre de la maestra y la mesa de alumnos de Inicial. En actividades especiales han juntado las mesas.
Se explicita en el plano la distribución:
Como se puede observar en el diagrama, además de las mesas de los niños y del docente, el papelógrafo y el pizarrón, aparecen allí dos rincones: de lectura y de Inicial. A juzgar por los resultados de la encuesta realizada, los rincones constituyen una modalidad predominante en cuanto a la organización de los espacios dentro del aula multigrado. En el 39,7% de las respuestas se hace referencia a esta modalidad de organización de los espacios, seguido en segundo lugar por los talleres y las áreas, con el 17,6% en cada caso. Esto da cuenta de un uso muy generalizado de esta herramienta, muy por encima de otras tales como centros o puntos de interés, secciones temáticas o biblioteca de aula. Las bibliotecas, si bien aparecen en este diagrama, como espacio organizador del aula no registra respuestas en la encuesta.
En las entrevistas también aparecen los rincones, áreas y espacios alternativos y el mobiliario asociado a ellos: “tenemos bancos bipersonales que movemos de acuerdo a las actividades, por ejemplo, los ubicamos en círculos para hacer un debate o leemos un cuento. Usamos las mesas del comedor cuando trabajan en equipo. Cada pared tiene una cartelera para cada área y una mesa con instrumentos y trabajo de los niños: por ejemplo, microscopio, tubos de ensayo y experimentos para observar (como un rincón) (…) En la escuela tenemos un salón de actividades múltiples: biblioteca, lectura, informática y música. Tiene un cronograma de uso, donde cada maestro planifica su actividad o se coordinan actividades juntos. La huerta y el jardín son lugares que le doy mucha importancia porque me permiten tratar muchos temas y los niños trabajan con mucho gusto” (entrevista U1).
La estrategia de los rincones asociada a solucionar la cuestión de los tiempos muertos también se desprende de las entrevistas: “los niños de Inicial a 2do. cuando tienen momentos sin trabajo saben que libremente tienen los rincones, los grandes tienen juegos de mesa o la XO” (entrevista U2). En otras ocasiones, los rincones alternan con otras estrategias como las tarjetas o fichas, para los tiempos muertos: “tengo rincones en la clase, y ellos se van a los rincones de juego, de almacén, de ciencia, a medida que van terminando se van a un rincón (…) a veces hay una tarjetita con una consigna. O si no van a los juegos que son para trabajar, por ej. fracciones” (entrevista U3). En otro caso se recoge: “cuando terminan antes tienen alguna ficha en el rincón y ya saben que la tienen que hacer, al terminar o se van al rincón de lectura o se buscan una ficha”. (entrevista U10). En ocasiones se hace referencia a rincones que están fuera del salón del salón de clases: “tenemos otro salón en el que hay rincones, de historia, de juegos, de lectura en el que hay una estantería con distintos libros, en el de juegos cuando estoy trabajando prefiero que no jueguen porque si no… Ellos van a ese salón y hacen lectura, ellos eligen el libro, el rincón de juegos es más bien para el recreo” (entrevista U4)
En otros testimonios puede verse la funcionalidad de los rincones más allá de los tiempos muertos: “en el aula tengo rincones y espacios por áreas. En ellos se fomenta el trabajo individual y/o colaborativo, el acceso a diferentes materiales y el intercambio de ideas” (entrevista U11).

    1. Salón con frente y bancos Varela en semicírculo (escuela del oeste)
El salón de clase tiene un frente en el que se ubican dos pizarrones, un reloj, el escritorio y bancos Varela ubicados en semicírculo. En cada columna de bancos se ubica una clase: 4to, 5to y 6to grado.

La modalidad de distribución en semicírculo es mencionada en varias entrevistas, en las cuales los maestros definen esa distribución como “cambiante de acuerdo a la propuesta, aunque hay tres básicas: la llegada a clase se hace en semicírculo próximo a la estufa, en la puesta en común colocamos los bancos en semicírculo, y la otra es en mesitas por niveles” (entrevista U2). En otra entrevista, el maestro señala: “si bien las mesas están ubicadas en semicírculo por grados para que todos puedan verse e interactuar, esta disposición es dinámica ya que en oportunidades trabajan en grupo ocupando diferentes espacios, realizan trabajo en rincones, por tutorías y también se trabaja en aula expandida” (entrevista U15).
Aunque en la observación que se describe aquí la propuesta en un semicírculo con bancos Varela, en una de las entrevistas aparece un testimonio que da cuenta de la imposibilidad de tal estructura: “hemos probado en semicírculo pero los bancos (Varela) no lo permiten. A veces trabajamos en las mesas del comedor. En la alfombra no se concentran tanto” (entrevista U6).
En el esquema anterior y sus referencias se pueden apreciar una serie de elementos y recursos didácticos. En las entrevistas se hace referencia a ellos: “en Inicial elaboramos juegos con los niños para que usen en los rincones o para actividades específicas, los demás traen mucho material que les mando elaborar con ayuda de sus padres para poder trabajar en la clase, fichas, cubos, etc. (entrevista U2). La referencia a la construcción de materiales también está presente en otra entrevista: “construyendo, reciclando, elaborando; para ampliar las alternativas de la acción cotidiana (no anquilosarse) y para integrar a los/las diferentes participantes en modo más o menos activo desde el lugar de cada uno” (entrevista U5). En este mismo sentido, otro maestro señala: “existen recursos elaborados por el docente primariamente: por ejemplo, papelógrafos, cartelera, calendario, carteles con el fin de pasar la lista con 1er. año y el nivel Inicial así como tarjetas con nombre. Los papelógrafos son hechos a mano y el resto con computadora para una mejor comprensión en el nivel Inicial. En las carteleras se pueden observar trabajos realizados por los niños de acurdo a la consigna dada” (entrevista U15).
Pero más allá de esta impronta de construcción de materiales, la clásica referencia al medio y sus recursos también aparece en las entrevistas: “primero las características del medio rural, tenemos un montón de recursos en el medio rural que nos facilita llegar a la conceptualización de los gurises, primero porque están cerca de ellos, ellos los manejan y se hace mucho más ameno. Primero, el afuera, después las ceibalitas que están espectaculares, las fichas como un recurso para ganar tiempo, los procesos que se pueden desarrollar con la huerta, el jardín, el cerro, el tajamar” (entrevista U10). En este mismo sentido, otro maestro señala: “otro recurso importante que posee la escuela es realizar salidas didácticas a lugares naturales como arroyos, forestales, estancia turística La Calera, etc.” (entrevista U14).

    1. Maestra que se desplaza por todo el salón, sin lugar de referencia (escuela del sur)
La maestra se desplaza por todo el salón y si bien tiene una mesa donde apoya sus útiles, nunca está sentada en ese lugar. Si se sienta en algún momento lo hace en cualquier sector y siempre al lado de alguno de los niños. Los desplazamientos constantes se deben a que va atendiendo a los niños banco por banco, en forma individual.

    1. Maestra que se desplaza sólo en el frente del salón (escuela del centro)
La maestra siempre se mueve dentro del salón en un sólo sector (lado noreste del salón) en la proximidad del pizarrón, su escritorio y la mesa de TV con video y entre el espacio que queda entre una de las columnas de bancos (donde se ubican los niños de 3° y 4° años) y la pared con ventanales. Se mueve constantemente con paradas momentáneas, nunca se sienta, ni en su escritorio ni en los bancos con los niños. Cruza a la otra columna de bancos sólo si se lo requieren los niños o para observar el trabajo que realiza un niño de 1er. año con atención especial. Este niño pertenece al otro grupo, pero en la primera media jornada, concurre al salón de la Maestra Directora a realizar tareas que le fueron asignadas por su maestra.


    1. Maestra que se desplaza por todo el salón, con lugar de referencia (escuela del norte)
La maestra se desplaza por todo el salón continuamente. Usa su mesa para pasar la lista, buscar materiales, consultar planificación.
Ese lugar de referencia del docente es mencionado en una de las entrevistas, en la que el maestro señala que la estructura de los espacios del salón es “siempre cambiante. Muchas veces en semicírculo, otras frente a la pizarra y otras dándole autonomía a los niños para su ubicación. La docente también fue variando su posición (al frente y luego al fondo)” (entrevista U8).

(escuela del oeste)
La maestra se desplaza permanentemente y se dirige donde están ubicados los alumnos dentro o fuera del salón. El frente es donde está ubicado el escritorio y el lugar donde ella vuelve permanentemente.
La docente comienza explicando la consigna de trabajo con todo el grupo en el frente. Al diversificar la propuesta ella se desplaza con los grupos de 5to. y 6to. 4to sale del salón y la docente va a cada subgrupo. Al volver al salón trabaja con 5to. y 6to. Vuelven los alumnos de 4to. y deja trabajo autónomo para 5to. y 6to. y retoma el trabajo con 4to. La docente siempre está parada y se desplaza por los grupos (donde están sentados los alumnos). Atiende en forma personalizada a una alumna de 4to. Cambian los alumnos de 5to. y 6to. de lugar y ella también se desplaza. Se traslada con el grupo al invernáculo. Vuelven al salón. Se sienta junto a los alumnos.
La atención de los niños de diferentes grados y niveles por parte del docente supone considerar la manera que éste realiza la distribución de los tiempos y los equilibrios que debe mantener en esa atención. Respecto al tiempo, en las entrevistas surgieron estos elementos: “el tiempo para mi es importantísimo marcarlo, porque si no pasamos toda la mañana trabajando en una sola clase, o por gusto personal trabajás en un área o en un nivel y te olvidás del resto. En lo personal me gusta mucho trabajar con los gurises chicos, entonces necesito marcar el tiempo y dónde estoy porque me orienta. (entrevista U10). En el mismo en otra entrevista aparece el siguiente testimonio: “creo realizar una organización y control del tiempo de carácter flexible según la actividad. Les dedico más tiempo a los alumnos más pequeños y a los que presentan dificultades de aprendizaje, pero intento repartir el tiempo de enseñanza en forma equitativa en cada uno de los grados” (entrevista U11).

    1. Niños ubicados por niveles y por grados, sin cambio (escuela del centro)
El alumnado está ubicado por grado y no se cambian durante la jornada, salvo algunas actividades muy puntuales, pero enseguida cada uno vuelve al suyo, al que reconocen como “su lugar”. El alumnado está ubicado respetando los niveles: 3er nivel (columna 1) y el 2do nivel (columna 2). No se cambian de lugar los niños de los diferentes niveles durante las actividades. Nunca se rompen los niveles.
Distribución del alumnado por columna y por clase:
Columna 1 Columna 2
1er banco.......1er año.....libre 1er banco.......4to año---4to año
2do banco.......libre.......5to año 2do banco......4to año....4to año
3er banco........libre.......5to año 3er banco.......3er año....4to año
4to banco........libre.......6to año 4to banco.......4to año....4to año
5to banco........libre.......6to año 5to banco.......4to año.....libre
6to banco........libre........libre 6to banco.......libre.........libre

Esta referencia a “su lugar” que aparece en la observación también se manifiesta en una de las entrevistas, en que el maestro dice acerca de la distribución de las mesas: “dinámica y se modifica de acuerdo a la propuesta aunque cada uno tenga ‘su lugar’. Los bancos Varela ‘los desaparecimos’ (se ríe), conseguí mesas y sillas”. (entrevista U2)


(escuela del norte)
Los niños están distribuidos en mesas por grados y se le asignan las tareas específicas que, una vez terminadas, se socializan. Esta ubicación fue la que se vio a diario, durante las jornadas de observación.

    1. Niños ubicados en forma individual (escuela del sur)
La mayoría de los niños se sientan en mesas individuales. Solo seis niños, ubicados en pares, comparten tres mesas más grandes que las otras. Aunque estos niños se sientan en la misma mesa, la ubicación sigue siendo individual. No realizan actividades conjuntas, solo ocupan lugares diferentes en una misma mesa. Los diálogos que se establecen durante el desarrollo de las actividades, refieren a temas de la vida escolar o particular de cada niño, no al trabajo que se está realizando.

    1. Niños ubicados en un lugar de referencia, cambiando según la actividad (escuela del oeste)
Los alumnos tienen un lugar definido en un banco de acuerdo a la clase. De acuerdo a la actividad que, si es individual, grupal, por clase o en grupos interclases los alumnos se desplazan por el salón. El aula también se instala en diferentes lugares del predio escolar: invernáculo, patio, cocina.
El concepto del aula ubicada en otros territorios diferentes al del salón de clase aparece también en las entrevistas. Veamos un ejemplo: “se tiene en cuenta para el trabajo el concepto de aula expandida teniendo presente que cualquier espacio puede ser considerado un aula, por lo que se trabaja tanto dentro como fuera de la escuela (…) Generalmente se planifican las actividades teniendo en cuenta la utilización de distintos espacios que favorecen la significatividad de las propuestas, juegos, recetas, actividades de exploración, de búsqueda, etc.” (entrevista U7). En este marco, el predio escolar ocupa un lugar importante en el discurso de los docentes entrevistados: “además del salón de clase se utiliza la galería en la cual funcionan dos rincones, uno de juegos y otro de arte. También dentro del salón de clase está el rincón de lectura. Se utiliza como aula el predio escolar ya que en oportunidades se ha ambientado el mismo para el desarrollo de actividades específicas así como el trabajo en el sector del predio destinado a la huerta escolar (…) El trabajo al aire libre ocurre frecuentemente ya que la huerta lo requiere, y el trabajo en rincones se realiza una o dos veces por semana con el grupo clase; y el alumno de Inicial prefiere retirar los materiales del rincón de juego o arte y llevarlos al salón” (entrevista U15).
































  1. Grupo de categorías Nº 4. Temas, contenidos y circulación: los saberes en el aula multigrado.
Categorías iniciales implicadas: estrategias didácticas, materiales didácticos, evaluación.

    1. Emergentes como temas en sí mismos (escuela del sur)
Los emergentes que surgen no siempre fueron tomados para trabajar con ellos. Cuando se toman, son tratados solo como temas, no se realiza ninguna organización de contenidos alrededor de los mismos, ni siquiera se trabaja o retoma un contenido a partir del tema emergente.
En las entrevistas, los maestros dicen tener muy en cuenta los emergentes, aunque no siempre queda claro, como en la observación que aquí se describe, cuál es el aprovechamiento didáctico que se hace del mismo. Un maestro entrevistado expresa respecto a los emergentes: “trabajo toditos, les doy valor a todos, si surge algo con que ellos llegan a la escuela, trabajo con eso, trato de destacar la importancia, el valor” (entrevista U4). La necesidad de utilizar los emergentes queda evidenciada en este otro testimonio, en referencia al armado de unidades “cuando surgen algunos emergentes que tenemos que trabajar porque estallan ante la vista de los chiquilines” (entrevista U10). En este sentido, el maestro entrevistado expresa que aprovecha los emergentes para “resignificar cosas que ya hemos trabajado y tratamos de dar un pasito más” (entrevista U10).

(escuela del centro)
Francisco le cuenta a sus compañeros y en particular se dirige a nosotros (las investigadoras) que en su casa hay varios gallos de riña. Se dirige más a nosotros porque nos mostramos interesadas y le pedimos que nos cuente. La maestra aclara que ya se ha conversado sobre ese tema, ya que la riña es un juego prohibido porque afecta a los animales. El niño cuenta cómo lo cuidan, su alimento, sus huevos, etc. Ese tema queda sólo como un tema más traído a la clase pero no se retoma para otra actividad. Allí mismo se da por finalizado. Marcos cuenta que en su casa tiene gallos de riña.
Esta forma de abordar el emergente, no es la que aparece en el discurso de los maestros expresado en las entrevistas. Consultado un maestro acerca de si los emergente se trabajan solo como temas o se aprovecha esa temática para trabajar contenidos programáticos, la respuesta es: “trato de meter contenidos programáticos. Aprovechar y trabajar todo lo que se pueda, historia, ciencias, todo lo que se pueda” (entrevista U3). En otro caso la respuesta no es tan terminante: “depende, a veces sí, hasta lo llevan a la casa para investigar, para buscar información, depende de la importancia. Ahí lo llevan a la casa y los padres colaboran, ellos mismos me mandan información o recortes de diarios” (entrevista U4).

(escuela del norte)
Llegan de regalo a la clase gusanos de seda. Los niños se manifiestan muy contentos y muy intrigados por las particularidades de este animal. Muchas son las preguntas que hacen, no tienen experiencia anterior con estos seres vivos. Luego de observarlos, la docente propone que mañana comenzarán a averiguar sobre ellos.
Al día siguiente los niños buscan libremente información sobre el gusano de seda en el ordenador personal. Ponen en el buscador de Google: “gusano de seda” y abren el link que les parece (la página no está predeterminada por la maestra). Leen y buscan en el diccionario las palabras que no comprenden. “Miran” los gusanos con lupas sin pautas para la búsqueda de evidencias. No registran lo que observan. Ya saben cosas de los gusanitos de seda, ahora a seguir observando cómo crecen y a esperar que se “transformen” en mariposa (información que obtuvieron e irán confirmando). Realizan la tarea muy motivados, aún sin una pregunta guía que los lleve a extraer alguna conclusión acerca del tipo de animal que están observando para caracterizarlo a través de atributos.
Este uso de las TIC para la búsqueda de información aparece en la encuesta como el uso más frecuente, con el 36,1% de las respuestas, por encima de la elaboración de informes y material didáctico (32,5%) y la realización de tareas, ejercicios y refuerzo (30,1%). Resulta llamativo que el uso de las TIC para trabajar en red con otras escuelas e instituciones solo haya sido mencionado en el 1,2% de las respuestas, aún cuando el 87,9% de los encuestados manifiestan tener conexión a Internet.
También en las entrevistas aparecen reiteradas referencias al uso de las TIC -particularmente las XO o “ceibalitas”- para la búsqueda de información: “la XO mayormente para buscar información la usan todos los días” (entrevista U3); “¡la ceibalita me encanta!, el tema es que en esta zona Internet no anda bien, siempre tenemos problema con la conexión, es un recurso tremendo, terminamos un tema y ellos me dicen, bueno ahora maestra buscamos información en Internet” (entrevista U4). En algunos testimonios aparece alguna leve variante: “(la usamos) para la búsqueda de información y para actividades de refuerzo y ampliación de conocimientos” (entrevista U11).

    1. Puesta en común (escuela del norte)
La docente reparte el pizarrón en tres partes, escribiendo la actividad que corresponde a cada clase: para 1er. año, para 3er. año y para 4to. y 5to. año. Los deja trabajar solos un momento; mientras organiza las tareas con los niños de Inicial. Luego regresa a uno de los grupos de trabajo para enterarse de lo que están realizando. Las actividades son referidas a un mismo tema, independientemente de la disciplina que elige.
El grupo de los niños de 4to. y 5to. año tienen como actividad de trabajo leer un texto (que la maestra ha extraído de una página de internet) y extraer algunos datos que tienen que ver con la distancia, en números, de los planetas del sistema solar al Sol. La docente se acerca y los ayuda a leer el texto y a comprender las palabras que ellos le han dicho que son “difíciles”. La niña de 1er. año trabaja con otro texto de Geografía (orientación, zonas cardinales), que se relaciona con el tema. En la puesta en común cada grupo socializa lo que “aprendió”.
Esta socialización de lo aprendido se puede considerar como un mecanismo de evaluación de aprendizajes que, al estar inserto en una actividad permanente como es la puesta en común, configura una manifestación singular de evaluación continua. Precisamente, en la encuesta, la evaluación formativa y continua en cuanto a su finalidad, es la que aparece con mayor frecuencia, mencionándose en el 58,3% de los maestros encuestados. Este tipo de evaluación también aparece como la modalidad más utilizada (38,5%) siendo superada solo por la evaluación diagnóstica e inicial con el 61,5%.
Sin embargo, la observación o los registros anecdóticos que podrían considerarse instrumentos válidos para evaluar aprendizajes en las puestas en común, tienen una presencia menor en las respuestas de los maestros encuestados (0% y 11,6% respectivamente). Por el contrario, las pruebas y exámenes escritos (24,4%), las pruebas y exámenes orales (20,9%) y el portafolio (25,6%) aparecen como los instrumentos más utilizados. Es claro que, al menos en los casos de las pruebas como instrumentos predominantes, hay una fuerte distancia respecto a lo que se describe en esta categoría, si se la observa y considera como una posible forma de entender la evaluación en los grupos multigrado. En las entrevistas, el abanico es amplio, en tanto hay testimonios que se expresa que “hay instancias puntuales (de evaluación) y otras las veo en el proceso. Muchas veces los niños sabían que esas actividades eran para saber cuánto sabían de ese tema, otras veces no se enteraban” (entrevista U2). En otros casos, no hay referencias a instancias puntuales como son las pruebas: “generalmente (evalúo) por observación. Al ser poquitos uno sabe bien dónde tienen las dificultades y cómo van avanzando, ahí, en la diaria” (entrevista U3); “la evaluación es permanente y se haya implícita en la propuesta cotidiana” (entrevista U5): “no tengo instancias puntuales, cuando empezás ya estás evaluando cuáles son las ideas previas para poder seguir y cuando termina averiguas lo que sabe. Es permanente la evaluación” (entrevista U9). También hay referencias a ciertos mecanismos de evaluación colectiva o grupal: “cuando terminamos un tema se hace una actividad grupal para saber qué cosas no quedaron claras y retroalimentar. Lo que trabajo por niveles, evalúo en ese nivel. Lo que trabajo juntos se evalúa juntos, lo de cada nivel se evalúa por nivel”. (entrevista U6).
La observación como instrumento de evaluación se reitera en otras entrevistas. “Llevo planillas de observación y me dieron buenos resultados para ver el proceso que hacen los gurises, el momento en que despegan. Me parece fundamental saber cuánto saben los niños al final de cada secuencia, proyecto, porque si no nos ponemos un paso más delante de lo que ellos pueden estar preparados y eso ya genera un obstáculo más, porque de repente le enseñás algo que puede ser complicado y no tienen la base de lo anterior…” (entrevista U10).
La puesta en común como estrategia didáctica también aparece en las entrevistas. En algún caso se habla de socialización: “cuando los niños hacen la socialización podemos observar lo que responde el alumno apreciando su nivel de conocimiento y plantear una segunda instancia para reconstruir aproximándose a lo que se quiere” (entrevista U1) En otro caso se obtuvo esta respuesta: “al terminar el tema que puede llevarme quince días o un mes, se realiza puesta en común con todos, para que cada uno le cuente a sus compañeros lo que aprendió” (entrevista U2).
En algunos testimonios emanados de las entrevistas, los maestros dan cuenta explícitamente de la puesta en común como mecanismo de evaluación: “en la puesta en común ya estaba evaluando. Terminado el eje temático también hacía actividades autónomas por grado, generalmente hacían ‘escritos’, les encantaba, porque yo les decía que eran actividades de liceo, eso era para los más grandes. También resolvían crucigramas, sopas de letras, preguntas, según el área a evaluar. Los chicos era a través de juegos. Cuando fui al CAF una profesora nos dijo: ‘si apostamos al trabajo en equipo para el aprendizaje, por qué para la evaluación tenían que hacerlo solos’. Así que comencé a cambiar la forma de evaluar a pedido también de los niños y creo que da buenos resultados” (entrevista U2).

    1. Actividades centradas en los temas (escuela del norte)
La docente trabaja aparentemente, con el contenido “Una estrella: el Sol” y lo extiende y relaciona con los demás contenidos asociados en todos los grados del ciclo escolar. A pesar de que está dentro del área de las Ciencias Naturales, en la asignatura Astronomía, no apunta a una propuesta de investigación, a través del planteo de un problema para que los niños trabajen con el procedimiento de las ciencias. Por lo que se observa las actividades propuestas están destinadas a acumular información sobre el tema.
En la jornada anterior los niños integrados en un solo grupo registraron en el papelógrafo cuestiones (muy interesantes para la investigación) sobre el sol. Al día siguiente, se realiza el visionado de un video sobre el tema: El Sol. Los niños lo miran dos veces y la maestra, a través de preguntas, guía un comentario pero no lo relaciona con alguna de las preguntas que se plantearon al inicio (¿qué es el sol? ¿Cómo es el sol? ¿Y el tamaño? ¿Y la medida?). Se observa algo (muy poco) de los procedimientos de investigación que lleven a los niños a confirmar alguna de las hipótesis planteadas en el inicio del tema o a confrontar información, entre el video y los textos utilizados.
Esta estrategia que adopta la forma de unidad de trabajo, aparece en el discurso de los maestros manifestado en las entrevistas, de manera diferente a la observada: “los contenidos son organizados en unidades de trabajo que atienden la complejidad graduada del contenido correspondiente al multigrado. Es decir, se selecciona un contenido de trabajo y el mismo es desagregado en distintos aspectos del mismo que según el grado de complejidad que presente es adaptado a los distintos niveles” (entrevista U7). En otra entrevista, “el agua” es catalogado como “tema o contenido transversal” a partir del cual se coordinan las “distintas áreas del conocimiento (…) buscando contenidos del programa que pueda enseñar de distintas disciplinas” (entrevista U1).



    1. Apertura, diversificación y cierre (escuela del oeste)
La docente comienza la jornada planteando un tema en común para todos los alumnos del aula, donde dialoga reflexionando sobre lo planteado. Luego la propuesta se diversifica por niveles o por grados. En cada uno la propuesta puede ser individual o grupal. El cierre de la jornada es con una actividad común.
Como ejemplo se puede citar el taller de cocina. La consigna de trabajo es para toda la escuela y consiste en cocinar a partir de la cosecha de acelga del invernáculo: pascualina. Se entregan consignas de trabajo escrita por duplas, diferentes para 4to., 5to., y 6to. Cada grupo lee y explica lo que deben hacer. Los alumnos del 1er. nivel explican al resto de los alumnos lo que realizaron el día anterior (cosecha y estudio de la hoja de acelga). En la elaboración de la receta cada dupla tiene su tarea a cumplir. Al terminar la elaboración de la receta vuelven al salón. Ponen en común lo que cada grupo debía hacer cuando se elaboraba la pascualina. Luego se forman nuevos grupos por nivel, la maestra trabaja con 6to. año, dejando actividades autónomas para 4to. y 5to. año. Para terminar la jornada socializan lo que cada grupo aprendió en el día, revisando nuevamente desde la siembra de la acelga, cosecha, elaboración de la receta y conceptos de física y química que se aplicaron en la misma.
El esquema clásico de apertura, diversificación y cierre aparece también en este pasaje de una de las entrevistas realizadas a los maestros: “la idea es que cuando se inicia la actividad estén todos juntos y mezclados, después cuando viene la parte en que los niños tienen que procesar el concepto que uno les quiere enseñar, es indudable que se tienen que separar por nivel. Por ej. se hace una salida al arroyo y se forman grupos con todos los grados, la consigna puede ser la misma parta todos, pero después si hablamos de suelo, se va a profundizar ese concepto con el segundo nivel. En algún momento yo voy a trabajar suelo con ellos, mientras los más grandes, por ej., están trabajando con los más chicos, haciendo la tutoría para los más chicos” (entrevista U10).
Esta dinámica de apertura, diversificación y cierre implica ciertos criterios de agrupamientos que utiliza el docente. En este caso, parece claro que el criterio inicial es por niveles o por grados, lo cual se corresponde con los datos derivados de la encuesta a maestros rurales uruguayos que, en el marco de esta investigación, se realizó previamente. Esta encuesta indica que el 26,2% de los docentes considera el nivel al que pertenecen los niños como el criterio más utilizado para la formación de los agrupamientos, seguido del grado en el 22,6% de los casos. En tercer lugar, se encuentra el criterio de los intereses de los niños, en el 21,4% de los maestros encuestados. Esto significa que el criterio predominante para la estructuración de agrupamiento, según lo observado y el resultado de la encuesta aplicada, tiene que ver con la pertenencia formal al grado y/o nivel, entendiéndose por nivel -en el caso uruguayo- la unión de más de un grado, por ejemplo: 1º y 2º; 3º y 4º o 5º y 6º. Pero eventualmente el nivel podría constituirse de manera diferente, dependiendo de la estructura del grupo multigrado de que se trate. Por debajo de los intereses de los niños aparecen dos criterios que también pueden asociarse: el de niveles de competencia curricular (17,8%) y el de capacidades de los niños (11,9%). Está claro que, como en el caso observado que dio lugar a esta categoría descriptiva, estos criterios suelen coexistir, aplicándose al mismo tiempo ya sea de forma permanente como temporal en función de las actividades didácticas propuestas por el docente.
En las entrevistas aparecen referencias a la actividades generales y diversificadas por nivel: “algunas son generales y después de acuerdo al grado se diferencian, otras son por nivel, por ej. para Inicial y 1º. Pero uso mucho el nivel para plantear actividades diferentes” (entrevista U3).

    1. Circulación de saberes (escuela del oeste)
El conocimiento en las diferentes áreas circula en el aula. Diariamente la maestra permite que cada alumno y cada grado compartan con los otros sus saberes. El comienzo de cada jornada y en el cierre con todo el grupo diariamente con un tema en común permite que cada alumno se enriquezca con el aporte de sus pares.
En el invernáculo trabajan todas las clases. Unos niños trabajan sobre la raíz y los demás escuchan sus explicaciones, otros aplican estrategias de cálculo para saber cuántos plantines serán plantados en los canteros y verbalizan los cálculos, otros trabajan sobre las características óptimas de la tierra de la huerta orgánica y enumeran sus principales características. Se observa cómo los alumnos mayores comparten y “enseñan” a los más pequeños, utilizando un buen vocabulario científico, los conceptos que la maestra ha pretendido abordar.
En una de las entrevistas aparece una descripción similar a la observada: “a veces en la misma huerta se ayudan unos a otros, o trabajan según lo que les guste, si uno quiere plantar, bueno van a plantar, el otro al que le gusta regar va a regar” (entrevista U3).
Esa circulación de saberes en el aula multigrado tiene su soporte material en las estrategias que aplica el docente. En el caso que describe en esta categoría, el invernáculo adquiere una centralidad, en tanto es a partir de ese recurso que se estructuran los contenidos a enseñar y las actividades a desarrollar. Las estrategias didácticas de proyectos, centros de interés y de investigación en el medio -mencionadas mayoritariamente en la encuesta- tienen, en términos generales, su anclaje material en este recurso. La encuesta da cuenta de una fuerte tradición de la escuela rural en cuanto a su vinculación con el medio y su aprovechamiento didáctico. En función de ello, el 29,1% de los encuestados se refiere a la investigación en el medio como la estrategia más utilizada, mencionándose en segundo lugar los proyectos y los centros de interés con el 26,6% de las respuestas cada uno.
Estas modalidades también son mencionadas en las entrevistas. Al respecto, un maestro expresa: “trabajo en unidades, con proyectos, muchos proyectos durante el año, pequeños proyectos. En base a eso me organizo los contenidos adaptándolos al medio, al grupo de alumnos que tengo” (entrevista U4). En otro pasaje de la misma entrevista, el maestro señala: “en base a las unidades y proyectos que estoy trabajando voy sacando los temas, trato de correlacionar todo porque tengo niños de 4º a 6º año, adaptándolo a cada nivel” (entrevista U4).
El término teórico “circulación de saberes” que aquí se lo utilizó para describir la categoría, aparece también en las entrevistas, cuando los maestros hacen referencia a la estrategia de la puesta en común. En ella “cada uno se puede valer de diferentes estrategias, muestran dibujos los de Inicial, leen trabajos los más grandes, etc. Creo que aquí se ve la circulación de saberes en forma clara” (entrevista U2).

    1. Frecuentación de contenidos en términos de profundización y relacionamiento (escuela del oeste)
La propuesta de trabajo a partir de un tema disparador para todas las clases permite trabajar un mismo tema desde diferentes miradas, relacionando y profundizando los contenidos abordados.
Se advirtió una mayor frecuentación en Ciencias Naturales porque era el eje vertebrador del proyecto, pero la docente no dejaba de incorporar Lengua en forma continua, (por ej. trabaja el texto explicativo aplicado al control de plagas) y aspectos de la Matemática que eran pertinentes (mediciones de temperatura y longitud). El uso de papelógrafo es otra estrategia que utiliza la docente como forma de retomar lo trabajado y a partir de ahí avanzar.
En las entrevistas realizadas a maestros rurales uruguayos aparecen referencias a la organización de los contenidos, en algunos casos teniendo en cuenta su carácter de “procedimentales, actitudinales y conceptuales” (entrevista U1). En el mismo sentido que la práctica observada, un maestro entrevistado se refiere a la relación entre temas y contenidos en el aula multigrado: “a partir de un tema nucleador para todo el grupo, luego bajo por niveles los contenidos, y los específicos de cada grado” (entrevista U2). En otra entrevista aparece una apreciación complementaria: “trato de buscar contenidos que estén relacionados para que sea más fácil manejar un tema y de allí ir sacando de acuerdo al grado en que está y trabajarlo, buscar los caminos en que se repita el tema, que el contenido esté en todo el Programa, lo que se puede, hay otros contenidos que hay que trabajarlos aparte, o por el tiempo que lleva todo esto de organizar las secuencias, las planificaciones” (entrevista U3).




















  1. Interpretación de las categorías descriptivas de la observación

  1. La autonomía en el salón de clase multigrado
Hablamos de autonomía pensando en la manera en cómo nos movemos en un escenario, en tanto relativa autonomía condicionada por éste. En las escuelas rurales con clases multigrado hablamos de un escenario integrado por una compleja diversidad de edad, sexo, grados, contextos, niveles conceptuales, intereses, motivaciones, compartiendo un espacio y un docente, organizados en el mismo tiempo, donde comparten un conjunto de actividades espontáneas y/o planificada por un maestro que le garantice los aprendizajes. El aula multigrado, de hecho, es un escenario donde se pueden activar variadas relaciones entre docente y alumno y entre los alumnos, donde se pueden acordar roles de acuerdo a la distribución de las tareas, promoviendo un desarrollo real de la autonomía. Pero no basta solo con la existencia del grupo multigrado y sus características; se necesitan ciertas decisiones del docente que permitan establecer una dinámica interactiva y comunicacional.
Para la interpretación de la categoría autonomía, se tomarán como referencia los planteos de Roser Boix (2011). “Más allá de la complejidad que caracteriza el aula multigrado en cuanto a la práctica pedagógica que se lleva a cabo, un componente importante es la autonomía de aprendizaje del alumnado. Se trata de una competencia que adquiere una relevancia especial cuando estamos tratando con grupos de alumnados de diferentes edades en un mismo espacio y tiempo y a cargo de un solo maestro que debe responder a las múltiples y diversas demandas curriculares”. (Boix, 2011: 18) “Además, la autonomía de aprendizaje, le permite al maestro ‘plantear una dinámica cotidiana con la circulación abierta de saberes’ (Santos, 2006) en el aula multigrado, donde más allá de los objetivos para cada grado el alumnado pueda avanzar en la adquisición de contenidos según sus intereses y motivaciones y con diferentes niveles de profundidad curricular.” (ídem: 19) La autora también hace referencia a las interacciones. “Las prácticas sociales que operan en el aula multigrado operan también en la sociedad. En su interior se presentan una gran variedad de interacciones e intersubjetividades que es necesario contemplar para entender el entramado de variables que influyen en la práctica educativa multigrado. (…) Este espacio se convierte en el lugar más significativo donde se reproducen modelos, se establecen relaciones sociales (que van más allá de la propia clase), y en consecuencia en generar conflictos...” (ídem: 20)

    1. Autonomía
Transcribimos la siguiente situación de aula que nos parece un ejemplo contundente: “los niños se muestran autónomos, percibida la autonomía como algo enseñado. Atienden las consignas y trabajan sin esperar que la maestra los supervise. Suelen consultarse entre ellos y a la docente si es necesario. Cuando quedan solos se mantiene el mismo clima de trabajo, lo mismo que cuando salen a realizar tareas fuera del aula. No se advierte dispersión acerca del tema que los convoca, pueden pararse, conversar, gesticular, pero siempre están enfocados en la temática. Participan oralmente en forma activa, con buen vocabulario, el cual es continuamente acrecentado por la docente, la cual solicita sinónimos, otra forma de decirlo, etc. Se muestran entusiastas frente a las tareas propuestas.” (Categoría 1.3. Nota de campo de escuela del oeste)
A la luz de la teoría interpretamos que en esta escena se han dado las situaciones para desarrollar la autonomía en los alumnos. Lo deducimos por esa forma de hacerse responsable de sus aprendizajes y no depender constantemente de la guía de la maestra, tomando decisiones para seguir avanzando. Son capaces de mantener el ritmo de trabajo aunque estén fuera del salón. La docente enfrenta a los alumnos a situaciones que deben resolver sin haberles explicado antes; ya que conoce el nivel de conceptualización de sus alumnos. Los motiva a buscar soluciones primero con sus pares y luego si es necesario recurren a ella. Proporciona oportunidades para interactuar y estimula el apoyo mutuo. Organiza los espacios, tal vez, de acuerdo a lo que piensa enseñar y se aprecia que los niños están habituados a salir del salón y trabajar con responsabilidad.
También es importante destacar la presencia de la docente en cuanto al avance de los conocimientos de los niños. Podríamos preguntarnos si esta autonomía está asociada a la participación de los niños desde la planificación o es la maestra que toma las decisiones y organiza las actividades. El sistema educativo, en cierta forma, confiere al maestro la responsabilidad de tomar decisiones, debe seleccionar y jerarquizar contenidos para ser enseñados, promover que todos los niños tengan las mismas oportunidades de relacionarse con el saber. Esta tarea va a depender de la autonomía intelectual del docente, que pasa por el conocimiento disciplinar, por la experiencia y por el compromiso.
En este sentido, la autonomía es una competencia, como tal debe ser enseñada y un aula multigrado es el escenario ideal para desarrollarla. Es la base del aprendizaje durante toda la vida y se fortalece a medida que los niños se van dando cuenta de que la responsabilidad por sus acciones les pertenece a ellos mismos.

    1. Control y dependencia
Respecto a este punto, veamos la siguiente referencia:
“….No se ve un trabajo autónomo secuencial, sólo esporádico, pero siempre bajo la dependencia y control de la maestra…….La maestra teme al desorden y a no controlar el grupo….” (Categoría 1.2. Nota de campo de escuela del centro)
Beatriz Gabbiani (2000) se refiere a las cuestiones del control y el poder y la manera cómo se toman las decisiones en una relación. Citando a Wieman (1985) entiende el control como una “constelación de constricciones que la gente se adjudica mutuamente por medio de la manipulación de la estructura y el contenido de las interacciones, limitando las opciones disponibles subsiguientemente por cada interlocutor y para el sistema relacional como un todo”. (Gabbiani, 2000: 22) El lenguaje es empleado como un elemento de control y el alumno es dominado por medio del lenguaje, “se le impone una disciplina determinada por medio del lenguaje y aún en las instancias en las que habla está dominado por un discurso ajeno, al punto que se podría decir que no es el mismo quien habla. (…) Mientras el maestro encuentra maneras de seguir hablando, los alumnos prestarán atención, mientras pueda orquestar o predeterminar el habla de los otros, tendrá el control. (ídem: 25, 26)
A partir de esto vemos también las relaciones de dependencia asociadas a la interacción en clase. En este ámbito es el docente quien define en principio las tareas a realizar y las reglas a seguir. Esta definición puede ser más o menos clara y flexible y puede atender en mayor o menor medida a los intereses de los alumnos, llegando incluso a estar sujeta a un proceso de negociación, pero esto no cambia el hecho esencial de la enorme diferencia de poder que supone el desempeño del rol del maestro respecto al desempeño del rol del alumno.
Por tal motivo creemos que en las observaciones realizadas para la investigación aparecen expuestas las relaciones de dependencia, las que se traducen en:
  • La organización de la clase es siempre la misma y siempre se interactúa de la misma forma.
  • No hay propuestas diversificadas, la misma a todo el grupo o la misma a todo el grado.
  • Los caminos y recursos a seguir están dados en las consignas de trabajo, en las que subyacen elementos enmarcadas en un modelo conductista.
Con respecto a esto transcribimos a modo de ejemplo:
“….a la docente nunca se le escucha decir o llamar a los niños por su grado. En ningún momento dice “que opinen los niños de 4º, o el niño de 3º…” “…siempre mandó tareas domiciliarias para todo el grupo por igual, sin diferenciación de grados ni niveles…” (…) ”va dando una pauta a todo el grupo por igual para que vayan teniendo una guía para comenzar el texto….” (Categoría 1.5. Notas de campo de escuela del centro)

    1. Falsa autonomía
Veamos otro ejemplo: “se está trabajando con todo el grupo sobre el tema Censo de Población 2011. Estaba presente una censista a quien la maestra propuso hacerle preguntas e indicó que una niña escribiera en el pizarrón las respuestas. Se dio en varias oportunidades que si un niño preguntaba algo, la maestra reformulaba la pregunta o incluso hacía una nueva inmediatamente después. También cuando la niña iba a escribir algo en el pizarrón, se le preguntaba “¿qué vas a poner?”, lo dicho por la niña se aprobaba o no y entonces la maestra lo reformulaba y dictaba.” (Categoría 1.1. Nota de campo de escuela del sur)
La docente no les da a los alumnos la oportunidad de tomar sus propias decisiones y constantemente interpone la necesidad de su aprobación para cada acto que ellos realizan. Se constata una resistencia a renunciar a un lugar central que el docente considera como propio y definitorio de su rol; por lo que al parecer, se siente en falta si se desplaza de ese lugar.
Como expresa Beatriz Gabbiani (2000), el lenguaje y el discurso cumplen, en la interacción del aula, un papel fundamental. De hecho, las distintas prácticas discursivas ofrecen a los alumnos diferentes situaciones de involucramiento con el aprendizaje. La enseñanza y el aprendizaje en el aula se condicionan por las prácticas y las formaciones discursivas. Stubbs (1984) sostiene que “el aprendizaje no es un proceso puramente cognitivo o psicológico, sino que puede depender, de forma crucial, de la relación social entre profesor y alumno” (Stubbs, 1984: 88). El discurso de los docentes es fundamental en la visión que los alumnos desarrollan sobre la relación que se establece en la clase. Por medio del lenguaje se ponen en juego los valores del docente respecto a abogarse el derecho a controlar el habla dentro del aula, lo cual está ligado intrínsecamente a ciertos valores socioculturales básicos y relaciones de estatus (Gabbiani, 2000). Sinclair y Coulthard (1975) hablaban de que la distribución de turnos de habla en el salón de clase tiene una organización de tres movimientos: iniciación, respuesta y feedback. Los docentes toman a su cargo el primer y tercer movimiento, dejando a los alumnos el segundo turno del habla. El espacio que les queda para las intervenciones a los alumnos no toma un camino demasiado diferente al previsto por el docente.
Tal vez en esto se pueda evidenciar que la maestra quiere ayudar a su alumno a construir las respuestas que iba a escribir en el pizarrón haciendo referencia a lo del “andamiaje” (Bruner) pero la alta frecuencia de esta intervención puede ser un modo de ejercer control y muestra una “asimetría de relación” (Gabbiani). La maestra organiza y controla la situación. Ya vimos cómo elige la intervención que prefiere y puede ignorar la otra, incluso la “reformula”. “A la asimetría propia de los roles institucionales se le suma el hecho de que los docentes son adultos.” (Gabbiani, 2000) Cuando habla de control, la autora se refiere a la manera en que se toman las decisiones en una relación. Este aspecto parece cumplir una función central en estructuras sociales pequeñas como la familia o el salón de clase. Y son muchas las estrategias que usan los maestros para controlar lo que aprenden y hacen sus alumnos.
¿En qué momento los niños podrían llegar a tomar sus propias decisiones? Veamos el grupo en otro momento; “a la hora de pasar al comedor, cada uno sin preguntar, toma su bolsita con los artículos de limpieza personales y se dirigen al baño, sin orden de hacerlo. Luego pasan al comedor donde se gestionan su almuerzo, organizados para servir el agua y el postre”. (Categoría 1.1. Nota de campo de escuela del sur)
Aparentemente los niños actúan con total autonomía, pero también nos lleva a pensar en hábitos o en rutinas muy arraigadas de años anteriores. Pero tal vez fueron pautas organizativas, acuerdos entre la maestra y niños en un ámbito de discusión anterior, participando en la toma de esas decisiones.

    1. Modelo controlador con apariencia de autonomía
Respecto a este punto se transcribe la siguiente observación:
” ….otros ejemplos observados en el aula fueron: a la hora de poner título, todos lo hacen con colores y decoran el mismo según su gusto….Estas situaciones y otras nos hicieron pensar en un clima de libertad, donde los niños son quienes gestionan los recursos para el aprendizaje. En las siguientes observaciones comenzamos a ver que tal clima de libertad y autonomía, estaba presente sólo en algunas actividades y momentos… y en realidad estas situaciones representan hábitos y rutinas muy arraigadas….No hay verdadero trabajo autónomo, ni gestión de recursos para el aprendizaje…” (Categoría 1.1. Nota de campo de escuela del centro)
Entonces, ¿hacia dónde orientamos los docentes la autonomía de los alumnos? ¿Está destinada únicamente a cumplir con reglas que se imponen desde la Institución? Estas preguntas no son fáciles de responder, porque también se observa desde la investigación que el maestro cumple su rol bajo un modelo controlador que subyace permanentemente y coarta, en una primera instancia, la libertad de expresión de los alumnos
Si entendemos por autonomía el concepto de Boix ya planteado, es necesario, entonces, que el maestro tome las decisiones más acertadas para que sus alumnos adquieran independencia y sepan actuar y decidir con libertad y responsabilidad. Reflexionamos entonces, que desde la teoría sería necesario coincidir con modelos y paradigmas que consideren la autonomía como una capacidad que desarrolla el aprendiente para organizar su propio proceso de aprendizaje. De esta manera, la autonomía implicaría por lo menos, el reconocimiento por parte del que aprende, de algunas estrategias, recursos y caminos que faciliten su acercamiento al saber y la elección de los mismos.
No creemos que sea suficiente que en el aula se viva un “clima de libertad” para promover la autonomía en el aprendizaje, sino más bien que la autonomía es intencional y por tanto debe ser enseñada. Debería ser un objetivo educativo y estar considerada entre los contenidos de aprendizaje.
Esto implicaría, entre otras cosas:
  • Diversificar la propuesta de enseñanza para que se atienda la diversidad.
  • Presentar propuestas abiertas, que se puedan resolver de distintas formas y que lleven a la reflexión, donde se valore el proceso que el alumno hace.
  • Organizar el grupo multigrado de diferentes formas, según la actividad o temática trabajada, de manera de permitir que los niños entre sí y los niños y el maestro, interactúen de distintas formas.
Hay un docente que, aunque inconscientemente, o por lo menos sin intención explícita, no incentiva la autonomía a través de sus propuestas por miedo a perder el control que ejerce sobre su clase, perdiendo así la seguridad que necesita. Esto no es únicamente culpa suya ya que desde hace mucho tiempo ese es el rol preponderante que se le ha impuesto a su profesión. (Gabbiani, 2000)

    1. Modelo de control asumido
Veamos lo que sucede en este grupo: “no se ve un trabajo autónomo secuencial, solo esporádico, pero siempre bajo la dependencia y control de la maestra. En forma continua los niños necesitan del aval de ella para avanzar en la tarea. Pocas veces realizan trabajos individuales donde se tienen que enfrentar solos a buscar estrategias para resolver una situación”. La maestra manifiesta que ella los tiene “contenidos”, refiriéndose a los niños porque es un grupo sin autonomía, que si los deja trabajando solos no resuelven y se entretienen en otra cosa”. (Categoría 1.2. Nota de campo de escuela del centro)
Primero diríamos que no se trata de grupos con autonomía o sin ella. Ya manifestamos -como sostiene Boix- que la autonomía es una competencia y por lo tanto debe ser enseñada. No existe la autonomía absoluta, se construye. Reconocer que los niños son dependientes puede ser una estrategia para mantener el control de lo que aprenden o hacen los alumnos, ella institucionaliza la relación de dependencia, lo considera como una característica.
Para Gimeno, en la situación escolar hay un líder dado, que es el maestro. Su actuación no solo condiciona la actuación de cada alumno, sino la evolución de la clase como grupo. Si la relación es dominante los alumnos tendrán que replegarse e inhibirse en su protagonismo. Si la interacción predominante es la relación personal se configura un sistema tutorial.

    1. Modelo de autonomía asociada a la participación
En varios de los ejemplos analizados por este equipo se percibe como aspecto importante a destacar la dificultad de los docentes para diversificar las propuestas y atender a contenidos conceptuales por niveles.
Se realiza la siguiente observación:
“…Se observó que si bien la atención que brinda la maestra es individual, no responde a las modalidades de aprendizaje ni a las dificultades de los niños, y que tampoco contemplan estos aspectos en las actividades, que son iguales para todos los alumnos del mismo grado…” (Categoría 1.4. Nota de campo de escuela del sur)
Muchas de las prácticas educativas observadas mantienen en apariencia una base construida en el modelo constructivista, pero subyacen en ella métodos más convencionales.
La aparición de distintos modelos organizativos (talleres, rincones, trabajo individualizado, equipos de trabajo, etc.) es la respuesta a las nuevas inquietudes en la enseñanza, a las diferentes concepciones educativas y a los conocimientos psicopedagógicos. Según esta postura se defiende el trabajo en equipo como medio para fomentar la sociabilización y la cooperación, para poder atender los diferentes niveles y ritmos de aprendizaje, para resolver problemas de dinámica grupal, para hacer posible el aprendizaje entre iguales.” (Zabala, 1997)
Creemos que en los ejemplos de la investigación la participación e interacción en clase aparece signada a los subroles que asume el maestro. Al decir de Beatriz Gabbiani (2000), el subrol de Instructor se relaciona con el esfuerzo del maestro por conseguir que sus alumnos logren ciertos desempeños en el aprendizaje. Para conseguir esto el docente pone en juego estrategias de atención docente individual y/o grupal (unas más marcadas que otras), pero consciente de que su objetivo último es conseguir aprendizaje en sus alumnos. En segundo lugar, el subrol de mantenedor de la disciplina relacionado con el desarrollo de las actividades y asociado al control de normas y reglas de conducta. Por lo tanto, en la mayoría de los ejemplos el docente asume una modalidad de trabajo frontal, para todo el grupo o en duplas e individual que son “conducidos” o “pautados” por él.

    1. Atención docente
Al hablar de atención docente nos referimos a las estrategias que selecciona para organizar su grupo; cómo organiza su clase. Partimos de definir que es un grupo. “Grupo es un conjunto de personas que ligadas por constante de tiempo y espacio y articuladas por una mutua representación interna se proponen en forma explícita o implícita una tarea que constituye una finalidad y estas personas interactúan a través de complejos mecanismos de asunción y adjudicación de roles” (Pichón Rivière). Para Bleger “es un conjunto o totalidad en el cual sus integrantes están interrelacionados y en la que la conducta de ellos es interdependiente”. Zabala (1997) expresa que “históricamente, la forma más habitual de preparar a las personas más jóvenes de cualquier grupo social para su integración en la colectividad ha sido a través de procesos generalmente individuales…” “El trabajo individual consiste en las actividades que cada chico o chica realiza por sí solo. Sea cual sea la corriente pedagógica, en las propuestas educativas siempre ha estado presente el trabajo individual. Y es lógico que sea así porque el aprendizaje, por más que se apoye en un proceso interpersonal y compartido, es siempre una apropiación personal” (ídem). La diferencia radica en el tipo de trabajo, el momento en que se lleva a cabo, el tipo de contenido y la adaptación a las características de los alumnos. Este tipo de trabajo no permite la interacción de alumno a alumno, estimula una situación de dependencia. Zabala (1997) considera que el trabajo individual es especialmente útil para enseñar contenidos factuales y procedimentales, para la memorización, para la ejercitación, para la evaluación. También se cuestiona cómo plantear actividades de aprendizaje específicas cuando los grupos son numerosos. La atención a la diversidad tiene que responder a muchas variables que están estrechamente interrelacionadas.
Es común encontrar en nuestras prácticas razones para la atención individualizada de alumnos. Se dice que este alumno necesita una atención individual debido al ritmo de trabajo y/o a las potencialidades que permite el seguimiento pormenorizado del proceso de aprendizaje, detectar las dificultades y ayudarlo a mejorar su rendimiento. Suele suceder en grupos multigrado que un niño sea la totalidad de un grado.
A fines del siglo XVI nace la primera forma de organizar a los alumnos: del mismo sexo y de la misma edad, en una misma aula, llamados “homogéneos y graduados”. Luego siguen surgiendo distintos modelos organizativos en respuesta a las nuevas inquietudes en la enseñanza, a las diferentes concepciones educativas y a los conocimientos psicopedagógicos. Se defiende el trabajo en equipo como medio para fomentar la socialización y la cooperación, para poder atender los diferentes niveles y ritmos de aprendizaje, para resolver problemas de dinámica grupal, para hacer posible el aprendizaje entre iguales.
Las diversas formas de agrupamiento están determinadas por su ámbito de intervención: grupo/escuela y grupo/aula; y en cada una de ellas según si el trabajo se realiza con todo el grupo o si se hacen grupos o equipos fijos o móviles, si los criterios para establecer dicho agrupamiento han sido la homogeneidad o la heterogeneidad de sexo, nivel de desarrollo o conocimiento, etc. En nuestra realidad observada, el grupo escuela tiene una forma y estructura social determinada y coincide con el grupo /clase, en esencia es un grupo heterogéneo fijo, pero en la práctica son móviles, ya que varían según la decisión del docente. En esas variaciones podemos encontrar actividades con todo el grupo, actividades por grados, por niveles y actividades individuales.
Zabala sostiene que las diferentes tendencias de organización social de los centros educativos y de la clase han estado más determinadas por las costumbres y la historia que por una reflexión fundamentada de las opciones escogida en cada momento.

    1. La docente trabaja con todo el grupo multigrado siempre
Tarea colectiva: Lectura de la pintura de Sandro Botticelli; La primavera.
Sentado todo el grupo en la alfombra la maestra les muestra el cuadro con la pintura. Lo observan detenidamente un tiempo. Interviene un niño: esos azahares que están en el suelo son de árboles de naranjo, asociando con los azahares que había visto en el predio de la escuela. Y el aroma, dónde aparece representado en la pintura? pregunta la maestra. Así continua la docente tratando de que los niños interpreten, describan y reflexionen sobre lo que quiso expresar el autor. Trata de que todo el grupo participe valiéndose de preguntas problematizadora”. (Categoría 1.5. Notas de campo de escuela del centro)
Más tarde presenta un trabajo para realizar en forma individual pero la consigna es igual para todos: “describir una persona que admiren teniendo en cuenta las dimensiones trabajadas en clase”.
Al comenzar la actividad de escritura, como a los niños les costaba, la maestra les dio un “apuntalamiento” inicial. En forma oral los niños formulaban algunos enunciados para comenzar la descripción, pero no registraban. La maestra recorre los bancos e interviene para que los niños escriban, va dando pautas a todo el grupo en general a modo de guía para comenzar el texto. Recuerda las dimensiones estudiadas en clase en cuanto a la descripción. Cuando se encaminan los va dejando solos. Recorre los bancos apoyando al niño que necesita. (Categoría 1.6. Notas de campo de escuela del centro)
Nos preguntamos en primer término: ¿Cuáles son los avances conceptuales de los niños de 6to. o de los de 4to.? ¿Las intervenciones apuntan a que los niños realizaran lo que la maestra tenía previsto o problematiza para desestabilizar sus conocimientos y avanzar?
La maestra identifica a su clase como un gran grupo homogéneo fijo, una forma de facilitar la tarea puesto que no considera tantas diferencias entre sus alumnos y lo soluciona apoyando a quien necesita. Podría pensarse que los alumnos de 6to. se verán más perjudicados si al planificar se tiene en cuenta al grupo de 4to. o viceversa. “Los inconvenientes de los grupos/clase fijos están condicionados por la rigidez que se les atribuye, ya que corren el riesgo de cerrarse en sí mismos… Estos peligros y riesgos pueden neutralizar, al menos en parte, con una organización de un ciclo de más de un curso.” (Zabala, 1997)
En esta situación todo el grupo hace lo mismo al mismo tiempo y todos los alumnos son considerados como iguales. También corre el riesgo porque es siempre la misma la forma de organización, independientemente del contenido a trabajar. Zabala sostiene que para enseñar los contenidos factuales podría ser favorable trabajar con grupo/clase, mientras el número de alumnos no sea excesivo para permitir que el docente mantenga la atención del alumnado. Si amerita, las recomendaciones sugeridas a cada alumno respecto al trabajo individual se podrán hacer de forma personal. Las tareas de la docente que se observó en la investigación precisamente no son contenidos factuales.
El conocimiento que tenemos de los procesos de enseñanza y aprendizaje nos obliga a valorar una serie de condiciones que no se dan en los grupos homogéneos, como el aprendizaje entre iguales, el contraste entre modelos diferentes de pensar y actuar y la aparición de conflictos, la posibilidad de conseguir ayuda de los compañeros que saben más, etc.” (Zabala, 1997) Sabemos que nuestro ejemplo no es un grupo homogéneo pero se planifica como si lo fuera, por eso coincidimos con las palabras antes expresadas. Consideramos que el conflicto debe ser el motor de los aprendizajes, con la intervención precisa de la docente.
El control organizativo de un grupo sin la existencia de otras formas de organización, obliga a que las relaciones sean más rígidas y a menudo autoritarias (apuntalamiento inicial).

    1. Atención individualizada a priori
Muy parecidos son los resultados de la enseñanza en el ejemplo que a continuación transcribimos:
La propuesta de enseñanza que hace la docente está basada en la atención individual a sus alumnos. En la planificación las actividades se piensan en forma individual. La maestra propone actividades comunes a los niños del mismo grado pero a realizarse individualmente. En un mes propuso solo dos actividades para todo el grupo, pero supervisaba el trabajo autónomo en forma individual. Se observó que la atención individual no responde a las modalidades de aprendizaje, ni a las dificultades de los niños, ni a un seguimiento del proceso. Además las actividades son iguales para todos los niños del mismo grado”. (Categoría 1.4. Nota de campo de escuela del sur)
Esta propuesta contradice lo que la teoría de la Didáctica Multigrado (Santos, 2006, 2007, 2011, 2011b) sostiene sobre el valor que adquieren las interrelaciones en la diversidad del grupo compartiendo un mismo espacio en el mismo tiempo. Se observa aquí una consigna para cada grado y esto no permite la interacción maestro/alumno, menos aún la interacción entre pares, sólo la devolución de la tarea con la calificación correspondiente.
El aprendizaje, si bien se apoya en un proceso interpersonal y compartido, es siempre en último término una apropiación personal, pero eso no quiere decir que el proceso se deba realizar en forma individual. Para aprender debe surgir un problema o una situación que desestabilice los saberes que poseemos. Es frecuente que los niños trabajen en forma individual con materiales preparados previamente por los docentes con actividades claramente secuenciadas y progresivas sobre diferentes temas, que llamamos “fichas”.
Zabala habla de “contratos de trabajo de Freinet”. El maestro propone a cada alumno las actividades de aprendizaje apropiadas a sus posibilidades y a sus intereses. Más allá de la dificultad en la elaboración de estas propuestas específicas y de su corrección, se fomenta la autonomía, el compromiso y la responsabilidad en el cumplimiento del contrato. El trabajo en grupo/clase, en grupos por niveles o en grupos por grados, no excluye el trabajo y el esfuerzo individuales. Por el contrario fomentan un trabajo personal con sentido y responsabilidad como integrante activo.
Ante la necesidad de analizar estas situaciones de aula que observamos en la investigación a la luz de la teoría, tendríamos que preguntarnos ¿qué significa enseñar? Según Fenstermacher (1989) “…aquella relación que se establece por lo menos entre dos personas, una de las cuales posee cierto conocimiento, habilidad u otra forma de contenido que pretende transmitir a otra que carece de él”. Considera que para enseñar se necesita la presencia de dos personas, mientras que para aprender esto no es imprescindible. Que el aprendizaje depende más de los factores propios como la disposición mental, los tiempos de estudio, la motivación, etc. y no directamente de la enseñanza. Puede haber enseñanza sin que se haya producido aprendizaje y puede existir aprendizaje sin que haya habido un proceso sistemático de enseñanza.
La tarea de enseñar implica una responsabilidad muy grande y no alcanza solo con trasmitir conocimientos. La concepción que se tiene de enseñanza determina en gran medida la forma de estructuración de las prácticas que, a su vez, se vinculan inevitablemente con las historias personales y disciplinares.
Las prácticas de la enseñanza presuponen una identificación ideológica que hace que los docentes estructuren ese campo de una manera particular…” (Litwin, 2001: 94) Es bueno entonces intentar hacer una interpretación de esas prácticas con la intención de promover la reflexión sobre las mismas. Es posible que en ese micromundo de la práctica se produzcan errores como en todo trabajo humano. Lo importante es tener elementos para poder estudiar, analizar y reflexionar permanentemente.
Si en los años venideros no somos capaces de reflexionar más profundamente que hoy, acerca de algunas de las complejidades que habitan el corazón mismo de la enseñanza, si no somos capaces de apreciar más plenamente el papel que pueden desempeñar y desempeñan los docentes en nuestra vida, estamos condenados a tener aquellas escuelas y aquellos docentes cuyas potencialidades formativas nunca llegan a realizarse.” (Jackson, 1974)

















  1. Tutorías y trabajo colaborativo en las aulas multigrado

    1. Las tutorías
El rol del  tutor se puede especificar como el que ayuda a los estudiantes
a superar las dificultades del aprendizaje, el que se suma al trabajo desde una actividad colaborativa. Desde esta perspectiva el tutor asume de alguna forma el cuidado, la guía y tutela de  aquellos compañeros que comparten una experiencia de aprendizaje.
Cuando en la escuela rural multigrado el docente habilita a niños con dominios específicos en relación a una temática a promover la circulación de sus saberes y acompañar al resto en los procesos de aprendizaje
, de algún modo se están matrizando habilidades esenciales de un  tutor competente.
En el actual contexto de inmersión tecnológica del cual también participan los niños rurales, también  se potencia la formación de posibles tutores virtuales en diversos contextos de formación a distancia de acuerdo a las opciones de cada escolar  pensando más allá de la escuela. Si pensamos en prospectiva de acuerdo a las ideas desarrolladas, y en el ejercicio de pensar en futuros posibles, en términos “futuribles”, un porcentaje importante de los niños que asisten a la escuela rural de hoy podrían asumir roles de liderazgo, acompañamiento y tutoría en espacios de trabajo cara a cara o escenarios virtuales, tanto en actividades vinculadas al medio o en otros ámbitos.
Este término ha tenido importantes avances en el área tecnológica donde la figura del tutor en educación virtual ha cobrado significatividad, y de ahí que se distingan diferentes funciones atribuibles al tutor: académica, administrativa y de orientación. Una de las principales competencias que constituyen la tarea del tutor es la comunicacional, dado que tiene que establecer buen vínculo a través del uso de la palabra con sus compañeros. Se toman los aportes de la Dra. Gilly Salmon (2000) que ha realizado estudios e investigaciones sobre el rol del tutor dentro de un EVA (Entorno Virtual de Aprendizaje), focalizándose en la interacción del docente con los estudiantes. En base a esto, definió un modelo que está dividido en cinco grandes etapas o fases: acceso y motivación; socialización; intercambios de información; construcción del conocimiento. Las competencias, habilidades que debe desarrollar el tutor para cumplir con su función ya sea en el espacio virtual como en los grupos de pares en las aulas de primaria, pueden condensarse en las siguientes:
Cordialidad: habilidad para conseguir que el alumno se sienta bien recibido, respetado y a gusto. Empatía: ubicarse en la posición del otro y comprenderlo.
Capacidad de aceptación: mantener la comunicación con el alumno con respeto, atención y sin críticas duras que lleven a desmotivarlo. Esto no significa que el tutor debe aceptar
absolutamente todo lo que plantee el alumno. Muy por el contrario, es imprescindible que lo oriente para la identificación y superación de los errores, pero dentro de un clima cordial.
Capacidad de escucha y lectura: hacer saber a la otra persona que se la está escuchando, que el alumno tiene toda nuestra atención. Demostrar que uno tiene interés por lo que el «otro» le está contando o planteando. El estudiante debe notar esto.
Las  características reseñadas por los autores para el tutor virtual pueden condensarse en las que despliegan los alumnos en ese entorno real del aula multigrado, donde en muchas oportunidades se desarrolla ese “pensar colectivo”, que posibilita a los pares la construcción de conocimientos con la ayuda, tutela y explicación en un lenguaje que resulta accesible para sus pares así como  ejemplos y analogías que se vinculan con lógicas de pensamiento más próximas a la de sus pares que la que puede proponer el docente.

    1. Antecedentes del concepto
Resulta pertinente incluir el papel que han desempeñado las tutorías en la historia, dado que si bien es un concepto que nos convoca hoy al analizar la situación en el aula multigrado, no resulta exclusivo de este momento histórico.
Ya en la Gran Bretaña  de fines del siglo XVIII, la enseñanza primaria se encontraba sin atención estatal ni de instituciones privadas (la Iglesia o ciudadanos particulares) como sí se podía recibir  en la formación secundaria. A esto podría agregarse el hecho de la explosión de las zonas urbanas con el auge de la industrialización de las ciudades. Es entonces que se comienza a impartir un método llamado de la enseñanza mutua: donde los mejores alumnos instruían a los otros. Si bien este no era un método nuevo, ya que se había utilizado en la antigüedad por judíos y griegos, en la India en el 1623, recomendado por el propio Comenio en su Didáctica y subventado por Luis XVI en un instituto para niños abandonados en Vincennes. Pero la consolidación de este método se procura fundamentalmente en la Inglaterra industrializada. Bell y Lancaster fueron los encargados de no solo descubrir el método de enseñanza mutua sino de perfeccionarlo y difundirlo.
Las escuelas con el método de enseñanza mutua o de “monitores” -término que parece más del S. XXI que del período de la revolución industrial- estaban formadas por varios centenares de alumnos, como quería Lancaster, se dividían en clases -se podría vislumbrar que no eran grupos multigrado- para lectura y escritura y para aritmética. Allí el alumno más capaz de cada clase, era instruido por el maestro de manera individual, y a su vez éste instruía a los compañeros según instrucciones muy pautadas. Quizás, sería pertinente detenernos en este punto, para realizar una mirada a los tipos de tutorías que fueron observadas durante el trabajo de campo de esta investigación. Si bien los alumnos de clases superiores colaboran con los más pequeños, como se vio en la escuela del sur (tutoría legitimadora), como paso previo al control de la docente, no hay una intención explícita de capacitarlo para tal tarea; o por lo menos no se pudo observar en la práctica. Aquí, sería el solo hecho de estar en un nivel superior, con habilidades ya adquiridas. Interesante, podría ser el caso de los alumnos que utilizaban, palabras, gestos, frases, etc. iguales a las de la maestra (escuela del sur) ¿Serían mera imitación o se prepararían para ello? ¿Estaremos ante casos de enseñanza mutua lancasteriana?
Pero, el método en las escuelas inglesas, no sólo se utilizó en el aprendizaje curricular, sino que abarcaba también, la disciplina de los alumnos. Bell reunía a los alumnos indisciplinados con otros que eran capaces de contenerlos y motivarlos a trabajar. Hoy, las tutorías en aulas multigrados, siguen siendo una característica muy notoria en la escuela rural. Los alumnos que realizan tutorías no siempre son los que integran un grado superior, por el contrario, esto no es una limitante. Alumnos de todos los grados se apropian de ese rol. “… unos aprenden de los otros y con los otros en el microsistema social del aula multigrado..” (Boix, 2011: 19) Salvando algunas diferencias podríamos afirmar que la escuela de enseñanza mutua de Lancaster, ha sido en buena parte, antecesora de esta técnica.
La experiencia y las observaciones en aulas multigrados dan cuenta de la fortaleza que se  genera cuando un alumno toma el papel de tutor de otro compañero. Y cuán importante es poder trasmitir conocimientos de una forma acorde al compañero receptor del mismo. Es muy significativo observar cómo el niño tutor, acomoda su lenguaje, cambia su postura y logra la trasmisión del saber, para que llegue realmente al compañero. En el trabajo de campo realizado, se pudieron observar estas situaciones. La naturalidad del niño en la escuela del centro, cuando se colocó al costado del compañero, en la pizarra, y guió su razonamiento para la resolución de una operación matemática,  o las posturas y hasta frases que utilizó el alumno de la escuela del sur, similares a las utilizadas por la maestra.  No es casual entonces “…que el propio alumnado tutor se vea forzado a recurrir a estrategias metacognitivas y/o cognitivas para alcanzar los objetivos planteados: deducir reglas, plantear hipótesis, repetir de memoria, tomar decisiones, recurrir a otros materiales didácticos, globalizar contenidos, desarrollar habilidades de pensamiento crítico, aumentar la capacidad de reflexión y análisis, buscar técnicas interpersonales y grupales, crear descripciones precisas y unívocas, etc.” (ídem)
 
    1. Aprendizaje cooperativo y aprendizaje colaborativo.
       Algunos autores enfatizan la diferencia entre ambos conceptos, mientras muchos tienden a homologarlos. “Está fundamentado en la teoría constructivista, el conocimiento es descubierto por los alumnos, reconstruido mediante los conceptos que puedan relacionarse y expandido a través de nuevas experiencias de aprendizaje. Enfatiza la participación activa del estudiante en el proceso porque el aprendizaje surge de transacciones entre los alumnos y entre el profesor y los estudiantes. (Panitz, 1998)    
Es frecuente que se solapen los términos aprendizaje colaborativo y aprendizaje cooperativo.    “Cooperar significa trabajar juntos para alcanzar objetivos compartidos.
En las situaciones cooperativas, las personas buscan resultados beneficiosos para sí mismas y para los otros integrantes de sus grupos.
El aprendizaje cooperativo es entonces utilizar en la educación grupos pequeños donde los alumnos trabajan juntos para mejorar su propio aprendizaje y el de los demás. Los alumnos además sienten que pueden alcanzar sus objetivos de aprendizaje sólo si los demás integrantes de su grupo también lo alcanzan” (Deutsch, 1962; en Johnson y Johnson, 1999). Ejemplo de esto lo constituye el caso de Julio (alumno de la escuela rural del sur) que invita e insta, cumpliendo el rol de quien desea colaborar en el proceso de enseñanza, adoptando desde su discurso la postura de guía: “vamos a escuchar a los compañeros”.
Julio sigue adoptando el discurso del adulto, reproduce el modelo docente, lo alienta con palabras de estímulo: “muy bien”, dicta letra por letra lo que Alberto quiere escribir sin dejar de hacer su tarea. Esta actitud y desempeño dan cuenta del compromiso con su par y a su vez de una estrategia cognitiva desarrollada por los alumnos del siglo XXI, “la multitarea”. Puede colaborar con la tarea de su compañero y en forma sincrónica mantener la propia.
El niño de 5º alienta al de 4 años a escribir la palabra, el niño de 5º explica a la maestra lo que quiere escribir. En este ejemplo se percibe al niño traduciendo, poniendo en palabras los intereses y necesidades del compañero. Ejemplo que pone en evidencia la proximidad afectiva, cognitiva y comunicacional entre pares actuando como puente entre alumnos y docente.
Esta empatía y confianza entre el alumno de 4 años y el de 5º se pone en evidencia cuando el de 4 años reclama la presencia del de 5º para que lo acompañe en su proceso de producción: “vení para acá que estoy escribiendo”. El de 4 años demanda la presencia del compañero, le da seguridad y se siente respaldado, desea que visualice su edición textual.  En ocasiones se los utiliza indistintamente, pero hay diferencias ente el aprendizaje colaborativo y el aprendizaje cooperativo. El primero tiene que ver con el enfoque sociocultural y el segundo está relacionado con la vertiente piagetiana del constructivismo. En el aprendizaje colaborativo los alumnos gestionan sus interacciones y controlan las decisiones que terminan influyendo sobre sus aprendizajes. En el aprendizaje cooperativo es el docente quien mantiene el control de las interacciones y de los resultados que se obtendrán.
Johnson y Johnson (1979), Dillenbourg (1999), Cabero (2003), Cabero y
Llorente (2007) consideran que el aprendizaje cooperativo – cooperativo constituye una metodología de enseñanza basada en la creencia que el aprendizaje se incrementa cuando los estudiantes desarrollan destrezas cooperativas para aprender, solucionar problemas y realizar actividades significativas. Desde esta perspectiva, el aprendizaje 
constituye una actividad social que resulta de la interacción entre las personas, con los medios y con los ambientes.
Ejemplo de esto lo encontramos cuando una de las docentes participantes de la observación se propuso enseñar a hacer fotomontaje en la escuela rural del sur. Los alumnos en forma entusiasta mostraron las XO que habían llegado el día anterior, se agruparon en forma espontánea  los que tienen XO3 con los que no tienen, actitud ésta que permite percibir cómo la cooperación y el trabajo en equipos está naturalizado. La maestra marca las agrupaciones: “un grande  con dos chicos”. Se observa el trabajo sobre valores cuando la maestra da indicaciones para que lo hagan. En un momento que los niños de Inicial preguntan, la maestra responde: “Andrea, tú también podés ayudar, estás en 3º”. Esta actitud de la docente evidencia una postura, todos pueden ayudar, todos tienen algo para aportar. Esto evidencia el trabajo con la autoestima de los niños para fortalecer el trabajo colaborativo y el interaprendizaje.
Panitz (2001), con quien coincide la Dra. B. Gros, establece una diferencia entre ambos conceptos. Según estos autores, el trabajo colaborativo responde a un enfoque sociocultural que considera que son los estudiantes quienes diseñan su estructura de interacciones y mantienen el control sobre las diferentes decisiones que repercuten en su aprendizaje. Por su parte, en el trabajo cooperativo, es el profesor quien diseña y mantiene el control total en la estructura de interacciones y de los resultados que se esperan.
Aprender en grupo requiere adquirir las competencias respectivas.“El aprendizaje colaborativo, en una primera lectura, tiene pues una doble dimensión: colaborar para aprender y aprender a colaborar”. (Rodríguez Illera, 2004)
Sobre este tema es bastante sencillo constatar que en el grupo multigrado, se da un aprendizaje colaborativo: pensemos en los casos de los alumnos de la escuela del sur y de la escuela del centro. En ambos, los  niños lograban realizar tutoría de aprendizaje. Sin embargo, en los casos de las escuelas del oeste y del norte,  la intervención es más de índole cooperativa, pues en los ejemplos observados en la tarea de campo, se advierte que eran intercambio en términos de habilidades ya adquiridas para una tarea en particular. Y, además, la docente procuraba que los niños hicieran propia  esta metodología de trabajo.
      Es frecuente observar en los grupos multigrado ese ir y venir de los alumnos en el aula; pero no siempre es tan común que el docente plantee la propuesta y el tiempo para instruir a los niños para que adopten esa postura de “tutores” y    lleven a cabo la tarea de realizar un aprendizaje cooperativo o colaborativo de forma tan espontánea.
      La escuela rural no es escuela de enseñanza mutua en términos lancasterianos, como en otros tiempos, pero sí es un lugar tan particular, que los conocimientos se enseñan y se aprenden con los aportes de todos.                        


    1. Trabajo en equipo
Podríamos definir el trabajo en equipo como la acción individual dirigida, que al tratar de conseguir objetivos compartidos, no pone en peligro la cooperación y con ello se acrecienta la cohesión del equipo de trabajo.
La cooperación se refiere al hecho de que cada miembro del equipo aporte a éste todos sus recursos personales para ayudar al logro del objetivo común. Esto se observa cuando los componentes del equipo realizan actividades como:
  • Ofrecer nuevas ideas y proporcionar soluciones a las dificultades del equipo.
  • Interesarse por las ideas de otros y desarrollarlas
  • Ofrecer información relevante y hechos contrastados.
  • Intentar coordinar las actividades de los miembros y clarificarlas aportaciones de estos.
  • Evaluar los resultados del equipo.
Cuando existe una incompatibilidad entre las metas personales y las del equipo, reducen la cooperación (no se esfuerzan, ocultan  información). Por otra parte, la cohesión es el grado de atracción que cada miembro del equipo siente hacia éste. Los equipos cohesionados se caracterizan porque tienen menos conflictos y cuando éstos surgen, se encauzan y se resuelven de manera positiva, la comunicación es más fluida y todos los integrantes sienten que tienen la oportunidad de participar en las decisiones tomadas por el equipo. Esto refuerza la motivación.
Los componentes de un equipo cohesionado valoran su pertenencia y se esfuerzan por mantener  relaciones positivas. Adquieren un sentido de lealtad, seguridad y autoestima por el grupo, que satisface sus necesidades individuales. En los equipos cohesionados se desarrollan una serie de actividades importantes para el mantenimiento del mismo. Se trata de una serie  de comportamientos que mantienen al equipo como un sistema social que funciona, y que evita los antagonismos emocionales y los conflictos.
En un equipo efectivo, cada miembro favorece las relaciones interpersonales y aporta sus habilidades para trabajar juntos a lo largo del tiempo. Ejemplos de actividades de mantenimiento del equipo son:
  • Animar, aceptar y mostrar acuerdo con las ideas de los demás, mostrando solidaridad.
  • Contribuir a armonizar las dimensiones del equipo, reconciliando diferencias.
  • Expresar estándares de realización que ha de alcanzar el equipo o ha de usar en la evaluación del proceso del mismo.
  • Caminar con el equipo, estando de acuerdo en realizar las ideas de los otros.
  • Alentar la participación de todos y no sólo de unos pocos.
Actualmente el docente planifica la tarea y define con los alumnos los objetivos propuestos y el programa de actividades, orientándolos sobre la tarea global y el cumplimiento de la consigna definida. El maestro orienta la formación de los grupos y, si es necesario, la designación de los coordinadores de los mismos. También determina el ritmo de trabajo y los criterios de valoración. Debe estimular y supervisar a los grupos, dando asistencia y comentando los logros parciales alcanzados, asistiendo al grupo frente a dificultades y proporcionando fuentes de información o facilitando el acceso a ellas. En todo momento el docente evalúa el funcionamiento grupal, observando actitudes, problemas y otros indicadores que caracterizan la tarea.
 A través de esta forma de trabajo se logra:
  • Desarrollar en los alumnos el espíritu de colaboración, de asistencia mutua y de lealtad al grupo y la capacidad de convivir y de organizarse colectivamente
  • Formar el hábito de trabajo en grupo para un propósito común y de acuerdo con sus propios intereses.
  • Incorporar el sentido de responsabilidad individual para con el grupo.
  • Fomentar el espíritu de tolerancia y respeto mutuo.
Llevar a la práctica el trabajo en equipos, implica para el docente distanciarse del modelo de la clase tradicional y asumir el rol de guía y coordinador,  para que los alumnos logren incorporar nuevos saberes, apelando a técnicas de exposición, demostración, diálogo, resolución de problemas, entre otras.
Se debe implementar un hacer con sentido, orientado, con finalidades claras y con una lógica diferente de la de la clase tradicional. En una clase multigrado, en general, la secuencia de actividades que se desarrolla no se puede predecir exactamente, lo que no invalida contar con una guía de actividades, considerando la necesaria cuota de flexibilidad en su desarrollo.
Estos lineamientos de trabajo implican una dedicación y un compromiso –por parte del docente y de los alumnos– mucho mayor que los que se dan en una clase de tipo tradicional. En este esquema hay que definir objetivos y cumplirlos, entre todos y en un plazo previsto.
Es un modelo a escala de lo que ocurre en el mundo real, ese mundo donde los cambios se vienen en avalancha, donde resulta difícil desempeñarse sin una preparación adecuada y sin conocer las reglas de juego. En definitiva es función de la escuela en general y más aún la escuela rural preparar los alumnos para la vida.


























  1. Tiempos, espacios y recursos en el aula multigrado

    1. Análisis de la estructura del salón
De acuerdo a los datos relevados se pudieron determinar cuatro modalidades de trabajo en este aspecto.

  1. Sin frente definido
  2. Con frente y dos filas de bancos Varela
  3. Frente con mesas individuales
  4. Salón con frente con bancos Varela en semicírculo.

De acuerdo a esta situación podemos reflexionar acerca de qué concepción hay detrás de cada estructura. Indudablemente la tradicional con filas de bancos y frente definido, refiere a una postura tradicional donde el alumno se encuentra sistemáticamente trabajando con la misma disposición.
En este caso, los desplazamientos del maestro se centran en general en relación al pizarrón con pocas incursiones que no sean en las de ese ámbito referencial. En cuanto a los alumnos, los mismos se desplazan hacia el maestro cuando la situación lo requiere. En este caso la distribución del mobiliario, la estructura del salón y los desplazamientos del docente son bastante restringidos, en general acotados a la propuesta de clase.
La modalidad de frente con mesas individuales no dista mucho de la anterior, simplemente la diferencia radica en el mobiliario y no tanto en la ubicación del mismo. Lo mismo los desplazamientos del docente.
La postura de bancos en semicírculo, refiere tal vez a una apuesta docente a una mayor interacción entre los alumnos entre sí y con el enseñante que permita una mayor circulación de saberes. Esta modalidad se ha visto muy extendida en el aula multigrado por considerarse más apropiada a una concepción de Escuela Nueva, alejada de la propuesta tradicional de fuerte carácter normativo donde el objeto de conocimiento estaba en posesión del maestro y era éste , el que se lo transmitía al alumno sin mayor involucramiento de este último.
En este caso los desplazamientos del maestro se realizan en consonancia con la distribución del alumnado permitiendo una llegada más directa al alumno y un trato más individualizado. Los alumnos por su parte no generan tantos desplazamientos sino que es más bien el docente el que recorre el semicírculo en uno u otro sentido según la necesidad.
La primera opción nos llama poderosamente la atención por tratarse de una alternativa tal vez poco usada pero que podría encarnar una concepción de enseñanza con una dinámica muy particular. En este aspecto, la disposición de un aula sin frente definido nos puede referir a un espacio áulico que está en permanente cambio y reformulación. De esta forma los alumnos de una manera individual o colectiva podrían apropiarse de una manera personal del espacio. Se puede presumir además que esta disposición áulica involucra una propuesta diversa y en ella podría subyacer una concepción dinámica de los procesos de enseñar y aprender que no se aferran a determinados espacios, sino que más bien usan los mismos en servicio de la propuesta. El hecho de que el docente habilite esta particular disposición muestra que las consignas de trabajo tienen una carga permanente de desafío a la rutina que permiten al alumno ubicarse de acuerdo al dispositivo didáctico instalado. Analizado el plano del salón muestra que la distribución de los niños están pensada de tal manera que la tutoría de unos sobre otros se ve facilitada por la estratégica ubicación de los alumnos, los cuales pueden interactuar unos con otros en apoyos que la docente ha viabilizado.
Cabe agregar también que los desplazamientos de la maestra se dan en toda el área del salón, sin tener un punto de referencia fijo. En este aspecto se pudo observar que la docente iba banco por banco a requerimiento de los alumnos o por necesidades de la propuesta haciendo una potente intervención individual con fuerte énfasis en la atención a la diversidad.
Analizados estos modelos, es dable pensar que los mismos interconectan con los otros aspectos investigados como son los referidos a los desplazamientos del maestro y a la ubicación de los niños.
En este análisis nos preguntamos si estas diferentes modalidades de trabajo son permanentes o varían en períodos de tiempo o de circunstancias de contexto.
De otro modo cabría preguntarse si el docente a la hora de disponer la estructura consciente o no, lo hace en forma definitiva o periódica.
Analizando estos aspectos vemos que la estructura del aula refleja los planteos de Antoni Zabala en cuanto a los diferentes modos de manejar el espacio que van indisolublemente ligados al tiempo y a la propuesta docente. Es lo que dicho autor manifiesta cuando afirma: si la utilización del espacio ha sido el resultado de una manera de entender la enseñanza, tanto en cuanto a la función social como a la comprensión de los procesos de aprendizaje, seguramente un cambio en dichos elementos comportaría una reconsideración de las características que deberían tener de acuerdo con otras concepciones de la enseñanza” (Zabala, 1995)
La propuesta analizada , podría conciliarse también con la planteada por Roser Boix (1995) en cuanto a la organización de la escuela rural en rincones de trabajo donde el “frente del salón”, entendiendo como tal el lugar donde se juega el mayor porcentaje de acciones e intervenciones docentes , pierde de alguna manera ese lugar de privilegio.

    1. Organización y uso de los espacios educativos
Mucho se ha discutido acerca de los criterios que deben normar el diseño y la construcción de los espacios destinados a la educación. Unas investigaciones buscan solucionar problemas relacionados con la calidad de los servicios educativos o la funcionalidad del mobiliario, locales y áreas que lo componen. Otras han contribuido con nuevas planeamientos acerca de la necesidad de armonizar la forma y uso de los espacios educativos con nuevos requerimientos. Pocos han sido los trabajos que abordan el estudio de centros educativos a partir de análisis de las prácticas de cómo organizan y emplean los espacios y materiales.
Nuestro objetivo será entonces abrir reflexión sobre este tema, la relación que guarda el concepto espacial de cada ser humano con la concepción que este se forma de sí mismo, permite suponer que un adecuado manejo de estas variables redundará en un mejor funcionamiento de los sistemas educativos y en una adecuada aprehensión de los discursos que fundamentan las diversas áreas del saber. Los espacios en los cuales se realizan las diferentes actividades suponen además una dimensión física relativa al lugar en donde estas se desarrollan y una dimensión temporal que hace referencia al momento en que se producen.
Edward T. Hall utiliza el término “proxémica” para describir las distancias medibles entre las personas mientras interactúan, se refiere al empleo y la percepción que el ser humano hace de su espacio físico. Para este autor, las personas pertenecientes a diferentes culturas no solo utilizan distintos lenguajes sino que habilitan diferentes mundos sensorios al momento de comunicarse. La información que recibe a través de los sistemas de recepción (vista, oído, tacto, olfato), le permiten elaborar una experiencia propia del mundo que lo rodea. Hall propone una escala de distancias interpersonales, considera la estructuración del espacio de acuerdo con un modelo de organización constituido por espacios informales de interacción social; espacios de caracteres fijos (edificios o áreas físicas permanentes) y espacios de caracteres semifijos (mamparas, muebles etc.)
Las estructuras fijas e inamovibles de la mayor cantidad de edificios comenzaron a ser modificada, siendo paulatinamente diversificada mediante la edificación de diversos espacios que permitieron a los alumnos un mejor desplazamiento. Esta nueva organización permite establecer una mayor congruencia entre el espacio y sus funciones.
La estructuración de los espacios educativos debe estar acorde con el carácter dinámico de la función para la que fueron creados, y su organización interna debe permitir a cada alumno elaborar su propio sentido de las cosas. Para ello habría que considerar, además de los factores de orden geográfico, financiero, técnico, psicológico, pedagógico o antropométrico en que generalmente se basan la planeación de estos espacios y la organización interna de sus elementos, las formas y niveles de comunicación en los que se encuentran inmersos sus usuarios, así como los procedimientos que pueden hacer posible una auténtica acción recíproca entre los componentes humanos del proceso de enseñanza y de aprendizaje.


















  1. Estrategias didácticas y evaluación.

    1. Prácticas de enseñanza: apertura, diversificación y cierre
El estudio y análisis de la práctica educativa es sumamente compleja pues se parte de la base que los procesos educativos son fenómenos también complejos que involucran desde tradiciones metodológicas hasta las condiciones físicas existentes. En la práctica se producen múltiples interrelaciones, definiendo espacios, la organización social, distribución del tiempo, uso de recursos, es decir entender la práctica es saber que en ellas se ponen en juego múltiples factores y actores.
A modo de ilustración se trascribe una de las observaciones realizadas por el equipo de investigación en una escuela unidocente del norte, donde la maestra realiza un uso particular del recurso pizarrón, organiza los tiempos y las actividades de acuerdo a las diferentes clases, con un tema en común.
La docente reparte el pizarrón en tres partes, escribiendo la actividad que corresponde a cada clase: para 1er año, para 3er año y para 4to y 5to año. Los deja trabajar solos un momento; mientras organiza las tareas con los niños de inicial. Luego regresa a uno de los grupos de trabajo para enterarse de los que están realizando. Las actividades son referidas a un mismo tema, independientemente de la disciplina que elige”. (Categoría 4.2. Nota de campo de escuela del norte)
El análisis y sustento de las prácticas no pueden reducirse a la propuesta del aula. Toda intervención tiene un antes, un después, una planificación y luego de realizar la tarea, una evaluación. Actividad o tarea al decir de Antoni Zabala es una unidad básica del proceso de enseñanza y de aprendizaje.
Aquí hacemos referencia a lo observado en la escuela pluridocente del oeste:
La docente comienza la jornada planteando un tema en común para todos los alumnos del aula, donde dialoga reflexionando sobre lo planteado. Luego la propuesta se diversifica por niveles o por grados. En cada uno la propuesta puede ser individual o grupal. El cierre de la jornada es una actividad común.” (Categoría 4.4. Nota de campo de escuela del oeste)
La jornada planteada refleja una exhaustiva planificación para realizar una tarea que tiene un tema y planteo en común y luego de acuerdo al grado y los contenidos específicos, la tarea se diversifica. Al culminar la jornada y a modo de evaluación cada grado socializa y reflexiona sobre lo que “aprendió” en el día.
En la escuela que hemos hecho referencia se observa la siguiente actividad:
Taller de cocina. La consigna de trabajo es para toda la escuela, consiste en cocinar a partir de la cosecha de acelga del invernáculo: pascualina. Entrega consignas de trabajo escrita por duplas, diferentes para 4to, 5to y 6to. Cada grupo lee y explica lo que deben hacer. Los alumnos del 1er nivel explican al resto de los alumnos lo que realizaron el día anterior (cosecha y estudio de la hoja de acelga) En la elaboración de la receta cada dupla tiene su tarea a cumplir. Al terminar la elaboración de la receta vuelven al salón. Ponen común lo que cada grupo debía hacer cuando se elabora la pascualina. Luego se forman nuevos grupos por nivel, la maestra trabaja con 6to año, dejando actividades autónomas para 4to y 5to año. Para terminar la jornada socializan lo que cada grupo aprendió en el día, revisando nuevamente desde la siembra de la acelga, cosecha, elaboración de la receta y conceptos de física y química que se aplicaron en la misma”. (Categoría 4.4. Nota de campo de escuela del oeste)

    1. Temas emergentes
Hoy en día se considera muy importante que cada maestro planifique exhaustivamente cada una de sus clases, atendiendo y discriminando objetivos, contenidos, actividades, con antelación. Esta práctica responde a aspectos administrativos y pedagógicos que el docente debe respetar.
Pero al llegar el momento de plasmar todo ese trabajo anticipado en el aula, muchas veces basta con una palabra de un alumno, una noticia, una imagen, para echar a tierra todo lo previsto, haciendo aparecer un nuevo aspecto del saber, que no siempre se estará preparado para afrontar. Se hace referencia con esto a los temas “emergentes” que suelen desprogramar toda planificación anticipada.
Cuando surgen en el aula temas de interés para los niños es importante tener la creatividad suficiente para poder afrontarlos y así abordar posibles secuencias, que según Alejandra Dego y María Teresa Ferraz (2008) nos puede conducir a:
  • Cuestionar el conocimiento cotidiano y, por tanto, superarlo.
  • Favorecer la construcción, a partir de las actividades del aula, de nociones más complejas, en un avance conceptual.
  • Aportar a la comprensión y sensibilización ante una problemática (confrontación de ideas previas, interrogantes, búsqueda de información…).
  • Colaborar a elevar las concepciones de los niños de lo perceptivo, evidente e inmediato.
  • Permitir la circulación de la información desde diferentes campos del saber.
  • Establecer relaciones entre contenidos y conceptos más abarcativos y otros menos amplios.
Tomamos como ejemplo las siguientes observaciones realizadas por el equipo de investigación para abordar los aspectos antes mencionados.
  1. “…Los emergentes que surgen, no siempre fueron tomados para trabajar con ellos. Cuando se toman, son tratados solo como temas, no se realiza ninguna organización de contenidos alrededor de los mismos, ni siquiera se trabaja o retoma un contenido a partir del tema emergente...” (Categoría 4.1. Notas de campo de escuela del sur)
  2. “…Francisco le cuenta a sus compañeros y en particular se dirige a nosotros (las maestras investigadoras) que en su casa hay varios gallos de riña. Se dirige más a nosotros porque nos mostramos interesadas y le pedimos que nos cuente. La maestra aclara que ya se ha conversado sobre ese tema, ya que la riña es un juego prohibido porque afecta a los animales. El niño cuenta cómo lo cuidan, su alimento, sus huevos, etc. Ese tema queda sólo como un tema más traído a la clase pero no se retoma para otra actividad. Allí mismo se da por finalizado” (Categoría 4.1. Notas de campo de escuela del centro)
  3. “…Llegan de regalo a la clase gusanos de seda. Los niños se manifiestan muy contentos y muy intrigados por las particularidades de este animal. Muchas son las preguntas que hacen, no tienen experiencia anterior con estos seres vivos. Luego de observarlos, la docente propone que mañana comenzarán a averiguar sobre ellos. Día siguiente: los niños buscan libremente información sobre el gusano de seda en la XO; ponen en el buscador de Google: “gusano de seda” y abren el link que les parece (la página no está predeterminada por la maestra). Leen y buscan en el diccionario las palabras que no comprenden. “Miran” los gusanos con lupas sin pautas para la búsqueda de evidencias. No registran lo que observan. Ya saben cosas de los gusanitos de seda, ahora a seguir observando cómo crecen y a esperar que se “transformen” en mariposa (información que obtuvieron e irán confirmando). Realizan la tarea muy motivados, aún sin una pregunta guía que los lleve a extraer alguna conclusión acerca del tipo de animal que están observando para caracterizarlo a través de atributos… (Categoría 4.1. Notas de campo de escuela del norte)
En el primer ejemplo, el emergente se presenta en el aula como un conocimiento basado en la experiencia individual de un alumno, quien quiere resurgir dicha temática ante la presencia de las investigadoras. En este caso podemos referirnos a Jean Pierre Astolfi (1997) quien hace una diferenciación entre información, conocimiento y saber. El autor sostiene que la información es objetiva, “…es externa al individuo, almacenable y cuantificable…”, el conocimiento es subjetivo ya que aparece “…como consubstancial al individuo y a su historia…”, el saber es objetivado, es decir “…es fruto de un proceso de construcción intelectual, y para alcanzarlo el individuo debe elaborar un marco teórico, un modelo, una formalización, partiendo de la problematización de lo real…” (Astolfi, 1997: 67-70)
En el caso de Francisco y atendiendo a la teoría de Astolfi, podemos decir que el alumno tiene “conocimiento” sobre “Los gallos de riña”, la docente frena esa iniciativa “…aclara que ya se ha conversado sobre ese tema, ya que la riña es un juego prohibido porque afecta a los animales…”. Ella le brinda determinada información que es la justificación para “no tratar más ese tema”. Remitiendo a las palabras de Astolfi, no se le está permitiendo al alumno “… abandonar la comodidad de la certidumbre íntima…” es decir no se permite enfrentar al alumno a una ruptura epistemológica, que le permita reflexionar y comprender el hecho, promoviendo en él aspectos antes mencionados, como por ejemplo el cuestionamiento al conocimiento cotidiano, analizar y comprender problemáticas, etc.
En el segundo caso realmente no se puede saber qué pasará con los alumnos frente a estos hechos, ya que el tratamiento aislado, carente de integración con contenidos o disciplinas, supone dejar de lado la relación social de los alumnos con dicha temática. Es decir que no podrán captar el sentido y por lo tanto esos conocimientos no serán operativos ni reutilizables. Abordando el último ejemplo, podemos observar que si bien la docente se ve como “imprevista” ante la situación, despliega una estrategia, la cual consiste en secuenciar actividades que permitan a los alumnos ir abordando la temática de manera progresiva. La secuencia de actividades “… manifiesta tipos de actividades que al articularse, son unos de los rasgos diferenciales que determinan la especificidad de muchas propuestas didácticas…” (Zabala, 1997)
Es decir que analizando este aspecto podemos situar la práctica como expositiva, por descubrimiento, etc. no dejando de lado nunca el análisis de las demás variables intervinientes en el proceso. Las actividades constituyen un aspecto muy importante pero éstas se relacionan con otras variables como por ejemplo el tiempo, el espacio, los recursos, configurando entre todas el clima de convivencia y por lo tanto el de aprendizaje.
Para afirmar esto nos basamos en lo que dice Michel Verret (1975): hay saberes enseñables que pasarán luego a ser saberes enseñados y saberes no enseñables o no escolarizables. Para que los niños se apropien de un texto de saber debe suponerse la programabilidad de su adquisición, que implica la programación de los aprendizajes y sus controles sociales y la secuencialización de los mismos. También exige la necesidad que pueda ser sometido a publicidad.
En el caso del análisis de la situación referida a “los gusanos de seda”, se corre el riesgo de caer en un abordaje expositivo y configurador ya que no se observan relaciones con otros contenidos.

    1. Puesta en común
Las puestas en común tienen al menos un doble propósito. Para el maestro supone disponer de uno de los más claros indicadores de aprendizaje: la capacidad que tiene el niño de expresar a través del lenguaje lo que ha aprendido. Para los niños exige la construcción de un discurso sobre lo trabajado, constituyendo esto mismo una instancia de aprendizaje y consolidación de lo aprendido. Permite además desde el punto de vista de la lengua, el ejercicio de adaptación del discurso en función del auditorio…” (Santos, 2007: 26, 27)
En la escuela del oeste la docente planificó realizar una puesta en común mediante la elaboración de una ficha, en la cual se reflejasen los aportes de los tres grados, con el propósito de que los alumnos conozcan la vida y obra del escritor Ignacio Martínez. La maestra entregó tres tipos de materiales diferentes sobre el escritor Ignacio Martínez, que visitará en breve la localidad cercana. A cuarto año le entregó dos fotografías del escritor, con breve información biográfica: nombre, fecha y lugar de nacimiento. A quinto año dos textos diferentes de carácter biográfico y a sexto año un resumen de su producción literaria. Para analizar y comprender los diferentes textos cada grupo se valió de diferentes recursos: la utilización de diccionarios, XO y cuadernos de clase.
La intencionalidad de la docente, expuesta en su planificación es la que delineará la libertad con la que circulen los saberes en este grupo multigrado. Los contenidos y/o conceptos aprendidos serán de libre circulación entre los tres grados utilizando estrategias diversas como: registros varios, imágenes y carteleras. “Las puestas en común con el grupo total vienen a tener aquí un protagonismo muy fuerte, en tanto permiten disponer de herramientas comunicacionales para que los saberes efectivamente circulen en todo el grupo” (Santos, 2007: 26)
La exposición de los compañeros de otros grados les permitirá apropiarse de los contenidos y /o conceptos de forma no del todo conocida porque les permite ubicarse en contacto con textos de saber no diseñados para su nivel. Allí se ponen a disposición los distintos textos de saber de cada grupo más allá de las formalidades de la estructura por grados. El saber tiene una fuerte centralidad y se lo deja que circule libremente para que cada alumno, más allá del grado al que pertenezca, tome de ese saber lo necesario y lo que le sea posible.
Esto permite potenciar lo aprendido haciendo el ejercicio de comunicarlo al grupo todo. Permite además, ubicar a los demás en el umbral superior de sus zonas de desarrollo próximo, predisponiéndolo para el aprendizaje de conceptos que en principio, están más allá de lo que se pretende para sus grados. Se trata de legitimar un proceso de aprendizaje en conjunto donde todos los niños desde distintos ángulos de abordaje y utilizando diferentes conceptos, aportan a la comprensión del tema. Y todos lo hacen desde la dignidad que surge de la convicción que el maestro promueve de que cada uno aporta es válido y significativo. Posible, sin perjuicio de las exigencias mínimas que debe cumplir para el grado en que se encuentra. “La recursividad sobre los mismos saberes, aunque imperceptibles, es significativo a largo plazo.” (ídem: 29)

    1. Circulación de saberes
El conocimiento en las diferentes áreas circula en el aula. Diariamente la maestra permite que cada alumno y cada grado compartan con los otros sus saberes. Sucede al comienzo y cierre de cada jornada donde el grupo trata un tema en común, lo cual permite que cada alumno se enriquezca con el aporte de sus pares.
En el escenario de la multigraduación (...) se produce una bajada y subida de niveles de conocimiento constante en el discurrir de la actividad escolar originada por la existencia en las aulas de diferentes grados. Es decir, el alumnado tiene contacto directo con contenidos de niveles inferiores y superiores a su curso de referencia en forma continuada. Esto desencadena un tipo de aprendizaje contagiado, por impregnación mutua. El alumnado de menor edad, a través de las explicaciones del docente, dudas, demostraciones... al de mayor edad, está familiarizándose con conocimientos que abordará en cursos escolares venideros y que los ‘está viendo, escuchando, tocando’. Es un aprendizaje que se da por un contagio inevitable y permanente, por mucha pasividad que tenga el alumnado en el transcurso de la tarea escolar. (...) el alumnado de menor edad recibe indirectamente conocimiento sobre lo que le ocurre a los compañeros de pupitre de otras edades, aprende de lo que acontece a sus vecinos de clase. Pero también se produce el proceso a la inversa. El alumnado de mayor edad está consolidando constantemente sus antiguos conocimientos a través de lo que escucha y observa del alumnado de menor edad, ya que repasa de este modo contenidos tratados en años precedentes” (Bustos, 2010: 366)
Esto es un ejemplo de lo observado por uno de los equipos de observación: en el invernáculo trabajan todas las clases. Unos niños trabajan sobre la raíz y los demás escuchan sus explicaciones, otros aplican estrategias de cálculo para saber cuántos plantines serán plantados en los canteros y verbalizan los cálculos, otros trabajan sobre las características óptimas de la tierra de la huerta orgánica y enumeran sus principales características. Se observa cómo los alumnos mayores comparten y “enseñan” a los más pequeños, utilizando un vocabulario científico, los conceptos que la maestra ha pretendido abordar.
La docente ha planificado dos tipos de actividades. Unas destinadas a enseñar contenidos específicos que se encuentran en una secuencia de aprendizaje elaborada para que los niños se apropien de los conceptos y otras para promover la integración entre los niveles y la circulación de los saberes de los que se están apropiando. Se observa allí que se da la circulación de distintos textos de saber. Esto favorece en particular a los más pequeños que amplían sus aprendizajes en la  interacción que se da con niños de otros grados por la circulación de los saberes llevando al máximo sus potencialidades. “La libertad con la que circulan los saberes en el multigrado es una libertad pautada por la intencionalidad del docente. Éste no deja de enseñar los contenidos correspondientes a cada grado, por lo que se propone secuencias de actividades para ir cumpliendo el propósito de aproximarse a ellos. Una vez cumplida esa tarea en cada de sus etapas, los conceptos aprendidos circulan libremente entre los demás grados.” (ídem: 89)
El saber entra en el sistema didáctico tras un proceso de textualización o puesta en texto. El mismo es la materialidad que circula en el proceso de enseñanza y en el proceso de aprendizaje, constituyendo por tanto, el elemento a partir del cual se estructura lo didáctico”. (Santos, 2007: 31)
La circulación de los mismos está pautada por las distintas formas de vincularse con el saber que tienen los participantes de la situación didáctica. En el centro del análisis deben estar los saberes, su naturaleza, su pertinencia y su relacionamiento con otros saberes; de forma tal que desde la enseñanza sea posible presentar propuestas que favorezcan y potencien la relación de cada alumno en particular con los saberes que debe aprender.
Para lograr centrarlos y organizarlos el docente además de poseer una cabal comprensión de los fenómenos de la nueva ruralidad debe tener una adecuada y actualizada formación disciplinar. La misma le facilitará conocer las lógicas que rigen la integración de contenidos en torno a ejes estructuradores comunes, utilizando criterios de jerarquización y complementariedad. Los conceptos trabajados desde los grados inferiores tiene un efecto de acumulación, a través de las sucesivas aproximaciones que el alumno tiene de él año a año, además de los efectos sorprendentes que se advierten en las instancias de trabajo colaborativo.
Se debe considerar la posibilidad de pensar el fenómeno de la circulación compartida de diferentes acercamientos al saber, en todas las situaciones didácticas, se desarrollen o no en grupos multigrados Debe considerar los siguientes posibilidades
  • considerar los saberes, manifestados como contenidos den enseñanza, en el centro de la propuesta didáctica.
  • considerar diferentes relaciones de los alumnos con el saber, por medio de acercamientos diversos en función del grado en el que se encuentran y/o sus diferentes posibilidades.
  • concebir cada uno de esos acercamientos igualmente dignos e importantes para cada alumno, en función de la singular apropiación individual y la complementariedad en pos del trabajo colectivo.
  • diversificar las actividades para posibilitar abordar u objeto de conocimiento desde diferentes ángulos y / o niveles de profundidad.
Alternar esas actividades individuales o en pequeños grupos con instancias en común donde los saberes circulen a nivel del grupo total.” (ídem: 24)
Parte de esa circulación le compete más directamente a cada niño, en función del grado en el que se encuentra. Se trata del texto de saber en el que él trabajó directamente, ya sea tanto en forma individual como de manera colectiva. De acuerdo a cómo lo exprese y las herramientas lingüísticas que utilice, es que se tendrán los primeros indicadores de las aproximaciones logradas.
































  1. Conclusiones

Nos propusimos indagar a fondo acerca de los acontecimientos didácticos que se producen en un aula multigrado de escuela rural. Y para hacerlo aplicamos la metodología de la observación participante, en tanto entendíamos que nos posibilitaba un doble movimiento intelectual: ejercer una mirada desde el interior mismo de los acontecimientos, metiéndonos en el escenario donde se producen; pero al mismo tiempo hacerlo desde una perspectiva y una distancia que nos la dan nuestra condición de investigadores y el corpus teórico que adoptamos para trabajar. Desde ese posicionamiento fuimos a observar determinadas categorías e indicadores que, en función del conocimiento teórico disponible, nos interesaba particularmente: las estrategias didácticas, la organización de los tiempos, la organización de los espacios, el uso de los materiales didácticos, los mecanismos de evaluación.
Los resultados fueron, en cierta medida, sorprendentes. En función de lo anterior, esperábamos encontrar escenarios de determinadas características y con acontecimientos didácticos que, por los atributos de las escuelas seleccionadas, en mayor o menor medida estuvieran en correspondencia con lo que indicaba la teoría. Sin embargo, encontramos una fuerte diversidad de manifestaciones de las prácticas educativas en grupos multigrado, algunas del orden de lo esperado y otras alejadas y hasta contradictorias con la teoría de la didáctica multigrado y los enfoques metodológicos activo participativos. Pero esas escenas inesperadas arrojan mucha luz sobre la realidad del multigrado y contribuyen a la construcción de propuestas didácticas para las escuelas rurales y su extrapolación a otra tipología de escuelas. En razón de ello, están incluidas en las categorías descriptivas formuladas y su posterior interpretación.
A propósito de ello, el equipo uruguayo trabajó sobre la base de dos procesos sucesivos. A partir de las notas de campo generadas por la observación participante aplicada en las cuatro escuelas seleccionadas, se elaboraron varias categorías descriptivas, tomando cada una de ellas una escena, que se nominó, se describió y se ejemplificó. Esas categorías que en principio estaban asociadas a las escuelas donde se generaron, luego fueron clasificadas en cuatro grupos y en función de lo que inicialmente pretendíamos relevar. El segundo proceso fue el de interpretación de esas categorías a la luz del corpus teórico seleccionado. Esto generó un texto que aún está en construcción, pero cuyos elementos centrales forman parte de este informe. Estas conclusiones, por lo tanto, son necesariamente parciales y dejan abierto el camino para continuar trabajando. Los insumos generados en el trabajo de campo así lo ameritan, por el potencial que encierran y las posibilidades hermenéutico-interpretativas que abren.
En relación a las interacciones entre docente y alumnos que se producen en las aulas multigrado, de las observaciones se desprendió una tensión clara entre la autonomía y el control y la dependencia. Mucho se ha hablado sobre la autonomía de los alumnos en la escuela rural y en las aulas multigrado en particular, por lo que esperábamos encontrar indicadores de ello en las observaciones. Efectivamente, la autonomía apareció pero complejizada por las diversas manifestaciones que, según vimos, adquiere en la realidad. Solo en el caso de la escuela del oeste nos encontramos con una autonomía asociada a la participación de los niños; en tanto se percibe que hay un proceso de enseñanza de esa autonomía por parte de la maestra. Esto necesariamente se visualiza en las observaciones, aún cuando éstas remitan a un período breve de tiempo, ya que las decisiones que toman y la dinámica que adquieren los niños en el devenir de la clase, no puede ser casual. Por el contrario, hay una participación autónoma de los niños en el funcionamiento cotidiano del aula que, sin embargo y aunque parezca paradójico, resalta la figura del docente como enseñante y responsable de esos acontecimientos. Solo en virtud de la postura del docente y su influencia decisiva, es posible lograr el nivel de autonomía observado. A partir de estas condiciones favorables, la estructura de grupo multigrado contribuye a que esa autonomía se manifieste de manera muy efectiva. La observación de que los niños “suelen consultarse entre ellos y a la docente si es necesario” (Categoría 1.3) da cuenta del potencial que tienen las relaciones asimétricas en el grupo multigrado y el sentido que adquieren, por lo tanto, las consultas y las interacciones entre los aprendientes.
En los otros casos observados, la autonomía se manifiesta de manera diferente, dando cuenta de la complejidad del tema y las dificultades que presenta para los procesos de enseñanza y las estrategias didácticas que se pueden aplicar para fomentarla. Se pudo comprobar que la autonomía tiene que ver con la forma en que el alumno se desenvuelve en el aula, pero también se relaciona fuertemente con el rol docente y su postura en cuanto a sus vínculos con los niños. Dos hechos parecen claros. En primer lugar, a juzgar por el discurso de los maestros y por las imágenes primarias generadas en su accionar, la autonomía es algo valorado y legitimante de su desempeño. Hay una percepción acerca de la autonomía como algo positivo y que debe buscarse en el aula y particularmente, por sus características y el peso teórico que hay detrás, en el aula multigrado de escuela rural. La alternancia del trabajo dirigido y el trabajo autónomo y el hecho de que el docente no siempre puede estar atendiendo a todos los niños de manera directa, contribuyen a esta idea previa de autonomía como algo deseable y necesario en el aula multigrado. En segundo lugar, -y esto está en tensión con lo anterior- existe cierta sensación de peligro ante la autonomía de los alumnos. Ese peligro está asociado a una eventual pérdida del control por parte del docente, que siente que la clase “se le va de las manos” si no interviene directamente en cada decisión que se toma o en cada acontecimiento que se produce. Pero también está asociado a la pérdida de su lugar en el aula, ese lugar de enseñante y de regulador permanente de las interacciones que se producen. En las observaciones se evidenciaron indicadores de las dos vertientes de ese peligro implícitamente asociado a la autonomía.
Como los dos hechos -el de ver la autonomía como un valor positivo pero al mismo tiempo sentirlo como un peligro-, aunque contradictorios, en muchos casos conviven, las categorías descriptivas que se generaron son particularmente llamativas. Sin embargo, son fuertes indicadores de lo que acontece en realidad en las aulas y el peligro que tienen las miradas superficiales de quienes quieren dar cuenta de ello. La metodología de la observación participante posibilitó generar descripciones que fueron mucho más allá de lo visible a “primera vista”. Es el caso del “modelo controlador con apariencia de autonomía” (Categoría 1.1.) en el que la docente no renuncia a perder el control y su lugar de agente regulador de las dinámicas áulicas, pero lo hace estableciendo una serie de pautas y rutinas precisas. Éstas al ser ejecutadas, dan la idea de autonomía, aunque solo en apariencia, en tanto detrás subyace un modelo controlador. Las rutinas se aplican de manera mecánica, por lo que los niños no son capaces de resolver un conflicto o una situación diferente a la esperada, sin la presencia de la maestra. Se observa además, una necesidad de la maestra de tener la última palabra y construir permanentemente una escena a modo de imagen exenta de problemas. Lo primero se evidencia en las reformulaciones que realiza de los discursos de los niños, con correcciones últimas acerca de lo que tiene que quedar escrito o dicho. Hay allí una relación de poder donde queda claro que, se diga lo que se diga, es la maestra la que terminará legitimando una “verdad”. Lo segundo se evidencia en los procesos de anticipación que ejecuta la maestra a los actos que realizan los niños. Todo aquello que no está rutinizado y protocolizado -y por lo tanto bajo control- es sometido a un juicio previo para que no se muestre de manera incorrecta o insuficiente. La niña que va a escribir algo en el pizarrón no tiene la autonomía de escribir lo que quiera, sino que antes de hacerlo debe decirle a la maestra lo que piensa escribir y sólo podrá hacerlo si obtiene su aprobación. Aquí también hay una relación de poder, en una manifestación más fuerte que la anterior, en donde la maestra no solo tiene la palabra final, sino que también controla el acontecimiento antes que éste se produzca.
En otras situaciones, no hay un control disfrazado de autonomía, sino un control más explicito, reconocido y asumido por quien lo ejerce. Es el caso de lo observado en la escuela del centro (Categoría 1.2.) donde las escenas muestran escasa autonomía y excesiva dependencia de los niños respecto a la maestra y un férreo y permanente control de parte de ésta. Es interesante hacer notar que el discurso de la maestra es explícito al respecto, reconociendo que tal control es necesario. La maestra no siente en este caso, que deba ocultar o enmascarar esa realidad vistiéndola con otros atuendos. Eso se explica por la necesidad que dice sentir de “contener” a los niños porque estima que es un grupo “sin autonomía” y el temor al “desorden” y a no poder “controlar el grupo”. Se puede interpretar que esa falta de autonomía que la maestra percibe en el grupo presupone una idea que tiene de autonomía como algo dado y preexistente, no algo que, como se ha dicho en el marco teórico trayendo palabras de Roser Boix, pueda ser promovido y potenciado desde el docente. Para la maestra, los niños de su grupo no son autónomos y punto. Lo que queda por hacer es “contenerlos” pautando cada paso que vayan a dar y cada acontecimiento que vayan a protagonizar. El círculo vicioso que se genera aquí lleva a que esa autonomía ausente no puede aparecer nunca. La maestra pauta y guía punto a punto todas las acciones debido a la falta de autonomía, con lo cual no está favoreciendo su aparición. Dicho de otro modo, los niños no son autónomos porque la maestra no permite que lo sean, en una lógica de profecía autocumplida.
Además de la autonomía y sus tensiones con el control y la dependencia, de las interacciones observadas entre docente y alumnos se pudo constatar también, al menos dos modalidades de atención docente al grupo multigrado, ubicadas en los extremos de las posibilidades. Por un lado, las escenas observadas en la escuela del centro (Categoría 1.5.) y por otro las observadas en la escuela del sur (Categoría 1.4.). Éstas últimas dejan ver una atención individualizada por parte de la maestra, actitud que se corresponde además, con la disposición del mobiliario -salón sin frente, con mesas pero con niños sentados individualmente- y que veremos más adelante. Sin embargo, no se trata de una atención individualizada típica. Los observadores la llamaron atención individualizada “a priori”, en tanto se trata de una postura asumida desde la planificación misma de las actividades. No es por lo tanto, una estrategia destinada a atender las problemáticas particulares de cada alumno, una vez que se presentan, sino una forma de trabajar en toda la extensión temporal de la tarea. Esto quiere decir que no se apuesta al trabajo en grupo total o pequeños grupos y por el contrario, las tareas se las concibe de forma individual, aunque sean comunes a los niños de un mismo grado. Esta forma de trabajo es coherente con la falsa autonomía que comentábamos antes. La atención individualizada a priori garantiza el mantenimiento del control en todo momento, de parte de la maestra; lo cual podría “perderse” en un trabajo grupal donde lo individual actúa en función y al servicio de los procesos y productos colectivos. En esta relación entre la falsa autonomía y el trabajo individualizado, se pueden inferir, por contraposición, los resultados favorables que una verdadera autonomía y el aprendizaje con los pares, pueden otorgar.
Las escenas en las que la maestra trabaja con todos los niños de 3º a 6º todo el tiempo y con la misma propuesta, motivó mucho tiempo de debate a la interna del equipo de investigación. Sin duda, resultó muy removedor observar esas escenas y describirlas como categoría, por lo singular de la propuesta y por las sospechas generadas por lo no observado. Se trata de llevar al extremo una práctica que habitualmente se desarrolla en los grupos multigrado y que consiste en atender, sin mayores diferenciaciones, niños de diversos grados a la vez. Sin embargo, lo esperable es que ese trabajo se alterne con prácticas diversificadas donde las propuestas varíen en función del grado o el nivel. Pero en el caso observado, nunca había diferencias en las propuestas. La maestra trabajó exactamente la misma propuesta con niños que abarcan un espectro etario y de grados muy amplio, de 3º grado (8 años) a 6º grado (11 y 12 años). Sin embargo, al menos durante el desarrollo de las observaciones, los efectos de esta estrategia de enseñanza sobre el aprendizaje de los niños, siempre fue positivo. No se registraron evidencias de niños aburridos o de niños que no podían seguir la dinámica o complejidad de las propuestas. Después del nodo intermedio, en el que se realizó un primer análisis de esta escena, las observadoras pusieron foco en encontrar los problemas que la propuesta podía tener en los alumnos -sobre todo los ubicados en los extremos, los de 6º y los de 3º- pero fueron infructuosos. No se logró detectar ninguna señal al respecto. En todo momento, todos los niños se mantuvieron activos y participativos, permaneciendo todos “enganchados” con la propuesta de la maestra. Incluso en esta escuela, se produjeron casos de “tutorías entre todos” que veremos más adelante y sus respuestas ante los mecanismos de evaluación, siempre fueron positivos. La discusión del equipo de investigación pasó por preguntarse lo que en el fondo estaría ocurriendo realmente. Hubo especulaciones teóricas acerca de si el aprendizaje de un mismo concepto por parte del niño de 3º sería el mismo que el del niño de 6º, en tanto el primero podría dar cuenta de un conocimiento pero sin comprenderlo cabalmente. A juzgar por las distintas etapas evolutivas que uno y otro niño están pasando, las dudas surgieron acerca de los efectos de esta estrategia de enseñanza en el largo plazo y que no podía evidenciarse durante el tiempo de la observación. Muchas preguntas han quedado sin responder, en función de las limitaciones de la propia investigación. Algunos indicadores no podían ser detectados con las metodologías utilizadas. Pero más allá de esas sospechas, lo que se visualizó con las herramientas disponibles, es que esa estrategia didáctica tenía un funcionamiento efectivo y viable en las prácticas observadas.

Las tutorías, el trabajo colaborativo y el trabajo en equipo surgen como las categorías principales que describen las interacciones entre los alumnos en los grupos multigrado. Ninguna de ellas es extraña a lo que aparece en el corpus teórico y por lo tanto, esperábamos que aparecieran en las observaciones. Sin embargo, respecto a las tutorías surgieron elementos muy interesantes y sorprendentes respecto a la manera cómo se manifestaron en algunas de las escenas observadas.
Comencemos por una situación que, a juzgar por cómo fue plasmado en las notas de campo por parte de las observadoras, no llega a constituir una tutoría. Se trata de la colaboración de los niños más grandes hacia los más chicos que se registró en la escuela del norte (Categoría 2.6.). Las razones por las cuales esto no es tutoría depende del concepto de tutoría que se deja ver en la interpretación de las categorías descriptivas y que supone mucho más que la ayuda para terminar una tarea. En este caso, se observa que los niños más grandes colaboran con los más chicos sólo por ser más grandes y tener algunas habilidades para realizar procedimientos mecánicos. Por lo tanto, casi no hay en esas instancias, intercambios intelectuales donde se pongan en juego interacciones conceptuales y de construcción conjunta. Se da, por el contrario, un mecanismo unidireccional en donde un alumno ayuda y otro es ayudado, más como una acción que contribuye a la viabilidad del trabajo de la maestra y la gestión de los tiempos muertos, que como un efectivo aprovechamiento de las interacciones dentro del multigrado.
Lo colaborativo también puede verse en la escuela del oeste (Categoría 2.7.) en el marco de un trabajo en equipo, que las observadoras reconocen como tal en sus notas de campo. Hay distribución de funciones y objetivos a cumplir colectivamente, lo cual, más allá de las individualidades, aparece con fuerza en esta propuesta. Según lo que las observadoras relataron durante las sesiones de discusión en los nodos y las reuniones plenarias, la maestra asignaba roles según competencias y habilidades de cada alumno para que se desempeñara en aquello para lo cual era bueno. Esto llevó a discutir acerca de la pertinencia de ejercer siempre esa práctica, que terminaba imposibilitando a otros llevar adelante aquellas tareas para las cuales no eran tan buenos. Pero en términos generales, en esta escuela se veía un verdadero trabajo en equipo colaborativo, con un fuerte aprovechamiento del potencial de las interacciones que brinda el multigrado.
En la escuela del sur (Categoría 2.1.) se explicita una dinámica de tutoría de los niños más grandes hacia los más pequeños, propia de los grupos multigrado. En una conversación cotidiana, la maestra solicita que el niño más grande ayude al más pequeño, lo que implica para aquel informar a la maestra sobre el estado de situación. Aún cuando exista la tutoría –muchas veces sin necesidad de que la maestra lo solicite expresamente- la docente no deja de mantener el control ya que, recordemos, es en este mismo grupo que se producía el modelo controlador con apariencia de autonomía.
La conversación entre los niños plantea claramente los roles de tutor y tutoriado, roles que la maestra ha designado previamente. La situación del tutor como paso previo a la evaluación de la maestra (Categoría 2.3.) es un acontecimiento interesante y digno de ser analizado. En ocasiones, el tutor asume una responsabilidad para cumplir con una disposición de la maestra; en otros casos se percibe cierta complicidad entre los compañeros para evitar que el pequeño reciba una reprobación por parte de la maestra. Es interesante cómo la ayuda no consiste en hacer el trabajo que tiene que hacer el compañero, sino como en este caso, acompañar, guiar y hasta se podría decir sostener y proteger. En todo caso, se da un proceso de legitimación previo a la evaluación del docente. Esta tutoría legitimadora permite redefinir el papel del tutor y el tutoriado en esa relación. La tutoría más que como una ayuda o colaboración, se transforma en un hecho mucho más complejo, donde la protección y la contención constituyen una parte sustancial de la relación entre pares. Y queda claro que el beneficiado no es sólo el que recibe la tutoría, sino también quien la ejerce, en tanto trabaja con conceptos que revisita y consolida y además, genera en el vínculo con el otro, una reafirmación de ciertos valores de solidaridad y compañerismo. Esa relación de complicidad permite que se potencie al máximo la interacción entre pares asimétricos -niños de diferentes edades y pertenecientes a distintos grados-, en tanto el niño, tanto sea grande como pequeño, recibirá de buena manera, una relación con el saber mediada por un compañero. Por otro lado, el hecho de tomar la responsabilidad de ejercer una tutoría, algo que todos los niños están habilitados para ejercer, ayuda a elevar su autoestima. Es frecuente observar casos en que un niño de un grado superior, tiene dificultades por ejemplo, en lectura y escritura. Sin embargo, tendrá muchas habilidades y destrezas en diversos aspectos que, en el marco del grupo multigrado, lo habilitarán a ser tutor de otros compañeros, lo cual le devolverá la autoestima y el lugar que la escuela graduada clásica le había quitado.
Este acompañamiento o guía tiene una manifestación muy singular cuando en las conversaciones se puede percibir que el tutor asume el rol de la maestra, esto es, utiliza sus mismos gestos, sus mismos giros y, en general, una actitud de enseñante. Generalmente ocurre entre niños ubicados en los extremos etarios (los más grandes hacia los más chicos) ya que, especialmente las niñas, asumen un rol maternal o de cierta jerarquía. Esta escena que se produce en la escuela del sur (Categoría 2.4.) resulta particularmente llamativa, ya que la asunción del rol de enseñante contribuye a generar un juego de enseñanza y aprendizaje, siendo que los dos protagonistas son aprendientes. Pero para quien ejerce la tutoría, la referencia que tiene del enseñante, es la figura de la maestra y es a ella, sus actitudes y sus palabras, a que se remite.
En lo que podría describirse como tutoría entre todos (Categoría 2.2.), en la escuela del centro, la maestra habilita ejercicios de tutoría no necesariamente de los grandes hacia los pequeños, sino de los más capaces hacia los menos capaces en una actividad o temática puntual, sin importar su edad y el grado al que pertenecen. La descripción de la escena del invernáculo es ilustrativa al respecto y representa en gran medida, esas posibilidades que la teoría de la didáctica multigrado predice respecto al aprendizaje mutuo.

En cuanto a la organización de los tiempos y los espacios en los grupos multigrado, de las observaciones realizadas se desprenden varias estructuras de organización del salón de clases, algunas esperadas y una muy singular y extraña. En dos de las escuelas, y posiblemente esto ocurra en la mayoría de las escuelas rurales del país, existen todavía bancos Varela para los niños. Estos bancos se corresponden esencialmente con la escuela tradicional, fueron creados en la época de su auge, a tal punto que el pedagogo Julio Castro se sirvió de la metáfora del mobiliario para comparar la Escuela Tradicional con la Escuela Nueva en El banco fijo y la mesa colectiva (1942). Se trata de un banco de madera de dos plazas, diseñado para ser ubicado en columnas, ya que la mesa en la que el niño escribe corresponde al banco de adelante. Por lo tanto, conforme al esquema tradicional, este tipo de mobiliario no posibilita demasiadas opciones que se alejen de la columna dirigida hacia un frente donde, generalmente se ubica el pizarrón y, en la mayor parte de los casos, el escritorio del docente. Precisamente, en la escuela del centro (Categoría 3.2.) se observan dos columnas de bancos Varela con un frente. Se observa que la ubicación de cada niño en esa estructura es estática. Hay una construcción de significado respecto al niño y su lugar en el salón, el que es identificado como propio y al cual se remite y vuelve permanentemente. La expresión muy frecuente de los maestros “vaya a su lugar” ilustra esa extraña elaboración de sentido. Como lo ha ilustrado Tonucci al representar la escuela rural, esta estructura tiene efectos que trascienden el salón de clase, lo cual puede evidenciarse en la escena de la alfombra en la que los niños, aunque allí no haya bancos, tienden a ubicarse con la misma disposición espacial. Al parecer, la referencia a su lugar no se remite solo a una ubicación determinada en el espacio, sino también a una ubicación relativa, es decir, respecto a los otros niños, a la maestra y a lo que se considera el frente del salón que viene a constituir una fuerte referencialidad.
Una variante del uso de los bancos Varela se produce en la escuela del oeste (Categoría 3.4.) ya que, aunque no se puedan abandonar las columnas, éstas están ubicadas en semicírculo hacia un frente. Con las limitaciones propias del mobiliario, seguramente esta disposición contribuye a mejorar las interacciones entre los niños, que en la disposición tradicional y conforme a lo estipulado por ese esquema pedagógico, no se promueven.
En la escuela del norte (Categoría 3.3.) se observó la presencia de mesas. Sin embargo, el salón de clase sigue manteniendo una frontalidad permanente y aunque en este caso, no hay columnas, las mesas no contribuyen a generar una dinámica muy diferente. Esto demuestra que el tipo de mobiliario, aunque es influyente, no garantiza un funcionamiento y dinámica áulicas abiertos e integradores. Por el contrario, esto está determinado por la postura del docente y las propuestas que desarrolla. Salvo excepciones, en este caso las mesas ni siquiera son colectivas, por lo que las ventajas respecto al banco Varela no son demasiado importantes.
Aunque con disposiciones diferentes del mobiliario, lo que se mantiene constante, tanto con los bancos como con las mesas, es la existencia de un frente en el salón de clases. Aunque en el salón haya otros múltiples espacios educativos y lugares de referencia, el frente juega un papel cotidiano muy importante, en tanto parece que allí es donde ocurren las cosas verdaderamente valiosas y trascendentes. Es el lugar hacia donde hay que mirar, el lugar hacia donde hay que dirigirse cuando la maestra lo requiere, el lugar desde donde los niños son observados -por lo tanto, también es el lugar desde donde se ejerce el control y por ende, el lugar del que hay que cuidarse- y en la mayoría de los casos, el lugar donde la maestra permanece la mayor parte del tiempo. Antiguamente esto estaba muy asociado a la presencia del pupitre o escritorio de la maestra, también ubicado en ese frente. Hoy esto parece que ha cambiado y ya no se observa con tanta prevalencia; se observó en las escuelas del centro y del oeste, pero no así en la del norte donde el escritorio de la maestra se ubica detrás de las mesas de los niños, en lo que sería el fondo del salón.
Sin embargo, en la escuela del sur se observó un aula sin frente definido. Los bancos y mesas de los niños se ubican hacia diferentes orientaciones, confluyendo en el centro del salón. No hay un escritorio de la maestra que se constituya en referencia y hay varias pizarras que, al utilizarse poco, tampoco son referencias permanentes. Un salón sin frente llama la atención porque se sale del esquema clásico de un salón de clases. Aunque en el caso observado, esto no se correspondía con una dinámica abierta e integradora, ya que prevalecía como se ha dicho, la atención individualizada a priori y el modelo controlador con apariencia de autonomía, esta estructura del salón de clase abre posibilidades de pensar en sus potencialidades y eventualmente, sus debilidades. Entre las primeras se puede citar el sentido construido de grupo en el que todos se ven porque confluyen hacia un centro, nadie está adelante o atrás, en el frente o en el fondo, y todos tienen un lugar igualmente importante en esa disposición. Entre las debilidades podría citarse la dificultad para el uso de pizarras, papelógrafos y recursos audiovisuales colectivos que en principio, requerirían de un frente para su funcionalidad.
En cuanto a los desplazamientos de la maestra se observaron cuatro situaciones diferentes. Siguiendo con el ejemplo de la escuela del sur, se pueden ver allí los efectos de un salón sin frente (Categoría 3.5.). La maestra no tiene un escritorio como lugar de referencia, lo cual es coherente con la falta de frontalidad del salón. Sus desplazamientos, por lo tanto, son por todo el salón de manera uniforme, deteniéndose allí donde es necesario. En esta escena, cada niño tiene su lugar, pero no así la maestra. En la escuela del norte, aunque la maestra sí tiene su lugar de referencia que es el pupitre ubicado en el fondo del salón (Categoría 3.7.), sus desplazamientos se dan por todo el salón, sin concentrarse especialmente en algún sector, ni siquiera en el frente donde está el papelógrafo y el pizarrón. En la escuela del oeste sucede algo similar, aunque en este caso, la maestra vuelve una y otra vez a su escritorio como lugar de referencia que además, coincide con el frente del salón. Este esquema es clásico y tiene fuertes implicancias simbólicas asociadas al control espacial ejercido por el docente. En el esquema tradicional, el lugar del escritorio no es casual sino estratégico a modo de funcionamiento panóptico, en el marco de una presencia mucho más estática del docente en la clase. No es el caso observado, ya que la maestra se desplaza también en este caso, de forma permanente por todo el salón. Por último, en la escuela del sur (Categoría 3.6.) se observa un desplazamiento de la maestra localizado solo en un sector del salón. Éste es el lugar del frente donde se encuentra su escritorio. Sin embargo, según el relato de las observadoras, la maestra jamás se sienta allí, siempre está de pie y desplazándose. Pero esos desplazamientos se circunscriben a una referencialidad espacial muy delimitada, lo cual hace que esté siempre cerca de algunos niños y muy lejos de otros. Las dos columnas de bancos Varela y este desplazamiento de la maestra son coherentes, en tanto es donde ella se encuentra que suceden los acontecimientos del saber que los alumnos deben prestar atención.
Esto a su vez se corresponde con la ubicación y desplazamientos de los niños. En la escuela del centro (Categoría 3.8) los niños están ubicados por grados y niveles y ese lugar que cada uno ocupa no sufre modificaciones, sin importar la actividad que se esté realizando. En este caso hay un doble juego relacionado con la seguridad de la docente de saber la ubicación de cada niño en el salón y el sentido de pertenencia al lugar de parte del niño. El efecto que resulta de este juego es un esquema muy estático que termina condicionando las actividades mismas, ya que la estructura espacial se reproduce incluso cuando el aula se constituye fuera del salón.
En la escuela del sur y a juzgar por la atención individualizada a priori y el resto de las características ya analizadas, no es de extrañar que los niños se ubiquen de forma individual (Categoría 3.9.). Lo curioso es que esto ocurre tanto cuando los niños están ubicados en mesas individuales como en el caso de niños ubicados de a pares en mesas colectivas. Por la dinámica relacionada con las actividades que desarrollan, las observadoras consideran que ellos también están ubicados de manera individual. Se detecta que los niños interactúan, pero nunca en función de las actividades didácticas, sino en relación a sus intereses particulares. Esto es interesante porque da cuenta que, más allá de la disposición espacial, de las ubicaciones, los desplazamientos y las estrategias didácticas aplicadas; las interacciones entre los pares se producen igualmente, aunque no sean fomentadas desde la propuesta docente. Esto explica varios fenómenos inesperados que ocurren en las aulas multigrado, vinculados al aprendizaje por contagio y la circulación de saberes que, aunque no se busquen, ocurre de todos modos.
Claro que si este potencial latente en el multigrado, es aprovechado desde la propuesta didáctica del docente, las consecuencias positivas sobre el aprendizaje resultan muy favorecidas. En el caso de la escuela del oeste (Categoría 3.10.) los niños tienen un lugar de referencia al que se remiten y vuelven, pero sin embargo, su ubicación cambia en función de la actividad y la ubicación del aula. Hay allí dos elementos interesantes. En primer lugar, la multiplicidad de formatos de trabajo que se aplican en el aula, que obligan a modificar la disposición y las ubicaciones de los actores. No será la misma si el trabajo es individual, que si es grupal por grados, grupal inter grados, etc. En segundo lugar, el aula, lejos de estar definida por las cuatro paredes del salón, está determinada por la intencionalidad docente de hacer que en un determinado espacio, ocurran acontecimientos del orden del enseñar y del aprender. Y esto, si bien ocurre por excelencia, en el salón de clase, también ocurre fuera de él: en el invernáculo, en el patio, en la cocina. Allí donde se configure el aula y en función de las características del lugar, la disposición espacial será diferente.

Las estrategias didácticas aplicadas en los grupos multigrado, observadas desde el lugar que ocupan los saberes, arrojaron una serie de categorías que dan cuenta de la organización de los contenidos y su circulación en las actividades. Una categoría que se observó en tres de las escuelas consideradas, fue el de los emergentes. Cuando las observadoras describen la categoría como “emergentes como temas en sí mismos” (Categoría 4.1.) dan cuenta de un acontecimiento inesperado: el no aprovechamiento de un tema emergente para trabajar otros contenidos programáticos. Lo que se encontró fue la aparición de temas emergentes que surgieron en la clase o aportaron los niños, los que fueron tomados por la maestra como tales, sin otros aprovechamientos didácticos. En las observaciones se da cuenta de una subutilización del emergente como recurso epistémico para organizar contenidos de manera significativa en torno a temas que son de interés de los niños.
En la escuela del norte (Categorías 4.2. y 4.3.) se dan dos movimientos: la puesta en común y la organización de contenidos en torno a un tema. La primera categoría es central en la teoría de la didáctica multigrado, en tanto permite una circulación de los saberes por todo el grupo, sin importar los grados. Es una instancia que por excelencia, permite romper con la graduación, una instancia de libertad materializada en el intercambio entre todos los niños y que en las notas de campo, aparece como una “socialización” de lo aprendido. La puesta en común permite además, aplicar mecanismos de evaluación de aprendizajes tomando en consideración indicadores más fiables que los tradicionales. En lugar de tomar como indicador de aprendizaje la respuesta a una pregunta, la solución de un ejercicio o aún, la resolución a una situación problemática; en la puesta en común es posible considerar el aprendizaje según la transferencia discursiva. El docente puede observar la forma en que el niño pone en texto el saber, compartiéndolo en forma oral con sus compañeros, constituyendo este movimiento intelectual, un fuerte indicador de aprendizaje. La forma de estructurar su propio discurso respecto a un saber y la capacidad de adaptarse al auditorio -pares que son asimétricos respecto a él- evidencia cuán cerca o lejos está del saber. No es posible armar un discurso flexible, adaptado y adaptable, si no es en relación a un saber que se sabe bien. Además, en la puesta en común, el acto de transmitir a otros el saber que se está aprendiendo, contribuye a ese aprendizaje y ayuda a que se consolide el saber en cuestión. Aunque parezca paradójico, el acto de transmisión es esencialmente, un acto de aprendizaje, y esto con las asimetrías del multigrado, se ve muy potenciado.
La segunda categoría da cuenta de una manera de organizar los contenidos en un aula multigrado. Alrededor de un tema central, la maestra organiza una serie de contenidos que están asociados a ese tema; contenidos que pertenecen a diferentes grados del ciclo escolar. En el ejemplo observado, todos los contenidos pertenecen a una misma disciplina, pero es posible que en otras situaciones, se organicen en torno a un tema, contenidos de diferentes disciplinas y áreas de conocimiento. Estas formas integradoras de concebir los contenidos, tanto entre las disciplinas como entre los grados, ayuda a desestructurar las propuestas de enseñanza, en el marco de una gestión abierta del currículum que desarma los programas en tanto currículum prescripto, para volverlos a armar en función de la realidad singular que plantea el multigrado.
En la escuela del oeste (Categorías 4.4., 4.5. y .4.6.) estas estrategias de organización de contenidos se ven potenciadas y en las observaciones se visualizan claramente sus efectos sobre la dinámica áulica. En esta escuela es donde se observó más claramente lo que presupone la didáctica multigrado desde el planteo teórico. En primer lugar, se registró una dinámica de apertura, diversificación y cierre como estrategia didáctica propuesta por la maestra. Esa dinámica implica un comienzo con grupo total en el que se plantea un tema común para todos; una diversificación por niveles o grados en el que hay contenidos y actividades diferenciales y un cierre que, nuevamente en grupo total, todos confluyen en una actividad común y se vuelve sobre el tema inicialmente planteado. Esto supone la consideración del grupo multigrado como una unidad, un solo grupo y no varios pequeños grupos que comparten un espacio físico. La idea del grupo como unidad hace que los alumnos, más allá de su edad y del grado a que formalmente pertenecen, se sientan parte de ese grupo y se identifiquen con él en cuanto tal. Los procesos de diversificación de prácticas son tradicionales en las aulas multigrado y están sometidos a la alternancia del trabajo dirigido con el trabajo autónomo, como forma de llevar adelante la intervención docente en esa dinámica.
Esta lógica de plantear un tema para todos y luego diversificar tareas para los diferentes grados, posibilita ejercer sobre el tema central distintas miradas, abordajes y puntos de vista, de tal modo que en la visión de conjunto, el tratamiento del tema central se enriquece. En este sentido, operan aquí dos procesos en relación a la dinámica de relacionamiento de diversos contenidos alrededor de un tema: el de profundización sucesiva y el de complementariedad. Un mismo tema o contenido se puede trabajar en los distintos grados, pero en cada caso con diferente nivel de profundización y complejidad. De otro modo, diferentes contenidos nucleados en torno a un tema, se pueden abordar con criterios de complementariedad, en tanto resultan complementarios para la comprensión del tema. Nuevamente, es una lógica que funciona en su dimensión grupal y siempre que se tenga de parte del docente, una perspectiva del grupo como unidad que debe ser considerada de ese modo desde la formulación de la estrategia didáctica, en sus etapas iniciales de planificación.
La categoría que sintetiza estos movimientos que se dan en el aula multigrado es la de circulación de saberes (Categoría 4.5.). La maestra habilita y promueve que cada niño comparta lo que está aprendiendo con los demás, aunque sus compañeros no necesariamente deban aprender lo mismo. Pero la circulación de saberes en la cotidianeidad didáctica implica darse el ámbito de suficiente libertad como para derribar las barreras formales que imponen los grados y el currículum asociado a ellos, para enriquecer las miradas y en definitiva, aprender como en la vida misma. Por circulación de saberes se entiende la deriva de los saberes en el aula multigrado; esto es, las trayectorias que se producen a partir de la enseñanza, el aprendizaje, la transmisión, el intercambio, la discusión, la tutoría, la ayuda mutua, la complementación, la diferencial profundización, los diferentes abordajes y puertas de entrada; fenómenos todos que, como vimos en este análisis, se hacen presentes en el grupo multigrado. Forma parte de esta conceptualización, las formas en que se manifiesta el saber en las distintas circunstancias didácticas y cómo se va transformando en las trayectorias antedichas, teniendo en cuenta las relaciones entre pares asimétricos que se producen en el aula multigrado. La Didáctica Multigrado parte del presupuesto del potencial que el aula multigrado tiene para el aprendizaje y que se deriva de las interacciones entre aprendientes que tienen distintas distancias y relacionamientos con el saber.
Aprender como en la vida misma, donde las relaciones de asimetría respecto al saber son permanentes, supone dejar que en el grupo multigrado los acontecimientos didácticos relacionados con la enseñanza y con el aprendizaje, se desarrollen con el máximo de naturalidad posible. Como se pudo ver en las observaciones de las cuatro escuelas consideradas, estas interacciones ocurren aún cuando los maestros las desconozcan, las eviten o no las quieran reconocer. Pero cuanto más potentes resultan para el aprendizaje, cuando median procesos de enseñanza que ven en ellas, no un obstáculo o un mal necesario, sino un gran potencial. En las observaciones vimos de las dos cosas. De las dos aprendimos, no solo en relación a lo que efectivamente sucede dentro de un aula multigrado sino respecto a lo que podría suceder.
Aprender como en la vida misma implica alejarse de los artificios de la enseñanza graduada y acercarse a la construcción de nuevos formatos escolares que, como tales, puedan aplicarse en cualquier situación educativa y mucho más allá de la escuela rural. Una escuela rural que sigue teniendo, hoy más que antes, mucho para aportar a la educación toda.








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1 Estos primeros nodos de análisis funcionaron en Montevideo, Lavalleja, Flores y Paysandú.
2 Estos segundos nodos de análisis funcionaron en Montevideo, Paysandú, Florida y Lavalleja.
3 XO es la denominación que reciben los ordenadores personales que se entregan a cada alumno en el marco del Plan Ceibal, programa basado en el modelo one laptop for children que se implementa en la educación pública uruguaya desde 2007.